VALÈNCIA. Carlos Mazón fue proclamado líder del PPCV el pasado julio dos meses después de presentar su candidatura oficial para coger las riendas del partido. El movimiento era esperado desde tiempo atrás y lo previsible tuvo lugar. Isabel Bonig dio un paso al lado después de que Génova apuntara con su dedo al presidente de la Diputación de Alicante como el favorito.
La voluntad se cumplió. Pablo Casado y su 'número dos', Teodoro García Egea, pasaban a contar con alguien de su línea. La complicidad de la que carecía Bonig con la dirección nacional –pese a que votó a Casado en las primarias– sí la podía mantener Mazón en lo que suponía que la dirección nacional pasara a controlar en mayor medida un territorio tan importante históricamente para el partido. Máxime cuando a su antecesora siempre se la alineó con el llamado sector crítico de los dirigentes regionales junto a Alberto Nuñez Feijóo (Galicia) o Juan Manuel Moreno Bonilla (Andalucía).
El nuevo líder de los populares valencianos se marcó muchos objetivos desde su llegada y la actividad ha sido muy intensa. Proceso de primarias y congreso regional fueron lo primero. Puesta en marcha de la nueva ejecutiva y planificación de una estrategia de campaña electoral permanente a la vuelta del verano lo segundo. Pero sin duda, el gran evento que lo ha impulsado ha sido la convención nacional del PP.
Que la clausura se celebrara en València suponía una oportunidad en caso de éxito. El escenario elegido fue la Plaza de Toros y la organización regional brindó una exhibición de músculo a Casado. A la interpretación de esa deseada imagen de llenar un espacio icónico para el partido por ser escenario de sus anteriores mayorías absolutas se une, por tanto, la del refuerzo del liderazgo de Mazón.
El acto ofreció la foto, pero a la interna lo más significativo de la convención nacional fue mostrar un cierre de filas entre Casado y los dirigentes territoriales que, aunque se consiguió en la apariencia, dista de ser absoluto. Feijóo, experimentado político y ganador de cuatro mayorías absolutas en Galicia, es un referente del que el PP no se puede permitir prescindir. Él, sin embargo, sí cuenta con la capacidad de arriesgarse a marcar perfil propio frente al líder del PP en determinadas cuestiones.
Cómo no mencionar la total autonomía con la que actúa la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, quien tiene en un ay constante a Génova en todo lo que hace. Los suspiros detrás de las mascarillas podían leerse en las caras de los dirigentes nacionales cuando durante la convención afirmó públicamente que tenía claro su sitio y que Madrid era su salida y su meta política. Palabras con las que supuestamente zanjó el debate sobre el liderazgo al menos temporalmente, pero que siguen abiertas a muchas interpretaciones sobre su futuro.
Juanma Moreno, frente al Gobierno andaluz, también ha crecido en imagen propia. Un ejemplo fue la cumbre mantenida con Ximo Puig para reclamar un nuevo sistema de financiación. Reunión que tampoco venía especialmente bien a Génova ni a Mazón en su discurso de oposición en la Comunitat.
Todos ellos escenificaron la unidad en la convención nacional. Pero el primero y el último, por ejemplo, se han posicionado normalmente con un discurso más centrado dentro del PP y en muchas ocasiones han evidenciado cierto desacuerdo con Casado al respecto.
En todo este contexto, surge el protagonismo de Carlos Mazón y la importancia que en términos territoriales tiene él para el propio líder del PP. Uno de sus mayores aliados durante estos meses ha sido el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras. Frente a algunas discordancias entre el resto de dirigentes, ellos dos se encuentran en la órbita total de Casado.
La Comunitat es actualmente la autonomía por la que los populares quieren presentar más batalla. Una victoria, además, de facilitar la llegada a la Moncloa de Casado, supone que el PP recupere un territorio fundamental. Pero también que al frente de él se encuentre un líder absolutamente alineado con Génova. Mazón se convierte en pieza primordial.