Leí hace poco que para los políticos solo puedes encajar en una de estas dos definiciones: ser un instrumento o ser un enemigo. No hay más, o te utilizan como lo primero, o te tratan como lo segundo.
En la Urbanización El Refugio, situada en pleno Parque Natural del Desert de les Palmes, hemos aprendido a la fuerza a vivir siendo utilizados como fichas de un juego macabro que tiene como actor principal al Ayuntamiento de Benicàssim, término municipal en el que nos hallamos inmersos. Nosotros hemos sido históricamente utilizados en ambos sentidos. Como arma electoral cuando ha sido necesario pegar un último empujón de cara a los comicios municipales, o como enemigo cuando estos han pasado y ya no servimos para la causa.
Al Ayuntamiento y la Generalitat Valenciana se les llena la boca al hablar del Desert de les Palmes, pero no lo cuidan. Se aprobó en el año 2012 un programa para solucionar todas estas irregularidades: el Proyecto de Urbanización y proyecto de Reparcelación Económica de la urbanización El Refugio. Pero una vez más, parece que fue un movimiento estratégico en esta partida sin fin. Nunca se supo nada más de algo que parecía inminente pero que desde el consistorio intentan evitar cada vez que preguntamos por ello, y ya han pasado once años.
Pero los vecinos estamos cansados. Cansados de estar pagando desde hace cincuenta años el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI para los amigos) como parcelas urbanas que somos, pero sin recibir los servicios que estos impuestos deberían proporcionar.
Nos vemos en la obligación de tener que costear nosotros mismos (si, han leído bien: nosotros mismos) la instalación para tener agua potable, así como las reparaciones de la misma. Las calles están sin asfaltar y no tenemos alumbrado público en las mismas, ni saneamiento, ni recogida de basuras, ni alcantarillado público, ni dispositivos de seguridad como sí tienen otros núcleos poblacionales de similares características situados en el mismo Parque Natural.
Por no hablar de las telecomunicaciones: no hay red de fibra óptica a pesar de que se inició la instalación hace unos años: se quedó en el olvido debido a la dificultad para pasar el cableado por algunas parcelas. La situación es tercermundista y atenta contra la dignidad de las personas que allí vivimos.
Pero ojo, que el tema no acaba aquí. No solo se ningunea a los vecinos tratándonos como ciudadanos de segunda, sino a todos los valencianos, ya que la dejadez en el Parque Natural en los últimos años llega a extremos insospechados por la mayoría. Apenas hay prevención de incendios forestales, muchas parcelas y caminos están sin desbrozar, y parece que se haya entrado en un bucle de competencias entre el Ayuntamiento de Benicàssim, la Generalitat Valenciana y la dirección del Parque Natural, que por más quejas que reciban, no reaccionan a la situación. Parece que en este país solo se encienden las alarmas cuando hay un problema, y que tendremos que esperar a que se vuelva a quemar este precioso paraje que tenemos para que lo tomen en serio. Lamentable.
Evidentemente, las más de cien familias que habitamos en El Refugio no lo hacemos por los servicios y comodidades de las que disfrutan el resto de habitantes del municipio. Lo hacemos porque realmente amamos la zona y queremos seguir viviendo allí en condiciones dignas y sin peligros que nos acechen constantemente.
Estamos creciendo y no vamos a conformarnos con más promesas electorales, por lo que ahora es el momento de poner freno a esta situación y que desde el consistorio tengan claro que nos merecemos vivir en igualdad de condiciones que el resto de habitantes del municipio.
No pedimos ser más que nadie, pero tampoco menos. Queremos los mismos servicios municipales que nuestros cohabitantes. Dejen de tratarnos como enemigos y sean de una vez por todas el instrumento que necesitamos.
El autor es vecino de la urbanización El Refugio