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vuelve con 'L'alegria de viure' y la reedición de 'livingston contra fumake'

Mique Beltrán: "Tengo un poco de síndrome de Peter Pan"

Mique Beltrán, uno de los popes de la llamada Escuela Valenciana del cómic de los 80, regresa por partida doble a las librerías con la reedición de Livingston contra Fumake y la presentación de L'Alegria de Viure

26/01/2022 - 

VALÈNCIA.- Hace años que Mique Beltrán (Venta el moro, 1959), una de las referencias de la llamada Escuela Valenciana del tebeo de los 80, el padre de Cleopatra vuelve a las librerías por partida doble. Por un lado, Diabolo a reeditado Livingston contra Fumake, un guión suyo que Keko convirtió en cómic allá por 1986 en Madriz, y mientras Bromera presenta L'alegria de viure, su primer trabajo en valenciano y una obra para niños de la que se siente particularmente orgullos. De todo esto hemos hablado con él.

— ¿Sorprendido de que Livingston contra Fumake siga despertando interés?

— Mucho. La verdad es que cuando me lo propusieron tenía mis dudas, pero Keko, que lo había releído recientemente, me dijo que todavía tiene vigencia. Luego lo leí yo y vi que sí, que había aguantado muy bien el tiempo, y eso que estamos hablando de un cómic que se publicó en 1986, hace unos 35 años. Además, hay que agradecer a Lorenzo [Pascual], de Diábolo, que nos dio libertad total para hacerlo como quisiéramos: papel, formato... Ha sido magnífico a nivel personal volver a reencontrarme con Keko, aunque no habíamos perdido el contacto pero no habíamos vuelto a trabajar juntos, y toda la labor de recuperar el tebeo, reconstruirlo, buscar el material adicional…

— De hecho, sigue pidiendo a gritos una segunda parte

— Bueno… como historieta sí que hay personajes que podrían mantenerse, el tono… pero de momento no creo. Pero más que eso lo que estoy disfrutando son las críticas que veo en algunos blogs, de chavales que seguramente no habían ni nacido cuando se publicó, y que nos están poniendo por las nubes. Evidentemente, cuando reeditas un tebeo así piensas que hay un grupo de nostálgicos que lo muy bien, pero no me esperaba esa reacción de la gente joven.

— Y casi al mismo tiempo sale L’Alegria de viure. Años sin saber de ti y de repente dos tazas.

— Sí, es curioso. L’Alegria… ha sido también un proceso maravilloso. Algunas páginas ya se habían publicado en Xiulit, pero Bromera quería algo más, y quedaba mucho por hacer así que me ha tocado dibujar muchas páginas y trabajar en el guion para que tuviera cierta coherencia, que no fuera una simple enumeración de cosas. Para mí ha sido quitarme una doble espinita: primero, porque es mi primer trabajo en valenciano, y me apetecía mucho; y luego porque tengo hijos en la edad a la que se dirige así que tiene algo de reto. A esas edades si no se divierten lo cierran directamente. Pero además me ha gustado mucho la parte de documentarme, porque ahora hay que ir con pies de plomo: si te vas un poco sale alguien en internet y te cruje.

— Y supongo que como valenciano, repasar nuestra historia y nuestras costumbres siempre es algo muy agradecido.

— Sí, y he aprendido mucho. Se dice, y es verdad, que muchas veces no sabes valorar lo que tienes más cerca y aquí hay cosas impresionantes. Por ejemplo, los músicos valencianos suponen cerca de la mitad que hay en España, y las bandas de música implican a más de 200.000 personas, que es más que la suma de socios del Madrid y el Barça. Luego mi intención era proponer cosas que se puedan hacer al aire libre y que resulten gratis, y había un montón. La verdad es que he disfrutado mucho.

— En la Wikipedia dicen que estás trabajando en tu libro sobre el 23F. Doy fe que eso es así desde que te conozco. Creo que si apuras lo tendrás para el centenario

— [Se ríe] Nooo, lo que pasa es que la pandemia lo trastocó todo porque me propusieron L’Alegria… y me centré en eso. Ahora estoy de nuevo.

— O sea que en breve…

— Bueno, más que en breve en un plazo razonable para un libro que será de 150 páginas en las que ya tengo todo claro: la estructura, el enfoque, el guion… pero falta dibujarlo.

— ¿Y qué has hecho todo este tiempo alejado de los cómics?

—He estado sobre todo en animación, haciendo guiones… y muy desconectado del mundo de los tebeos, pero con todo esto me ha vuelto a picar el gusanillo de volver. Cuando haces películas es una experiencia más colectiva, pero ahora creo que me apetece más comérmelo y guisármelo yo mismo. El cómic es muy gratificante porque todo lo haces tú. En realidad, en mi carrera profesional, el cómic ha sido el 50%, y el resto ha sido el audiovisual, pero cuando te haces mayor no te apetece pelear por las subvenciones, ni con la gente, lo que quieres es estar tranquilito en casa. Y más con la pandemia.

— ¿Y te has planteado un regreso de Cleopatra? Como personaje femenino fue absolutamente pionero y con el contexto actual igual podría tener nueva vida.

— Me lo he planteado, pero estamos en otra etapa. Entonces, en los 80, las mujeres estaban como estaban y un personaje rompedor como Cleopatra tenía sentido, incluso las Malas Madres la reivindicaban. Peor ahora no lo sé, no creo que haga falta ni el personaje ni que yo hable por ellas. Fue además un proyecto más juvenil, más de aventura, y ahora me veo más haciendo algo más reposado. Casi me veo más retomando a Livingston, aunque solo sea para volver a trabajar con Keko.

— O sea que la del 23 F será menos slapstick

— Sí. Tiene su humor, porque aquello fue de opereta, aunque nos asustó a todos muchísimo. Fue muy berlanguiano, casi surrealista, y da mucho juego.

— ¿Será muy autográfico?

—Sí, al principio no quería, pero me convencieron. Yo iba más por un documental ficcionado, pero al final salgo yo y cuento mi batallita en el tanque. Además, me he puesto en contacto con compañeros de la época y lo suyo también sale. Hay una labor de investigación importante, porque la memoria juega muy malas pasadas, pero al final creo que tiene rigor, novelado, pero lo que cuento pasó. Al final abandoné lo del documental con texto de apoyo. La verdad es que no hace falta inventarse nada, porque lo que pasó ya es un guion por sí mismo.

— Volviendo a lo de antes: Desfiladero recuperó hace poco La pista atlántica y El proyecto cíclope, de Miguel Calatayud, que son de la época de Livingston, y también sigue funcionado después de tanto tiempo.

— Sí, pero con Calatayud es distinto porque yo creo que se adelantó a su tiempo y por eso sigue vigente. Pero de los 80 hay muchas cosas que han envejecido muy mal. La música por ejemplo, y algunas pelis que ya, ya. Pero sí, lo que me gusta es que no es nostalgia, sino que hay un público nuevo que lo está recibiendo muy bien. En nuestro caso yo creo que el éxito viene por Keko, que con la trilogía de Yo, asesino con Antonio Altarriba ha triunfado mucho.

— Sí, pero Yo, mentiroso es de 2020, y luego ha sacado, también con Altarriba, El perdón y la furia en diciembre. La gente puede comparar y podría ver Livingston más como un pecadillo de juventud pero no, está gustando.

— Sí, pero es que Keko ha sido siempre un genio, un diamante en bruto. Yo cuando escribí el guion estaba haciendo Cleopatra y me di cuenta de que no podría hacerlo, y pensé en él. Y lo bordó. Esa forma de utilizar el blanco y el negro es muy suya y ya entonces la dominaba. Todo lo que ha hecho a lo largo de su carrera es genial.

— ¿Y cómo eran esos tiempos?

— Era una época muy divertida y podías hacer lo que quisieras. Estaba muy estructurado el mercado tipo Bruguera y eso, pero a nosotros no nos interesaba, estábamos haciendo algo que aquí no existía. Queríamos romper y se podía. Había muchas revistas y todas te cogían lo que hicieras, podías desarrollar, probar, experimentar… y cada uno siguió su camino. Unos hemos sido más eclécticos, otros menos, pero cada uno pudo hacer lo que quiso. Pero creo que sigo queriendo experimentar, tengo un poco de síndrome de Peter Pan.

— Además se os veía como autores, hasta se hablaba de cómics en prensa.

— Sí, además nosotros teníamos muy claro lo de la autoría. Mira lo que pasó con Pumby, el Guerrero del Antifaz, en Bruguera… no recuperaban ni los originales. Nosotros queríamos que se nos reconociera y las propias revistas aceptaban eso, y de hecho era su manera de autoafirmase. Entre todos conseguimos que se nos tomara más en serio. Hasta un ministro de Cultura del PSOE, creo que Narcís Serra, dio una entrevista en Cairo hablando de tebeos.

— Por cierto, tu empezaste en Star. ¿Conociste a Karmela Marchante?

— No, yo creo que en mi época el director era Juanjo Fernández. A ella la leía luego en Ajo Blanco, que me suena que también fundó, pero creo que no tuve el gusto.

—¿Y ahora lees cómics?

— Sí, he vuelto, pero no con el hambre de antes pero sí. Ahora con la novela gráfica se hacen cosas muy chulas. Hay editoriales muy interesantes y apoyan a los autores que apuestan por nuevos enfoques, formatos… Y sobre todo estoy muy fascinado con las chicas, porque en mi época casi solo estaban las anas (Juan y Miralles) y ahora hay un motón. Y vienen con nuevas ideas, nuevos temas, otros enfoques… Y técnicamente el nivel es altísimo. Mira Cris [Durán] que no para de evolucionar y qué bien cuenta historias, pero hay un montón. Una vez me sentaron a firmar al lado de Nuria Tamarit y Xulia Vicente, en el Splash de Sagunto creo que fue cuando sacaron Duerme pueblo, y yo las veía dibujar y flipaba. Y no solo hay muchas —Laura Pérez, Ana Penyas…— sino que hay muchas valencianas, y eso es genial.

— Y cómo ves el futuro de los tebeos

— Pues no sabría decirte. El mío en concreto pasa por acostumbrarme a usar la tablet que yo soy de papel, pero no soy un nostálgico, es lo que hay. El resultado es el mismo y es mucho más cómodo, sobre todo para los abuelitos como yo, que ya no vemos bien y ahora podemos ampliar cualquier detalle. Es más rápido, mucho más cómodo… en ello estoy.

— ¿Para acabar el del 23 F?

— Te lo prometo. Y para lo que venga.

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