ANTROPOLOGÍA INDUSTRIAL / OPINIÓN

Momento Minsky 

Profesor de economía de la Universidad de Harvard, Hyman Minsky reflexionó sobre la naturaleza de las crisis financieras y su carácter recurrente, compartiendo planteamientos keynesianos, de Schumpeter o Fisher entre otros

24/02/2023 - 

VALÈNCIA. Decía Maynard Keynes que «quienes se creen libres de cualquier in- fluencia intelectual suelen ser esclavos de algún economista difunto». Y esto es más cierto todavía cuando el economista es poco conocido, pero sus ideas siguen muy vivas. 

Es el caso de Hyman Minsky (1919-1996), que fue profesor de economía de la Universidad de Harvard donde tuvo la fortuna de haber sido antes alumno de Joseph Schumpeter y Wassily Leontief

Minsky es como una piedrecita en el zapato, que se nota cuando el camino de la economía se vuelve difícil. Criticado por la doctrina conservadora y considerado por Wall Street un Pepito Grillo de mal agüero, Minsky reflexionó sobre la naturaleza de las crisis financieras y su carácter recurrente. Su reflexión comparte planteamientos keynesianos, de Schumpeter y Fisher así como de otros economistas coetáneos como Sraffa o Kalecki que estudiaron los ciclos económicos.

La tesis central de Minsky sostiene que los mercados financieros son sustancialmente frágiles e inestables y que sus ciclos de euforia y depresión son su estado natural, constante e inevitable, lo que denominó Teoría de la Inestabilidad Inherente. 

Para explicar esta inexorable tendencia al desbalance, Minsky estudió estadísticas y analizó la estructura empresarial y financiera - hoy lo llamaríamos Big Data- llegando a la conclusión de que existían tres tipos de empresas. Las empresas cubiertas, que son aquellas que cubren gastos con sus ingresos corrientes, las empresas especulativas, cuyo flujo de caja permite pagar los intereses pero no el principal de sus préstamos, necesitando recurrir de manera regular a la financiación y finalmente las empresas Ponzi o piramidales, -en castizo, pufo- cuyo flujo de caja ni siquiera cubre los intereses y deben acudir al crédito de manera permanente.

En una economía próspera predominan las empresas cubiertas. Si el número de empresas y capitales que asumen riesgos es mayor, empiezan los problemas y aumenta la inestabilidad. Con tipos de interés bajos, asumir riesgos tiene un coste menor así que el capital se desplaza hacia inversiones más especulativas aumentando los procesos de sobrevaloración, apalancamiento y compras agresivas.

Tarde o temprano, el capital se agota y los tipos comienzan a subir. Esto hace que los negocios que dependen del crédito dejen de pagarlos y en ese momento -conocido como Momento Minsky- el castillo de naipes se viene abajo arrastrando no solo a las empresas especulativas sino también a las empresas cubiertas, al caer la demanda y desaparecer el crédito para circulante -el credit crunch- porque los propios bancos están colapsando por los impagos.

Ante la falta de liquidez las empresas se lanzan a vender activos, con suerte a precios de saldo, mientras el alza de los tipos se transmite a los precios de los valores refugio y materias primas y el cerco acaba por estrangular las empresas al desaparecer su márgenes: es la crisis, que periódicamente sacude el sistema financiero y la economía real. La aparición de instrumentos financieros complejos y la globalización del flujo de capitales, lleva a crisis más graves e incontrolables. 

La solución propuesta para evitar que esta volatilidad se vuelva destructiva es el remedio estándar de las economías desarrolladas: alguien -el estado, los bancos centrales, ambos- debe anticiparse al peligro y mitigar la intensidad del ciclo y sus olas de euforia y crisis, controlando los tipos de interés y adoptando medidas correctoras que reduzcan el peso de la economía especulativa y favorezcan la economía productiva.

Keynes escribió hace casi un siglo que: “Muchos de los males económicos más importantes de nuestro tiempo son el fruto del riesgo, la incertidumbre y la ignorancia”. Pues eso.