Estamos asistiendo estos días, un pasito más, a la consolidación del bulo como base del debate social y político. Hay una clara sistematización de la confusión que busca la destrucción personal de referentes sociales que no casan con el discurso establecido desde el poder. Las dinámicas desatadas en contra del pensamiento científico o la transparencia campan en redes y páginas de la considerada ‘prensa seria’ (que no rigurosa).
Asco y vergüenza. Son las palabras que me vienen a la mente cuando pienso en la maquinaria que el Partido Popular, con el aplauso del resto de la oposición y adláteres mediáticos, han puesto en marcha para destruir a la persona de Mónica Oltra. Es una cacería en la que la cabeza de la vicepresidenta y responsable de Igualdad de la Generalitat es la pieza a colgar en el salón de trofeos. Sin embargo, es también una puñalada directa a las sociedades democráticas, abiertas y transparentes, civilizadas.
Instalados en el todo vale, el Partido Popular de Carlos Mazón no tiene reparos en falsear la realidad y habla de una situación insostenible en la gestión de los centros de menores, asegurando incluso que se han perpetrado más de 175 casos de abusos en estos lugares de acogida. Es un acto de irresponsabilidad absoluta en el que el PP le ha dado la vuelta a un documento de la propia Conselleria de Igualdad incluido en un informe del Síndic de Greuges. En el citado documento, Igualdad explica a la Sindicatura el sistema de recolección de datos y sospechas de abuso y maltrato a menores. Es un sistema que encauza directamente hacia la Fiscalía todas las posibles sospechas de abusos y que desarrolla el departamento de Oltra en 2017. Desde entonces, este sistema ha detectado los citados 170 casos sospechosos de abuso o maltrato (ojo, sospechas; no actos perpetrados), como comunicó la conselleria a la Sindicatura. Ninguno en centro público, sino en el entorno familiar.
Huelga decir que, sin la puesta en marcha de este sistema por parte de Igualdad, ni existirían estas sospechas. Bajo la dirección de Oltra, tenemos a más de 700 profesionales formados para detectar y atender posibles casos de abusos a niños y niñas. Y eso, el informe de la Sindicatura -con que el PP está montando toda esta campaña de falsedades- lo reconoce y lo valora positivamente. Igual que Save the Children en sus informes sobre la Comunitat Valenciana.
Estamos ante un ataque sin ambages contra la gestión gubernamental transparente. La perversión de la estrategia puesta en marcha por el PP es un mísil malintencionado que va contra todo un sistema de cuidados que por fin pone luz a estas situaciones y que los gobiernos de Zaplana, Olivas, Camps o Fabra ni siquiera se plantearon desarrollar durante los 20 años que gobernaron.
Y si me apuran, bajando a los personajes públicos que ponen en marcha toda esta campaña de difamación y su relación con la protección del menor, el contexto político-mediático adquiere aires de sainete grotesco. Tenemos por un lado a la portavoz del PP a les Corts, María José Catalá, poniendo voz a este ataque. Ella, quien como consellera de Educación llegó a plantear en 2012 cobrar a aquellos menores que optaran por llevar fiambrera al colegio al no poder sus familias pagar el comedor escolar. Catalá forma tándem con la que fuera ministra de Igualdad, Dolors Montserrat, actualmente eurodiputada y que ha admitido como presidenta de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo una petición del PP valenciano para investigar este presunto escándalo de menores. Ella, quien tuvo que retirar una campaña de su ministerio que relacionaba el consumo de alcohol de las menores con las violaciones. Y cómo no, Pablo Casado, quien pide la dimisión de Oltra mientras ignora los casos descubiertos de prostitución de menores tuteladas por la Comunidad de Madrid. Todo aliñado por, y como no podría ser de otra forma, con Vox aplaudiendo y jaleando. Ellos, con sus campañas de deshumanización de niños y niñas inmigrantes en acogida.
Los esfuerzos del PP por machacar a la persona de Oltra caerán en saco roto. Ella lleva mucho tiempo confrontando el poder (ese que decide sobre nuestras vidas fuera de los parlamentos sin atender al bien común) y la corrupción… En Compromís hemos venido a poner soluciones a los problemas de la sociedad, no a enterrarlos. De ninguna forma nos arrugaremos. Aunque entre medias, el PP sea capaz de quemar Roma para movilizar a su electorado a golpe de fake news.
Seguimos.