APDCV impulsa la segunda edición de un proyecto que en esta ocasión ha emparejado a Paula Romero con Aitana Cordero y a Sandra Gómez con Juan Diego Calzada/Isabel do Diego
VALÈNCIA. El año pasado, la Associació de Professionals de la Dansa de la Comunitat Valenciana (APDCV) puso en marcha en el IVAM la primera edición de un proyecto llamado Motors de creació. Su aspiración era hacer partícipe a la ciudadanía de ese cúmulo de filias, empeños, referencias, metodologías y objetos que confluyen en un proceso de creación.
Salvando todas las distancias de verosimilitud, aquella edición piloto se asemejaba a la trama de Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze, 1999). Si en el clásico moderno de ciencia ficción, su protagonista, un marionetista en horas bajas, descubría una pequeña puerta que le permitía acceder al cerebro del actor de El imperio del sol (Steven Spielberg, 1987), en esta propuesta, durante cuatro jornadas, se permitía sondear los universos estéticos y las pulsiones de una selección de artistas de los lenguajes del movimiento y la performance.
Esta edición se renueva la colaboración con el museo de arte moderno y se suman dos cómplices más, Espai LaGranja y La Mutant, pero el público no es el único que puede saciar su curiosidad: a las creadoras participantes también se les ha planteado la posibilidad de mirar el mundo a través de otros ojos. El comisario Santiago Ribelles ha emparejado a dos socias de APDCV con dos artistas para que polinicen y atraviesen sus obras. Paula Romero interactuará con Aitana Cordero y Sandra Gómez con Juan Diego Calzada y su alter ego musical, Isabel do Diego. A este punto de partida lo han llamado prácticas para compartir prácticas.
“La persona que viene de fuera puede intervenir y aportar su mundo estético, pero apoya el trabajo de la coreógrafa valenciana, apuntala su trabajo. Entran a entender la práctica de la artista para agrandarla o, a veces, incluso, mostrar sus contradicciones”, adelanta Ribelles.
Ambas parejas han creado sendos talleres de manera conjunta. Hoy, miércoles, 13 de diciembre, será la primera vez que unas y otras coincidan físicamente. Hasta el momento han colaborado a través de todas las variantes del trabajo a distancia: Zoom, Drive, correo electrónico y WhatsApp.
Las prácticas propuestas en el taller se han ido construyendo a través de la interlocución entre las participantes a partir de los intereses y metodologías de las valencianas y su resonancia en las prácticas artísticas de las invitadas.
“En vez de ser algo intelectual y teórico, esta vez hemos querido centrarnos en lo que es más importante en los procesos artísticos: las prácticas que utilizan en el momento que van a crear”, explica el comisario.
Romero y Cordero desarrollarán su taller las mañanas del 14 al 16 de diciembre en el IVAM y Gómez y Calzada, esos mismos días por la tarde en el Espai LaGranja. El día 17 se realizarán las muestras de estos trabajos conjuntos en La Mutant.
En los emparejamientos, Ribellees ha tenido en cuenta la carrera desarrollada por las socias de APDCV. “En los últimos tiempos, Sandra Gómez está explorando el sonido y su mutación y alteración a través del cuerpo, pero también con máquinas, loops y micros, así que pensamos que era interesante enlazarla con el trabajo de Isabel, que también trabaja el sonido con las acciones que realiza en escena”.
La conexión entre Paula y Aitana se basa, en cambio, “en la desaparición del sujeto, la huella o rastro que deja la experiencia, la afectación del espacio, hacer el cuerpo visible e invisible, la experiencia del cuerpo que entra en contacto con otro cuerpo y los límites del espacio institucional y cómo moverse en su intersticio”.
Romero considera a Ribelles un excelente casamentero: “Ha tenido muy buen ojo. Aitana es una artista a la que sigo desde hace tiempo, forma parte de mis referencias desde muy joven por cercanía no solo a nivel espacial, pues he hecho talleres con ella, sino también generacional”.
A la bailarina y coreógrafa, su pareja de baile le ha transmitido una gran confianza en estos meses previos de intercambios. Sostener desde la distancia los mimbres de este taller ha implicado que ambas se mostraran vulnerables. Es una construcción previa cargada de abstracción que cristalizará los días del taller.
“Aitana tiene una capacidad para hacer las preguntas justas en el momento justo que me ayuda a cuestionarme por qué estamos yendo en esa dirección y no en otra. Ha sido un aprendizaje muy bonito, porque en su rol de acompañamiento ha abierto espacios a partir de interrogantes que no ha hecho falta contestar sino que al abordarlos juntas, se abre un espacio que da aire y nos ayuda a seguir cuestionando”, detalla.
Paula Romero estrenó este año en La Mutant una pieza poética y física titulada Un muro de paso.
El proyecto se desarrollaba poniendo en diálogo los lugares de paso, el cuerpo y un hinchable de grandes dimensiones que, dependiendo de la cantidad de aire que contuviera, obstruía el paso o funcionaba como un material maleable que puede ser intervenido y reconfigurado a través de la acción.
“Durante nuestros intercambios, nos dimos cuenta de que Aitana también trabaja desde lo objetual, en la creación de nuevos cuerpo, diferentes, extraños, más o menos grandes, y que a ambas nos interesa la huella o el rastro que deja la experiencia”, revela.
De hecho, en otra pieza que desarrolló en el Museo de Bellas Artes, Tots els quadres un quadre, fruto de su reflexión sobre el valor de lo que perdura y de lo que es perecedero, se alió con la ilustradora alicantina Eixa para desarrollar un desplegable que dejara constancia gráfica.
“Lo que queda de lo escénico es la experiencia del espectador y el performer. Es un acto efímero, así que nos parece importante dejar huella en otro formato, archivar desde la experiencia”, argumenta Romero.
Su práctica compartida con Aitana Cordero avanza que consistirá en “atravesar el espacio institucional y los protocolos que lo definen, manipular objetos hinchables en ese atravesar que pone en tensión el cuerpo y el aire en el transcurso y mapear el espacio a través de esa experiencia corpórea”.
La selección de Motors de creació combina artistas de largo recorrido con trabajos más recientes. Este año el bagaje coreográfico lo aporta Sandra Gómez, quien lleva años desarrollando una línea de investigación sobre cuerpo, movimiento y sonido a partir de la práctica escénica.
Para su dupla con Juan Diego Calzada/Isabel do Diego, la creadora se ha planteado un puñado de preguntas. Ambas se plantean sondear cómo habitamos los espacios que compartimos con los otros y de qué forma podríamos habitarlos si escuchamos de otro modo, qué relaciones podemos establecer desde la escucha y cómo nos afecta y cómo resuena en nosotras el sonido producido por otro cuerpo.
El taller en ciernes se desarrollará de una manera eminentemente física, centrado en el oído y la escucha del propio cuerpo, del espacio, de objetos y de maquinarias tecnológicas que trabajan el sonido y lo manipulan como base para la construcción del movimiento y de la voz.
Gómez es de solos, pero al mismo tiempo, necesita nutrirse de otras voces, otros cuerpos y experiencias, «así que aunque haga espectáculos unipersonales, no aparecen por arte de magia, sino que todos constan de unas referencias e influencias, de un conocimiento compartido y común”. Esto es, a pesar de tener el hábito de trabajar en ese formato, la bailarina y coreófrafa necesita de otras aportaciones y puntos de vista para crecer.
Gómez conocía a su ahora compañero por su trabajo en Vértebro, el colectivo transdisciplina que Calzada comparte con Ángela López y Nazario Díaz.
“Hemos emprendido un caminito vía videoconferencia donde hemos compartido nuestras maneras, visiones y propuestas. Aunque cada uno tengamos nuestra propia manera, hay algo en común que nos podemos potenciar el uno al otro. SUno de los procedimientos que vamos a usar es el de la amplificación del sonido y el registro. iento curiosidad por ver las posibilidades de las máquinas con las que va a jugar. Lo bueno está por venir, que es la práctica en sí”, se ilusiona.