Queridos lectores, cuando el grupo Plaza me ofreció esta tribuna quincenal, lo primero que tuve que hacer fue decidir el título genérico de una columna con la que quería invitarles a analizar, siempre desde el respeto y la reflexión serena, si nuestra amada España avanza por la necesaria senda de la mejora de la calidad democrática o si por el contrario escribimos nuestro deambular democrático con renglones torcidos en lugar de con trazo firme y caligrafía cierta.
Recurría entonces a un símil con el que pretendía retratar la fragilidad de cualquier sistema democrático cuando se utiliza la política para polarizar la vida ciudadana, señalando que un país que tal paso da no hace sino discurrir un transitar que tiene un muy difícil paso atrás. Por eso recordaba que es "muy fácil convertir un acuario en una sopa de pescado, pero casi imposible convertir una sopa de pescado en un acuario". Y en ese mismo empeño seguimos esta semana con el presente artículo.
Por eso les cuento que la semana pasada compartí mesa y mantel con un buen amigo mío diputado socialista catalán que, sobre la realidad de Cataluña, añadía una interesante consideración al afirmar que el PSC no era sino el único stopper capaz de frenar al independentismo catalán que consideraba, a la vista de los últimos resultados electorales y en espera de las elecciones catalanas del 25, en retroceso frente a un socialismo cada vez más firme.
Raro es sacar nada en claro de una comida navideña, pero lo cierto es que tal afirmación merecía una reflexión que les invito, en la paz de sus hogares, a realizar hasta llegar a la conclusión que ustedes consideren oportuna.
Y ya puestos, ¿por qué no apurar dicha línea argumental para plantearles reflexiones semejantes? Veamos. Si la afirmación de que el PSC no es más que un firme stopper del independentismo es cierta, ¿no podría afirmarse lo mismo del papel que juega el Partido Popular con Vox? ¿Es el PP, como afirma la izquierda, el mejor y más firme aliado de Vox? ¿O por el contrario somos los únicos capaces de restar base social a una formación que defiende demasiadas cosas que están muy alejadas del sentido común?
No lo sé. Ya decidirán ustedes, pero lo cierto es que Abascal parece tenerlo claro cuando anuncia su deseo de romper los acuerdos alcanzados con el Partido Popular.
Y en la misma línea que apunta a que nada es, únicamente, lo que parece sino mucho más, parecen encajar las afirmaciones del señor Emiliano García Page cuando manifiesta no tener claro si el acuerdo de gobierno que ha alcanzado Sánchez con Puigdemont ha servido para evitar un gobierno de la derecha o si por el contrario sirve mejor para alimentar su base social al firmar unos pactos infames.
Y como cualquier comenzar no es más que un no parar, sigamos con la misma lógica. La incontestable y dulcísima victoria electoral del Partido Popular en las elecciones autonómicas y locales en las que el PSOE perdió todo su poder territorial, sin duda sirvió para afianzar un proyecto alternativo al sanchismo, pero ¿no sirvió también para dejar al socialismo sin líderes territoriales, con la única excepción a Page y por tanto sin nadie capaz de cuestionar desde dentro cualquiera de las decisiones del señor Sánchez?
Y otra más cuya respuesta tengo mucho más clara: ¿ataca el Partido Popular la Constitución cuando se empeña en defender que, como exige la Unión Europea, los jueces elijan a los jueces, evitando que el PSOE colonice el órgano de gobierno de los jueces, o por el contrario defiende el Estado de Derecho?
Como les decía, aquí si que lo tengo claro. Cuando el Estado de Derecho y la igualdad ante la Ley de los españoles están en riesgo, defender que los jueces elijan a los jueces me parece la única solución posible. Pero, por contra, tampoco podemos perder de vista que si el PSOE modifica las mayorías que se necesitan para nombrar a los vocales del CGPJ, que a su vez nombran a los magistrados del Tribunal Supremo, ¿no correrá éste un grave riesgo acercándose a un abismo de imprevisibles consecuencias y, con el Supremo, nuestra democracia se parecerá más a una sopa de pescado?
Y para terminar: ¿ha perdido Sánchez el oremus al enfrentarse a Israel y a Italia en la misma semana? – Sin duda -. Pero por contra, ¿dicha radicalidad no buscará ocupar el espacio político de un Sumar estancado y un Podemos en franca decadencia?
En fin, juzguen ustedes.