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Nanosegundos y 'pseudomedios'

Foto: KIKE RINCÓN/EUROPA PRESS
5/05/2024 - 

Ya tenemos el desenlace de los días de reflexión de Pedro Sánchez: se queda. Lo que nos falta por ver son los resultados de esa pensada. Si de verdad era para meditar, o de verdad, como muchos apuntan, era una estrategia para darle una pellizco no solo al electorado progresista para que reaccione -las elecciones catalanas y europeas lo certificarán-, o si es toque de atención a todo el bloque de investidura para que se socialicen los golpes. El tiempo nos lo dirá.

Lo que sí ha conseguido Sánchez, y ese creo que es su mérito, además de poner el foco donde él quería, es conseguir que la política vuelva a los nanosegundos. Nanosegundos, que todo sea dicho, también pueden tener efecto boomeran si no se consiguen los resultados planteados. Veámos, en menos de 15 días, el PSOE ha pasado a tener unos buenos resultados electorales en Euskadi -le permiten mantener a sus dos socios vascos sin enfadar a ninguno de los dos- a plantear la reflexión de la continuidad de su secretario general como un plebiscito a los que que partidos de su izquierda y la militancia han tenido que responder a su favor para que el foco se resituara. Es posible que el domingo que viene ya no nos acordemos de nada, obtenga el PSC un bueno resultado o no. Y es posible que esa amnesia colectiva que nos ha impuesto Sánchez se prolongue hasta el 9 de junio si los socialistas logran un resultado más que aceptable y la diferencia con el PP queda alrededor de los tres puntos en porcentaje de voto. Entonces, Sánchez habrá dado por buena su reflexión. Qué Sumar saque un mal resultado, que el PP se coma a parte de Vox, que Puigdemont pueda ser president de la Generalitat...Todo lo que se eso, merecerá otra reflexión y pasar otra pantalla. Ahora todo lo que sea un descalabro socialista, el foco volverá a Sánchez y a la continuidad de su gobierno. Pero para entonces ya no tendrá tantas armas para distraernos. Los nanosegundos habrán terminado.

Ahora bien, pase lo que pase, el debate que parece que quedará sin resolver será el de los pseudomedios.  Aquí el compañero Javier Alfonso ya lo explica con todo detalle. Pero tampoco hay que irse a la capital del reino para ver cómo se las gastan. A nuestro alrededor también hay muchos pseudomedios de comunicación, que reciben la inyección del dinero público sin que nadie compruebe quién está detrás; si tienen solvencia económica, si pagan lo que debieran a sus profesionales; si se cumplen mínimamente unas condiciones dignas de trabajo. 

Lo más fácil para algunos -y en esto, para todos los partidos hay pocas excepciones- es que te publiquen las medias verdades que a veces los políticos difunden. En este caso, el medio serio y riguroso tiene las de perder: sus titulares no suelen ser tan tendenciosos y no generan réditos rápidos, como quiere el servidor público. El ejemplo lo hemos visto con el affaire del edil José Navarro de Elche y su dimisión. En este caso, los medios de comunicación locales, que (creo que) fuimos lo más cuidadosos con el asunto, como bien apuntó Cristina Medina en esta misma tribuna, salimos igual de escaldados que aquellos que usaron el caso para rellenar tertulias y regodearse con los titulares. No hubo distinción. Pero los más cuidadosos hemos pagado justo por pecadores.

Podríamos citar muchos ejemplos. Pero tampoco viene al caso. La gente con criterio tiene la memoria suficiente para ver cómo actúa cada cual. Tener audiencia es muy fácil; disparar contra objetivos seleccionados también. Lo difícil en este negocio es tener credibilidad. En el fondo, si hay pseudomedios, medios untados hasta las cejas para que digan lo que el político de turno quiere, es porque el político ha dejado de hacer bien su función: convencernos, incluso a los periodistas, de que las medidas que toma son (o pueden ser) acertadas. Es mucho más fácil patrocinar al mensajero y que diga que él diga sin opción a la repregunta, a la crítica o al reproche. A Pedro Sánchez le hubiera ido mucho mejor -más allá de los nanosegundos que nos ha impuesto- de haber convencido que lo ha hecho su esposa está en lo correcto y no existe amonestación pública, ni si quiera ética que valga. Entonces, sí que tendría más razón en sus críticas en aquellos medios que primero disparan, y después contrastan. 

Pero ya saben, cada vez que hay un cambio de gobierno, sea del signo que sea, aparecen nuevos medios escritos y digitales, sin preocuparse de los que están tienen solidez, hacen bien su función y en condiciones que establece la legislación. El ejemplo lo tienen en las cadenas de televisiones o las radios: no cambian; suelen ser las mismas, gobierne quien gobierne.  Así que, por mucho que nos pese, este episodio lo volveremos a ver, sobre todo, en los medios digitales, a no ser que la nueva Ley de Publicidad Europea aporte la luz que ahora no tenemos y distinga en algo tan básico como disponer de una licencia para poder ejercer una actividad, máxime de servicio público, como es un medio de comunicación escrito o digital. Ayudaría a separar el grano de la paja y acabaría con la piratería (que la hay).

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