El máximo representante de la industria azulejera analiza el momento actual marcado por los elevados precios de la energía que están afectando a la competitividad y, de modo especial, a la rentabilidad de las empresas. Vicente Nomdedeu ofrece una fórmula para salir de ésta: "Si todos perdemos un poco, no lo perderemos todo".
CASTELLÓ. Si en 2020 la llegada de la pandemia trastocó los planes de la industria cerámica castellonense, que logró salvar el año de manera sobresaliente, el brutal encarecimiento de la energía y las materias primas de los últimos meses han puesto contra las cuerdas a un sector gasintensivo que se enfrenta hoy a uno de sus momentos más complicados y, lo peor, sin visos de mejora. El presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos -Ascer- Vicente Nomdedeu, analiza la situación mientras, sobre su mesa, llegan a diario los informes de un gabinete de crisis constituido en la organización con el fin de chequear puntualmente unos episodios que le han llevado, en los últimos meses, a pisar despachos ministeriales y oficinas comunitarias. El sector calcula que acabará el año con un 18% más en ventas, por lo que el empresario remarca que "no nos encontramos ante una crisis de demanda, sino ante una crisis de costes" para lo que receta su fórmula: "Más colaboración público-privada, aprovechamiento de los fondos europeos y, sobre todo, que, de manera momentánea, todos estemos dispuestos a perder un poco para que no lo perdamos todo".
-¿Cómo me describiría el momento que vive el sector con los costes energéticos?
La situación ha empeorado en este tramo final de año. Los precios de la energía no han parado de subir mientras que los costes de emisión de CO2 se mantienen altos aunque, a día de hoy, estables. Si se mantienen estos precios a lo largo de 12 meses estaríamos hablando de una repercusión directa en el sector en unos 700 millones de euros. Por lo tanto, la situación está lejos de mejorar. Desde el comité de crisis que hemos creado en Ascer seguimos la tendencia diaria a los precios del gas, el CO2 y la electricidad y no hay sitio para muchas alegrías. Hay que recalcar que el coste que más nos perjudica es el precio del gas, el segundo factor que nos afecta es el CO2 y por último, la electricidad; en este último caso, sencillamente, por el rebote que representa el encarecimiento de los dos primeros.
-¿Y cuál es su previsión?
Nos tememos que tanto los elevados costes del gas como el CO2 se mantendrán en el tiempo. Estamos esperando que el precio del gas se mantenga porque en el mundo hay muchas economías y países que disfrutan de una permisividad a la hora de pasar del contexto actual al escenario de equilibrio en cuanto a la eliminación de combustibles libre de emisiones. Si para España y Europa este equilibrio está fijado en el 2050 -fecha en la que tendremos que haber dejado de emitir CO2- en países como India, es el 2070 o China, el 2060.
Si vemos que en China el consumo de gas para su industria representa apenas el 6% de su consumo energético, puesto que casi todo lo hace con carbón, en esta evolución hacia la descarbonización que nosotros ya entramos hace años, su dependencia del gas irá creciendo, por lo que el precio de esta última fuente de calor se mantendrá más alto. La razón es simple: crecerá la demanda de los recursos gasísticos que hay ahora.
Otro motivo por el que creo que el gas seguirá caro es porque en Europa no hay. Tenemos que importar. Por lo que dependemos de productores como Argelia, que recientemente ha cerrado uno de los dos gasoductos intercontinentales. Tendrá que venir más gas licuado, lo que supondrá un nuevo sobrecoste.
Todos los indicadores nos están mostrando que el gas no va a volver a estar al precio de antes de esta crisis. Y lo mismo pasa con el CO2. Posiblemente, en unos meses pueda llegar a 80 o más, porque estos derechos de emisión es, en gran medida, un impuesto revolucionario que a la Administración europea parece que le va bien. A esto añado que a los productores de gas, que están viendo cómo antes o después verán reducido sus ingresos, aprovechan para encarecerlos.
-Entonces, ¿qué solución ve a este panorama?
Necesitamos que las administraciones públicas nos escuchen más y atiendan nuestras reclamaciones. Debe haber más colaboración público-privada. Tanto las empresas productoras de energía como los consumidores, los que promueven ese proceso de descarbonización... deberíamos sentarnos en una mesa todos, escucharnos, planificar, marcar acciones y hacer un seguimiento. Porque de lo contrario, llegarán situaciones no agradables para la economía y la calidad de vida de los ciudadanos coincidiendo, además, con lo que puede representar la llegada de los fondos europeos.
- ¿Cómo ve la llegada de los fondos europeos?
Pues no sabemos muy bien cómo se van a tramitar estos fondos. Lo poco que ha llegado a España ha servido para tapar agujeros o para gasto, cuando estos fondos están pensados para inversiones que están perfectamente definidos: digitalización, medio ambiente e innovación. Es decir, si estos fondos los dedicamos a otros asuntos que no están bajo estos epígrafes, efectivamente el proceso de transformación se complica mucho. Es decir, los sectores deben pasar por una enorme transformación de sus procesos productivos. Mientras estamos probando el cambio del gas a otras energías estaremos siendo menos competitivos. Para eso deben servir los fondos europeos. Así que los consumidores de gas somos los que más vamos a sufrir, junto a la industria electrointensiva.
Hay que señalar que la industria en general está emitiendo un 21%, el sector cerámico está emitiendo el 1% y sin embargo estamos contribuyendo y pagando por emisiones de CO2 casi por el doble (el 1,8%). Todos estos factores no ayudan a ver las cosas peor incluso que hace apenas dos meses, pero no por ello dejamos de pelear todos los días por lo que creemos y hacerlo en todos los estamentos posibles.
-En este tiempo ha pisado muchas despachos...
Así es. Formamos ya parte de la mesa interministerial que congrega a todos los sectores industriales afectados y nos reunimos todas las semanas, con la presencia de sendas ministras de Industria y de Transición Ecológica. Por otro lado, tanto las autoridades autonómicas y provinciales son plenamente conscientes de la problemática.
También hemos estado en Bruselas y nos encontramos a la espera de que se concrete una fecha para reunir al ministro italiano y la propia ministra española de Transición Ecológica, los presidentes y secretarios generales de Confindustria Ceramica y Ascer y, todos nosotros, nos reunamos con la Comisión Europea en Bruselas en una cita que ya teníamos avanzada estas dos asociaciones hace un par de meses.
Hay que decir que lo mismo que nos está pasando en España les está pasando a Italia y prácticamente a toda Europa, menos a los países del Este que basan aún su industria en el carbón, como es el caso de Polonia o Hungría. Todo lo que se ha hecho en España e Italia desde los años 80 de reducir un 60% las emisiones, ellos no están en ese porcentaje. Empiezan más tarde a hacerlo y el trabajo que nosotros hemos venido haciendo parece ahora no contar en los objetivos marcados actualmente. A ellos, como no lo han hecho, no le cuentan esos objetivos y ahí tienen una ventaja competitiva con respecto a nosotros. Es más permisiva toda la normativa europea con esos países que con Italia y España.
- ¿Y de qué manera está afectando ese incremento de costes al precio final del producto cerámico?
Esos costes se han venido repercutiendo, pero la velocidad con la que suben los costes no es igual a la velocidad con la que nosotros podemos repercutir los precios. Las subidas de estos costes son bastante frecuentes y no podemos ir en paralelo. Es imposible estar todos los días subiendo los precios de nuestros productos. En el ámbito internacional porque nuestra competencia fuera de Europa no sufre todas estas vicisitudes y, por lo tanto, los clientes van a desviar sus compras a esos países cuya regulación es más laxa y no tienen estos sobrecostes que tenemos nosotros.
-Eso supone un riesgo importante...
Evidentemente, hay un riesgo evidente de pérdida de clientes, pero lo más grave es que nos exponemos a un riesgo de pérdida de posicionamiento en muchos mercados internacionales. Por otro lado, en el mercado nacional está el efecto de la inflación. Subir los precios cuando nuestros distribuidores o nuestros clientes ya tienen comprometidas obras, proyectos… a unos precios con penalizaciones que no se cumplen no es sencillo. Que el último consumidor de la cadena tenga que pagar incrementos de costes de este tipo... pues lleva a que si hoy la inflación la tenemos en el 5,5%, al final de año puede ser que supere el 6%.
"ES UNA PARADOJA TREMENDA QUE HAYA CASOS DE PARADAS DE PRODUCCIÓN CUANDO RESULTA QUE LA CARTERA DE PEDIDOS ESTÁ LLENA".
Es un tema crítico porque lo que está ocurriendo hoy no es una crisis de demanda, es una crisis de coste. El sector tiene una cartera de pedidos alta, diría incluso mejor que la que hemos tenido en los últimos años, y no podemos atenderla porque somos incapaces de mantener los márgenes. Es más, en algunos casos se ha pasado a pérdidas. Por lo tanto, todo suma y el riesgo es mayor cuando más subimos precios, hay inflación alta derivada del alto coste o si los salarios suben... sería un círculo vicioso difícil de digerir por el sector.
Este ciclo vicioso se da en un panorama que todos estamos viendo , con un PIB por debajo de las previsiones oficiales y que está originando una tormenta perfecta de consecuencias imprevisibles. En los libros se le conoce como estanflación. Hay quien dice que estamos lejos, hay otros que señalan que estamos más cerca de lo que creíamos y no falta quien asegura que ya hemos entrado en este proceso.
Por lo tanto, es una paradoja tremenda que haya casos de paradas de producción cuando resulta que la cartera de pedidos está llena.
- ¿Hay azulejeras que han parado producción por los elevados costes?
Oficialmente no tenemos noticias en Ascer que se esté produciendo, pero si reflexionamos sobre todo lo que hemos comentado, al final es lo que puede suceder. No nos debería sorprender. Pero lo que no debe quedar ni un ápice de duda es que el primer elemento que va a sufrir las consecuencias de estos cierres de producción serán las cuentas de explotación. El empresario optará siempre por esta primera baza. Si en este proceso se llega a pérdidas, si se llega a no tener tesorería, entonces la cosa es cuando se complica de manera irremediable.
- ¿Hay que temer por el empleo?
Vamos a buscar todas las fórmulas posibles, como vacaciones pendientes, acuerdos con los trabajadores para que todo esto se retrase. La última parte de toda esta secuencia negativa debe ser la que afecte al trabajador. Pero si esta situación dura más de lo deseable igual esto no es posible. Por otro lado, habrá empresas cuya salud financiera sea holgada y podrá aguantar más tiempo esta situación, pero habrá otras que se vean más perjudicadas. Hablar de manera uniforme de estas empresas es complicado porque la situación en cada una de ellas varía de manera importante.
Hay que remarcar que no hay crisis de demanda, hay incremento de costes que obligan a parar la producción y esto lleva a ajustarnos.
-Hábleme de esos ajustes de los que habla.
En este proceso de encarecimiento de costes hemos reformado y cambiado parte de nuestros modos productivos, embalajes, etcétera, porque siempre puedes ajustar y ser más eficiente. Esa espiral de incrementos de costes, aumento de precios… repercute en un factor económico no menos importante como es la productividad. Si nosotros, en esta tesitura, no somos capaces de ajustar costes en favor de la productividad, el PIB nunca va a subir. Ser menos productivo significa que mi aportación al PIB va a ser menor. IPC alto, PIB bajo y desempleo alto. Es un escenario al que no debemos llegar y para el que debemos reforzar la colaboración público-privada.
-¿Y qué fórmula propone para hacer frente a esta crisis de costes?
Estamos en una situación en la que si no perdemos todos un poco, posiblemente perderemos todos mucho. El Gobierno tiene que dejar de ingresar, al menos temporalmente, y tendrá que facilitarnos salir de tarifas reguladas, reducir los peajes del gas, reducirnos las cargas en las actuales facturas energéticas, realizar compensaciones que de, alguna forma, no supongan ayudas de Estado para que el CO2 no nos suponga agujeros en las cuentas de explotación… es decir, nos tiene que apoyar con una batería de acciones porque es ahora cuando a los sectores nos hace falta eso, repito, aunque sean temporales. Ojalá sea todo lo más corto posible, pero si no lo hace será complicado salir de ésta.
Las grandes empresas generadoras de esa energía tienen que ceder, porque son las que ganan dinero y, además, son pocas, por lo cual también ellas, aunque sea temporal, deben renunciar a una pequeña porción de sus beneficios para ayudar a la industria.
Nosotros, sin poner mucho empeño, somos incapaces de reflejar el incremento de costes en el precio final del producto. Y le pasa lo mismo al proveedor que viene detrás de la cadena. En esta cadena de la industria está claro que vamos a perder porque el último cliente consumidor no puede pagar todo esto.
Como en todas las crisis, ésta la pasaremos, pero no sé decir en cuánto tiempo ni el coste que nos supondrá a todos. Cuanto antes la pasemos, mejor; pero para pasarla en cuanto antes, lo reitero, tenemos que perder un poco todos para no perder todos mucho.
-¿Cómo cree que afecta esta situación a la próxima feria de Cevisama y cómo valora las anunciadas ausencias?
Hay que decir que si la feria ha decidido hacer este evento, el comité del que forma Ascer apoya esta decisión y trabajará para que este salón salga lo mejor posible para el ente ferial, para el cliente expositor, para el cliente consumidor y para todos aquellos que, de alguna manera, puedan beneficiarse como es el turismo, el ocio, transporte, etcétera.
Estamos en el proceso de búsqueda de clientes y el resultado está siendo muy satisfactorio ya que, como ya se ha anunciado, los ocho pabellones programados ya están al 90% de espacio ocupado.
Se están realizando acciones promocionales en Estados Unidos, Reino Unido, etcétera. Otra cosa son los aspectos externos a consecuencia de la coyuntura de la covid… estamos expuestos, pero si se decide hacer feria nosotros trabajaremos para que ésta sea un éxito. La voluntad de hacerla está clara, la incertidumbre externa es elevada, pero si se mantiene, el clúster trabajará lo que haga falta para fortalecer este salón.
La decisión de su existencia no es de Ascer, ni siquiera la decisión de que se haga o no. Todo es un contrato entre una empresa privada y la institución ferial. Cada uno tiene que tomar las decisiones en función de la situación crítica que hay, que es muy especial, y por otro lado estas decisiones empresariales obedecen a cuestiones estratégicas y de márketing de cada una de estas compañías.
-Recientemente, Ascer ha cerrado filas en torno a Luis Martí para que sea el nuevo presidente de la CEV en Castellón una vez que Sebastián Pla ha anunciado su marcha. ¿Qué les ha llevado a decantarse por el primero?
Pues nos decantamos por Luis Martí porque creemos que es la persona idónea para relevar a quien ha sido un gran presidente como es Sebastián Pla. Luis es una persona que tiene experiencia en temas de asociaciones, pero sobre todo es que, a lo largo de su participación en la junta directiva de la CEV en Castellón, nos ha demostrado día a día que es una persona entendida, que se expresa con claridad, luchadora por los intereses de su sector y de Castellón, y es transparente. Llegó y, ante el aviso de Sebastián Pla de que su etapa al frente de la CEV en Castellón llegaba a su fin, dio un paso al frente que nosotros apoyamos.
Y qué decir de Sebastián Pla. Ha asumido con gran acierto esta etapa, enormemente complicada y de gran desgaste, sacrificando tiempo a su familia y a su empresa, por lo que no podemos sino agradecerle el trabajo y la dedicación. La propuesta de Luis Martí salió de la asociación Networking Directivas de Castellón que, en una junta directiva nos lo propusieron. Nos dimos un tiempo que nos ha servido para valorar su trabajo, compromiso y valía. Desde Ascer le deseamos el máximo éxito posible.
-Usted habla del fuerte desgaste que acompaña a un cargo de responsabilidad... ¿acaso se está planteando la retirada?
Cuando planteo esta cuestión es porque siempre he sido partidario de una activa participación de los miembros de la junta rectora, no quiero que la asociación tenga un carácter eminentemente presidencialista. Los que formamos este equipo estamos muy preocupados por la situación actual y formamos un grupo con responsabilidades compartidas. Es bueno que así sea y anima a la participación de los asociados, para el funcionamiento de la propia organización. Hay más visibilidad, trabajo compartido con los vicepresidentes, etcétera.
Repartir esas responsabilidades es importante y tiene sus frutos. El presidente no puede estar en todos los sitios. Hay que rotar en los cargos. Y el que está arriba puede estar, llegado el día, en un peldaño más abajo. En Italia se hace bien, de tal forma que el presidente saliente se queda en la junta en los años venideros y de esa manera el presidente entrante no empieza de cero. Hay una continuidad y resulta razonable para una transición llevadera. Nosotros, para hacer eso, tendríamos que retocar un poco los estatutos, pero todo se verá.
Le diré que seré presidente en los dos años que me quedan y, si la gente lo quiere, estaría otros cuatro años, pero debo decir que uno no puede estar en un cargo de esta naturaleza más de 8 años porque es contraproducente para el colectivo, pero también para la propia persona que ocupa esta responsabilidad.