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Óscar Lasarte: "Soy un 'viejoven': siempre me ha gustado el humor de Gila, la música y la ropa de los ochenta"

El actor de Dénia se mimetiza en Gila en una fábula antibelicista sobre los años de juventud del referente del humor, estrenada en el Festival de San Sebastián

29/09/2024 - 

VALÈNCIA. Miguel Gila decía que lo malo de la guerra es que uno no sabe ni cuándo ni dónde ni nada, que no te avisan con tiempo. En julio se cumplieron 23 años de su muerte, pero tanto el archivo de TVE como el inabarcable sumidero de internet permiten recrearse en el humor con el que barnizaba el absurdo y la crueldad de la contienda. Con su casco y su abotonado uniforme militar, tras una trinchera, asido a un teléfono. 

El director Alexis Morante ha decidido rendirle un homenaje a este referente del humor del siglo pasado, pero remontándose a su juventud, rastreando con ánimo onírico las vivencias traumáticas tras sus chistes. Porque como descubrimos en esta película que arranca como una cinta de aventuras y se torna tragedia, a su protagonista lo fusilaron mal, le mataron a un amigo y asistió a la decadencia por Alzheimer de su abuela.

El Festival de San Sebastián ha acogido el estreno de ¿Es el enemigo?: la película de Gila, una fábula antibelicista que llegará a los cines el próximo 13 de diciembre y supone mirar bajo otra luz al genio de la comedia y descubrir al actor, cómico y mago que se mimetiza en su protagonista, el actor de Dénia Óscar Lasarte. 

- Antes de hacer esta película ¿ya considerabas el humor como un arma?

- Sí, desde pequeñito, porque mi abuelo nos inculcó cómo afrontar las tragedias con mucho sentido del humor, ya que te ayuda a atravesar la vida sin que las penas sean tan graves.

- En el arranque de la película, tu voz en off cuenta cómo el padre de Gila decía que no había nada de lo que no pudiéramos reírnos, hasta que estalló la guerra. ¿Te identificas con esa frase?

- La película ha reforzado la idea que ya traía de casa. A pesar de que vengan muchos temas escabrosos o duros como pueden ser la guerra, las muertes y las ideologías, no hay nada de lo que no podamos reírnos. 

- ¿Qué hace un chaval de 14 años admirando a un señor que había sido un referente del humor para sus padres y abuelos?

- Soy un "viejoven". En general, siempre me ha gustado mucho más todo lo relacionado con los ochenta, la música y la forma de vestir de aquella década. Mis padres y mis abuelos eran muy fans de Gila. De hecho, uno de los primeros chistes que entendí en la vida fue: «¿Y cuantos van a ser? ¡Tantos! No sé yo si va a haber balas para todos. Bueno, nosotros las disparamos y ustedes se la reparten» (enuncia el chiste metamorfoseando su voz en la del humorista madrileño). Hice clic y me di cuenta de que era muy fuerte, pero me encanto que hablara de la vida de esa manera.

- ¿Cómo lo descubriste, en alguna reposición de televisión?

- En los recopilatorios de nochevieja en televisión, donde también salían Martes y Trece. Después, cuando yo era yo era pequeño, apareció YouTube y pude empaparme de personajes que me parecían muy genuinos, como Gila y David Copperfield.

- En la adolescencia incluías en tus actuaciones, el célebre monólogo de Gila ¿Es el enemigo?, pero tu familia te disuadió de mantenerlo en el repertorio. ¿Se lo recordaste cuando pasaste el casting para darle vida en esta película?

- Mi madre y mi abuela me dijeron que no me salía muy bien, pero para que no queden como las malas, con los años practicas, te sirves de otras herramientas como la voz y mejoras el borrador de la imitación que tenía construida. Las dos lloraron cuando les di la noticia. Han sido muchos años de trabajar de camarero, en tiendas de ropa. Así que una oportunidad es un sueño hecho realidad.

- ¿Te animó tener que recrearlo en una etapa de la que no hay registro audiovisual?

- Fue un alivio saber que mi actuación no tenía que ser una imitación híperfidedigna de cada movimiento y cada gesto. Podía mantener trazos de sus apariciones en televisión, pero ser un Gila distinto. Eso me ha permitido ser un poco más natural. Mezclar lo que yo intuía con el personaje que todo el mundo conocía. Ha sido muy interesante poder jugarlo.

- ¿Cómo has trabajado la voz?

- Trabajamos dos formas: una con el acento mucho más exagerado, que es el más conocido y empleamos para la voz en off, y otro más rebajado, que viene de  Zamora fundido con un deje madrileño pegado al cliché.

- ¿Qué hay del lenguaje corporal? Hay un componente clown. 

- También me ayudó adelgazar. Como era la guerra civil, rebajé el músculo a partir de una dieta con ejercicio que supuso que perdiera cinco kilos. Al haber hecho mucha magia cómica he hecho mucho clown durante años. Mi madrina de hecho es clown, Mónica Palacios, una actriz de Dénia. Mi abuelo también era, genuinamente, muy clown. El tema era no sobrepasarse, que no fuese muy exagerado. Al final hemos mezclado la situación de comedia con la de apuro, a partir de las desgracias que le pasan, y mezclar con cómo se movía Gila. Me inspiré en una de las primeras pelis que hizo, El hombre que viajaba despacito (Joaquín Luis Romero Marchent, 1957). Ahí se mueve mucho y tiende al clown.

- En los últimos tiempos está hablando mucho de de la cultura blanca, ¿crees que el humor puede serlo?

- Creo que sí. El humor blanco es el que se ríe de la vida, no de nadie, no de algo que le pueda afectar a alguien. Puede parecer contradictorio, porque nosotros también formamos parte de la vida, pero es una creencia personal. Todos nos podemos reír de lo que sea y hablo desde la experiencia personal de tener tragedias en mi familia, muertes, situaciones duras y reírme de eso sin sentirme ofendido.

-Si pudieras coger un palo, como sucede en la película, y fingir que hablas con alguien por teléfono, ¿con quién sería?

- Con mi abuelo, porque falleció justo cuando me mudé a Madrid, 2018. Le echo mucho de menos y al final, lo que hago y cómo lo hago, es por él