VALÈNCIA. Coger la cámara y caminar, esta era la premisa que el fotógrafo Pau Poveda tomó durante su estancia de nueve meses en Turquía. Abrazando su soledad y analizando el país logra capturar la consciencia primitiva del lugar y tocarla con la mirada a lo largo de unas 44 páginas a través de Isla de Perros, su nuevo fotolibro. Disparando desde octubre del 2022 hasta junio del 2023 Poveda logra reimaginar Turquía entre sus “paseantes” y sus callejuelas, un paseo que ahora hace de la mano de los lectores que se quieren acercar al país en Medio Oriente a través de sus ojos.
Su paseo visual comienza un día de nieve, en el que contempló que solo las personas que viven en la calle y los perros se quedan sin resguardo y se muestran al mundo. Contemplando eso comenzó su reflexión sobre lo que él llamaría “paseantes”, aquellos que están en las calles turcas y se prestan a su lente: “El país tiene ese aire, hay muchas personas que van vagando y que se prestan a ser capturados. Al fotografiarlos se suelen mostrar con amabilidad, tienen mucha hospitalidad… tanta que llega a abrumar”. En el caso de Poveda su idioma es el fotográfico, y sin controlar ni una pizca de turco logró inmiscuirse en la vida de los protagonistas que ahora hablan de su tierra en el fotolibro.
Fotos: PAU POVEDA
Confiesa que el proyecto nace sobre la marcha, y que cuando vió que ya tenía bastantes fotografías del país decidió buscar una especie de eje para ubicarlas con “un toque onírico, también peligroso y que cuente con las pinceladas de personajes que de alguna manera son entrañables”. A lo largo del fotolibro se ven perros, paseantes, calles a medio hacer, niños con pistolas de plástico y hasta escenas de “violencia”, elementos que para Poveda simbolizan una pequeña parte de lo vivido a lo largo de nueve meses. Entre sus fotografías destaca una de lo que parece una pelea real, que sucede al pedir un posado: “Estaba preparando un posado y ambos se empezaron a pelear por quién se ponía delante, para ver quien sacaba pecho, al final aprendes mucho más de estos momentos y queda una fotografía muy interesante”.
Durante la conversación sobre Isla de Perros resuena la palabra “violencia”, que él mismo considera que se atribuye de forma errónea a Turquía y a sus pueblos: “Se tiene una idea de que es un lugar violento y no lo es, no hay una violencia peligrosa. Cuando vino mi familia a visitarme paseábamos por los barrios y nos sentíamos siempre tranquilos, me gustaría que desapareciera ese estigma sobre el país”. En su experiencia confiesa que las personas a las que captura suelen ser muy hospitalarias, y que generalmente “prestan su mano y te hacen sentir que perteneces al lugar”.
Fotos: PAU POVEDA
El título, Isla de Perros, desvela además una historia antigua del lugar. Cuenta Poveda que hace unos cien años las calles se empezaron a plagar de perros, los animales servían para limpiar las calles de carroña y al criarse rodeados de gente constantemente muchas veces entretenían a los niños o hacían compañía a las personas sin hogar. Sin embargo, cuando comenzó el reinado del sultán Mahmud II, este decidió desterrar a todos los canes callejeros a Siviriada, un pequeño islote de las Islas Príncipe: “Cuentan los turcos que se oían los llantos de los perros, que quedaron desterrados y a los que dejaron morir allí”, explica Poveda, quien ahora le rinde homenaje a través de un fotolibro en el que cuenta la historia de los perros y los paseantes a través de imágenes en color y blanco y negro.
El libro sirve como una memoria de viaje, como una especie de álbum como los que se solían hacer antes. Un paseo que además libra a Turquía de su imagen estigmatizada y que permite al “lector” -u oteador, en este caso- sentir que va al hombro de Poveda a lo largo de casi un año. Según como se vea puede parecer que quien se adentra en Isla de Perros se convierte, sin quererlo, en uno. En un buen acompañante fiel, con la mirada pendiente a todo.