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opinión

Petróleo y gas vuelven a estar en el punto de mira del mercado

El conflicto entre Hamás e Israel mete presión a una de las principales preocupaciones del mercado como es la inflación, según explica el analista

17/10/2023 - 

MADRID. Después de unos años de tensa calma, un nuevo conflicto estalla en Oriente Medio tras el ataque sin precedentes del grupo terrorista Hamás a Israel. Todavía es pronto para determinar cuál será el alcance del conflicto; mientras que la implicación -o no- de Irán en ello es una de las cuestiones abiertas. Como también de uno de los mayores focos de riesgo para la comunidad internacional, ya que más allá de las implicaciones geopolíticas -en un momento donde e riesgo de una política de bloques está aumentando- tendría un impacto claro en el precio inmediato del crudo y, de paso, en una de las principales preocupaciones del mercado: la inflación.

El mismo fin de semana de los ataques, el prestigioso diario norteamericano Wall Street Journal publicaba un artículo asegurando que Irán podría haber apoyado a los terroristas de Hamás, y que dicha acción podría tener consecuencias en las conversaciones que mantenían Irán y Estados Unidos para que el primero abandone su desarrollo nuclear. Ello a cambio de que los norteamericanos eliminen las sanciones impuestas al país. En el momento de escribir estas líneas, fuentes oficiales de Estados Unidos aseguran que no tienen pruebas del apoyo de Irán a Hamás, aunque no lo descartan.

El meollo del asunto está en que la toma de potenciales represalias contra el régimen de Teherán podrían poner en peligro el paso de buques por el estrecho de Ormuz. Se trata de un conducto vital para el tráfico marítimo -especialmente utilizado por los exportadores de petróleo de la zona-, que Irán ya ha amenazado anteriormente con cerrar. Es verdad que si los iraníes cierran el paso tendría terribles consecuencias para su propia economía -de hecho ni en 2012 cuando se impusieron duras sanciones al país cumplió sus amenazas-. Sin embargo, también es cierto que con la reanudación de las sanciones por parte de EE UU en 2018 sí que se produjeron importantes incidentes, que afectaron al tráfico marítimo en la zona.

Una situación así sería demoledora para el comercio de crudo, ya que se estima que aproximadamente un tercio de todo el petróleo comercializado por vía marítima pasa por el estrecho de Ormuz. También es destacable que el 85% de ese tráfico se dirige a los mercados asiáticos, siendo Japón, India, Corea del Sur y China los principales destinos. De ese 85% se estima que un 35% tiene por destino China y, de esta forma, el gigante asiático queda implicado en el conflicto.

Estrecho de Ormuz

Pero a pesar de la importancia que tiene para China la ausencia de incidentes en Ormuz, lo cierto es que nunca se ha prestado a colaborar con otros países en garantizar el paso de grandes petroleros por el estrecho. En este sentido, si 'rascamos' más vemos que China e Irán tienen importantes lazos y compromisos comerciales a largo plazo como, entre otros, inversiones millonarias en el sector del petróleo y gas. China no se caracteriza por dejar claras ni sus alianzas, ni sus enemistades. Y, en esta ocasión, no ha cambiado su guion dejando en entredicho uno de los objetivos que venía persiguiendo su presidente Xi Jinping: presentarse como un actor internacional global o como el hombre de paz con el que ha pretendido presentarse en ocasiones recientes.

Además del impacto negativo que podría suponer en los precios del crudo una dificultad de abastecimiento de países como China o India, en el mercado se fijan en otro factor de inestabilidad en el crudo: el conflicto podría dinamitar el reciente acercamiento entre EE UU y Arabia Saudí con el que se pretendía que los saudíes reconocieran el Estado de Israel a cambio de la venta de armas estadounidenses, garantías de seguridad y ayuda para construir un programa nuclear civil. Dentro de los acuerdos, Arabia Saudí podría haberse comprometido también a incrementar la producción de crudo, algo que no se produciría.

Foto: Patrick Pleul/dpa-Zentralbild/dpa
Por otro lado, el mercado está muy pendiente de la evolución del precio del gas, que también ha experimentado importantes subidas y no sólo como consecuencia de las tensiones en Oriente Medio. Se teme que además de que podría interrumpirse la reanudación de las instalaciones de gas natural licuado (GNL) en Irán, también lo hiciera sobre otros productores en la zona, que cada vez tienen más importancia en la nueva producción de gas.

En el precio del gas inciden también las tensiones que provocan las huelgas en Australia -los trabajadores de Chevron LNG votaron a favor de reanudarlas-, así como el hecho de que se espera que las temperaturas desciendan a finales de esta semana en Europa. Además, el oleoducto conector del Báltico- entre Finlandia y Estonia- se cerró el domingo debido a una presunta fuga y su reparación podría llevar meses.

Consecuencias negativas

En definitiva, el precio de la energía aunque no tiene impacto directo en la inflación subyacente sí de forma indirecta, por lo que en un momento de mercado especialmente sensible a lo que puedan hacer los bancos centrales, unos precios altos de petróleo y gas podrían tener consecuencias negativas en los mercados.

A medida que el conflicto evolucione, los inversores deben estar preparados para ajustar sus estrategias en función de la volatilidad que pueda surgir en los mercados energéticos y financieros. La incertidumbre geopolítica, la interdependencia económica global y la importancia estratégica de la energía en la economía mundial hacen que este conflicto sea un tema de gran relevancia en el mundo de las finanzas internacionales.

Antonio Castelo es analista de iBroker

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