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LA OPINIÓN PUBLICADA / OPINIÓN

Pitos y normalidad institucional

Foto: EVA MÁÑEZ
14/10/2023 - 

Esta semana que ahora acaba es pródiga en símbolos, reivindicaciones, alusiones a nuestra gloriosa historia, sea cual sea ésta, "es más lo que nos une que lo que nos separa", y demás parafernalia de las fiestas populares cuando éstas se refieren a la celebración de la grandeza de un pueblo (sea cual sea éste). Y, dado que contamos con una festividad autonómica y otra nacional, además por partida doble.

Primero, el lunes, disfrutamos de la festividad autonómica, el Nou d'Octubre. En otros años, cuando gobernaron unos advenedizos de izquierdas que se hicieron llamar "El Botànic", el buen pueblo valenciano tendía a hacer saber su descontento por la vía de insultar a sus gobernantes en un "paseo de la vergüenza" anual que ríanse ustedes del "shame" de Cersei en Juego de Tronos (ustedes perdonen por utilizar referentes culturales en su día omnipresentes y de los que hoy nadie se acuerda). La cosa tenía mucha miga porque, además, ese espectáculo espeluznante se denominaba "procesión cívica", después de la cual algunos de los participantes en la misma ahondaban en el espíritu cívico de la misma y se disponían sabotear la manifestación del 9 d'Octubre que por la tarde congregaba al valencianismo político progresista.

Ahora, en cambio, todo va bien, porque superada la horrible pesadilla del Botànic, de cuyos ocho largos años apenas nos acordamos ya, ha vuelto a gobernar quien debe (si bien con la molesta presencia de Vox, pero no se preocupen: ya desaparecerán dentro de cuatro años, como lo hizo UV en su momento), así que todo en orden. Apenas cuatro insultos mal contados contra Compromís y cero incidentes en la manifestación posterior. ¡Para que luego se quejen, si están mucho mejor en la oposición!

En cambio, tres días después, en la festividad nacional del 12 de Octubre, quedó claro desde el principio que las cosas en España no van tan bien como en la Comunitat Valenciana. Nada bien, de hecho. Como ya es una inveterada tradición del evento, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue objeto de la crítica, mofa, befa y escarnio de parte de los asistentes al desfile militar con el que se celebra tan magna efeméride que conmemora la concordia y cooperación entre los pueblos. Hubo pitos, y no pocos, contra un gobernante que tras las elecciones ha descubierto súbitamente que es un escándalo que los dirigentes independentistas padezcan consecuencias legales por sus actos derivados del referéndum del 1-O, total, una chiquillada sin importancia.

(I-D) Pedro Rollán, Raquel Sánchez y Pedro Sánchez, durante el desfile del 12 de octubre. Foto: ALBERTO ORTEGA/EP

No es que Pedro Sánchez no merezca críticas por su enésimo giro de guion para conseguir perpetuarse en el poder contra cualquier sombra de coherencia discursiva (ha tenido que decir, el hombre, que cambió de opinión, porque está claro que se trata de un cambio de opinión radical respecto de lo que lleva diciendo los últimos cinco años, cuyo origen tal vez, sólo tal vez, tenga algo que ver con la aritmética electoral). Sin embargo, llama un poco la atención que los pitos en esta fiesta, como ya se ha dejado constancia, son una parte indisociable del evento, siempre y cuando tengamos un presidente del Gobierno que no sea del PP, pues ya con José Luis Rodríguez Zapatero el Día de la Hispanidad se celebraba como Día contra los Antiespañoles, centrado en su persona. Y el propio Pedro Sánchez lleva cosechando pitos desde que ocupa La Moncloa.

Lo cual, por cierto, no tiene nada de particular, ni de grave, y además es más que posible que los que pitan no lo hagan como producto de una acción concertada desde los partidos de la oposición (como han denunciado desde el PSOE), sino que pitan porque se lo pide el cuerpo. El político ya sabe que sus acciones están sometidas al escrutinio público, y éste puede derivar en diversas formas de protesta. Casi sería preocupante lo contrario: que un público que considera un buen plan de Día de la Hispanidad ir al desfile militar no pitase a un presidente del Gobierno que quiere amnistiar a los dirigentes independentistas.

También es verdad que se pita a Pedro Sánchez, y antes a Zapatero, año tras año, e incluso se les pitaba (pero menos, como ha sucedido este año en el 9 d'Octubre) cuando estaban en la oposición; en cambio, nunca se pita al presidente del Gobierno o de la Generalitat si éste pertenece al PP. Con lo que el hilo conductor de los pitidos aquí está claro: se pita si tenemos al gobernante equivocado, y además de pitar, se le pita con todos los aditamentos al uso: pedir elecciones, que para algo hace ya más de dos meses que hemos celebrado unas elecciones generales y estamos en un Gobierno en funciones que no tiene la potestad de convocarlas, y pedir que en esas elecciones el etarra Txapote vote al actual presidente del Gobierno, que también ese grito se oyó, y no poco, el Día de la Hispanidad. Después de todo: ¿qué hay más español, o al menos propio de determinada visión de lo que es España, que aprovechar el Día de la Hispanidad para criticar a otros españoles?

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