ALICANTE. La inteligencia artificial se está posicionando claramente como un nuevo impulsor de la economía. Su utilización por parte de las empresas es cada vez más intensa debido a los sustanciales beneficios que su uso genera. La inteligencia artificial ha venido para quedarse.
Con la utilización de tecnologías de inteligencia artificial (IA) las empresas pueden lograr mejorar las tomas de decisiones, mayor eficiencia en la producción y en los flujos de trabajo; además de optimizar los recursos para abaratar y hacer más sostenibles las actividades empresariales. Ya en 2019 la Comisión Europea -consciente de los beneficios de la implantación de las tecnologías y soluciones digitales en las empresas- quiso impulsar la transformación digital para abrir nuevas oportunidades a las empresas; impulsar el desarrollo de tecnologías fiables, fomentar una sociedad abierta y democrática, posibilitar una economía dinámica y sostenible y también ayudar a combatir el cambio climático. Un reto difícil pero no imposible.
El ámbito de aplicación de estas tecnologías de inteligencia artificial es muy amplio, tal y como aparece en el siguiente gráfico: automatización de los flujos de trabajo, machine learning, minería de texto, reconocimiento de imágenes, procesamiento de imágenes, tecnologías que permiten a las máquinas moverse físicamente observando su entorno y tomando decisiones autónomas y, por último, la generación de lenguaje natural. Podemos observar que las empresas están implementando estas tecnologías sin importar el tamaño, aunque sí que es verdad que las empresas grandes han tomado la delantera anticipando sus necesidades futuras.
Está claro que los países que buscan posicionarse para beneficiarse al máximo de la IA querrán estar a la vanguardia del desarrollo de la inteligencia artificial. Aún no sabemos cuáles van a ser las empresas más punteras en diez años y eso tiene mucho que ver con la implantación efectiva de la IA. En cuanto a las inversiones en IA a nivel de los Estados miembros de la Unión Europea, en 2020 Francia, Alemania, Irlanda, España e Italia invirtieron más de 1000 millones EUR. Pero como siempre, Estados Unidos gasta casi el doble que la UE (y 2,7 veces más per cápita) en investigación y desarrollo de IA y activos complementarios relacionados con la IA.
A nivel global, el impacto de la IA va a ser brutal. En este sentido se estima que esta tecnología contribuirá alrededor de 15,7 billones de dólares de aquí a 2030, de los que 6,6 billones sería por aumento de productividad y 9,1 billones por los efectos en el consumo.
El reto no consiste solamente en conseguir la inversión necesaria para implantar estas nuevas tecnologías; hay que disponer también de capital humano especializado y tener presente que una de las mayores consecuencias es que se prevé que alrededor de 66,6% de los empleos tradicionalmente ocupados por personas serán sustituidos por la tecnología en un futuro no muy lejano. Para afrontar este problema y para paliar el efecto inmediato de los trabajadores desplazados por la tecnología en el mercado laboral los gobiernos están preparando regulación, creando 'paracaídas sociales' y quitando incentivos fiscales a las empresas que sustituyen personas por máquinas.
No es nada nuevo, ha pasado antes y muchas veces, por ejemplo, hay alrededor de un 60% de empleos que no existían en 1940, es decir, que la evolución del mercado laboral es siempre continua. Podemos entender esta situación disruptiva citando a Schumpeter, con relación a su teoría de 'destrucción creativa'. La onda de innovación duradera va a impactar y fuertemente en la economía representando un punto de inflexión como lo fue la máquina de vapor en los principios de la revolución industrial. De hecho, algunos economistas identifican la IA como la cuarta revolución industrial. Al final la IA fomentará y creará un entorno laboral más eficiente, seguro y sobre todo más productivo.
Hay que puntualizar que no todo lo que trae la IA es positivo, es una herramienta muy potente que en algunas manos puede hacer estragos en las democracias y suponer una grave riesgo para las libertades individuales, por ello el Parlamento Europeo ya aprobó a mediados de junio una Propuesta Inicial de Reglamento de Inteligencia Artificial en el que reafirma el compromiso europeo por establecer un marco normativo para la inteligencia artificial garantizando que su desarrollo y utilización en Europa se ajusta plenamente a los derechos y valores de europeos, tales como la supervisión humana, la seguridad, la privacidad, la transparencia, la no discriminación y el bienestar social y medioambiental.
Este tipo de reglamento de protección al ciudadano por supuesto no se adopta ni se espera en países supuestamente democráticos -como China o Rusia entre otros- donde se utiliza la IA para controlar a la población o como instrumento de represión política.
Queda mucho camino y sobre todo mucho debate por delante. Hay que definir lo que realmente queremos conseguir con la utilización de la IA y a qué potenciales peligros nos enfrentamos. Ha habido mucho revuelo acerca de si se está formando una burbuja en empresas relacionadas con la IA comparable con la de los 'puntocom' de los finales de los 90 o si simplemente, el rápido crecimiento está siendo generado por un hype o 'bombo mediático'. Sin embargo, las perspectivas son buenas y aunque puede haber una corrección en un momento dado, la tendencia está clara para muchos inversores.
¿Y cómo invertir en inteligencia artificial? Muy fácil y como siempre digo, el mundo financiero va muy por delante en cuanto a ofrecer rápidamente oportunidades a los interesados en tener exposición a esta tendencia. Las cifras son espectaculares y eso que solo tenemos datos recogidos hasta 2022.
Desde las acciones de empresas relacionas con la IA directamente, fondos de inversión que dan acceso a esta nueva tecnología o private equity. También es posible invertir en varias tendencias a la vez como por ejemplo robótica o en un índice tecnológico más amplio. Al final queramos o no, en poco tiempo nuestras carteras de inversión actuales tendrán una cada vez mayor exposición a empresas con alto consumo de IA.
René Bauch es asesor financiero de la EAF alicantina gCapital Wealth Management EAF que asesora el fondo Gestión Boutique gCapital Total Market (ES0116831050). Puede contactar con el autor para solventar cualquier duda o interesarse por los servicios de gestión patrimonial de gCapital escribiendo a bauch.rene@gcapital.es o info@gcapital.es
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