VALÈNCIA. El president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, participó este martes en un desayuno informativo organizado por Europa Press en Madrid. Era la primera vez que visitaba la capital después de haber sido reelegido como jefe del Ejecutivo valenciano y aprovechó la ocasión para reclamar una solución al problema valenciano.
La escena, sin duda, guardó muchas diferencias respecto a ocasiones anteriores cuando el president del Consell se personó en Madrid con el mismo pretexto y gobernaba el PP de Mariano Rajoy. La principal: el público al que se dirigió, compuesto por tres ministras -incluida la de Hacienda, María Jesús Montero-, secretarios de Estado, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero o la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, entre otros.
En definitiva, hubo alguien al otro lado del aparato para recibir el mensaje que en octubre de 2016 nadie del Gobierno central escuchó. Bien es cierto que el acto de entonces tuvo un fin exclusivo distinto al organizado este martes, ya que aquella fue la primera expedición del Consell del Botànic I al centro neurálgico del país para exigir únicamente soluciones a la infrafinanciación e infrainversión que sufre la Comunitat Valenciana por el modelo de financiación actual, caduco desde 2014. Tenía, por tanto, un cariz exclusivamente de protesta.
No obstante, no fue así en esta ocasión. Puig era el invitado protagonista para ofrecer una conferencia en un desayuno informativo y, por tanto, el formato en el que introducir el mensaje esta vez era mucho más amable para los dirigentes nacionales. A pesar de esta comodidad, el jefe del Consell dedicó parte de su discurso a reclamar -cabe puntualizar también que con un tono más afable que el empleado con el PP- que el gobierno que se forme debe atender las necesidades valencianas y reformar el modelo de financiación tras cinco años de espera.
Así, el jefe del Consell subrayó que era "ineludible" que esta cuestión se resolviera de una vez en la legislatura entrante: "Nuestra apelación básica es clara: queremos ser españoles iguales al resto de ciudadanos españoles, y exigimos igualdad para la educación de nuestros hijos, salud de nuestros enfermos, protección social de los más desfavorecidos y generar oportunidades a nuestras empresas y trabajadores".
"Cinco millones de ciudadanos aportan al resto de España más de lo que reciben a pesar de tener un nivel de renta inferior a la media", explicó Puig tras pronunciar las palabras que la vicepresidenta del Botànic II, Mónica Oltra, ausente en esta ocasión, ha verbalizado en varias ruedas de prensa tras el pleno del Consell: "No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos". Un mensaje que suavizó poco después al asegurar que confía en que Sánchez, si es investido Presidente del Gobierno de España, iniciará la reforma porque "la ha situado entre los pactos de Estado que pretende conseguir".
Ya en el turno de preguntas, Puig aprovechó para cuestionar los beneficios fiscales de los que goza Madrid y no otras comunidades autónomas también infrafinanciadas, como la valenciana. "La recentralización permite el lujo del dumping fiscal -poder eliminar o bonificar totalmente algunos impuestos como el de sucesiones-. Para nosotros es imposible quitar impuestos porque tendríamos que prescindir de algunos servicios públicos", explicó.
La afirmación obligó a la ministra de Hacienda, Montero, presente en el acto, a reaccionar: "Coincido totalmente en que algunas comunidades autónomas como la de Madrid, porque tienen más recursos por la centralidad de las sedes fiscales, se pueden bajar impuestos y esto lleva al resto de comunidades autónomas a un debate muy difícil, especialmente en aquellas que reciben menos recursos por habitante". De la misma manera, sostuvo que están dispuestos a negociar una armonización fiscal en la próxima reforma del sistema de financiación territorial.
Puig también aprovechó la ocasión para poner de ejemplo de "sensatez y concordia" al nuevo Gobierno del Botánico II, en el que a diferencia de la legislatura anterior participa Podemos. Un elemento que sirvió, de hecho, como eje conductor en la ronda de preguntas de los medios para saber si, a su juicio, el modelo valenciano era exportable al Ejecutivo central.
En plenas negociaciones para intentar formar Gobierno y a la espera de que se produzca el pleno de investidura los próximos 22 y 23 de julio -fecha anunciada en esta jornada por Batet tras acabar el acto- Puig consideró que el escenario en el Congreso de los Diputados no es el mismo que en Les Corts Valencianes, donde Podemos, PSPV y Compromís sí suman mayoría absoluta.
"No tengo problema en que Pablo Iglesias se siente en el Consejo de Ministros, pero los ciudadanos no han votado una mayoría de PSOE y Podemos. No es lo que han elegido los españoles", concluyó el president del Ejecutivo valenciano. Con todo, insistió en la necesidad de que se forme "cuanto antes" un gobierno estable para no "entrar en una derivada de falta de respeto al ciudadano".