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Rodrigo Caamaño (Triángulo de Amor Bizarro): "Si la música no viene del caos, me resulta aburrida"

18/01/2024 - 

CASTELLÓ. Triángulo de Amor Bizarro cumplen este 2024 veinte años sobre los escenarios. Lo hacen con una discografía sólida, que ha sabido recoger, a partes iguales, la pulsión del momento y las filias sonoras de cada momento del grupo. Su último disco, Sed, bien podría ser una colección de texturas diferentes, casi un catálogo de todo lo que han hecho en anteriores trabajos, sin dejar de suponer un paso hacia adelante. También es un disco con letras que hablan de la soledad y del aislamiento. Y es que, aunque no traspasa de manera explícita, Sed también es hijo de los tiempos pandémicas.

La banda, que presenta sus temas de ayer y de hoy este viernes 19 de enero en la Sala Moon, atiende a las preguntas de Culturplaza.

- Cuando empezáis a hacer música, lo hacéis en un contexto político y social muy concreto que hace que vuestras letras como que recojan cierta rabia. En las letras de Sed parece volver esa pulsión, ¿es así?

- Visto ahora con la perspectiva de los meses de haber estado tocándolo, el disco fue muy fácil de componer y lo pasamos muy bien escribiéndolo. Es un disco personal pero están plasmados algunos personajes malvados, como si fuera una película de género. Escuchado con perspectiva, me he dado cuenta que es un disco más oscuro de lo que pensaba, incluso para nuestra movida.

- En esa tensión personal y que vivís por el contexto, ¿crear en colectivo puede ser una bálsamo?

- De forma un poco inconsciente, el disco es como un cierre de la segunda triada de discos [tienen seis publicados]. Para nosotros es un punto y aparte. Este disco también ha supuesto el retomar canciones muy como en el principio. Hay canciones muy elaboradas que llevamos creando desde la pandemia, pero otras son mucho más bruscas, más rápidas de crear, más crudas. El disco está creado como una espiral descendente: empieza mucho más brillante y va entrando en su propia oscuridad. Otra vez, como una película de terror. Pero no habla directamente de nosotros, pero a través de la escritura, estamos reflejados de manera más inconsciente.

- En esa película de terror, ¿quiénes son los protagonistas? ¿A qué  o nosotros cantáis?

- Son personajes un poco caricaturizados, pero cada uno de ellos tiene una parte de lo que somos. Hemos querido hacer la separación de hablar directamente de nosotros. En el disco, por ejemplo, se habla mucho de la industria y tener una banda ahora, y contamos nuestra perspectiva en muchos vicios, pero tampoco queremos decir en primera persona cosas que hagan quemar todo. Nuestra sensación no es esa. Nos encanta hacer concierto, y grabar en un estudio. Hacer un disco diciendo “qué mal está todo” no sería coherente, porque nosotros decimos mal “algunas cosas están mal, pero las vamos capeando”.

- ¿De qué manera se entrelazan las letras, que refleja lo que sentís, y la música, que es una pulsión que puede venir de otros muchos lugares?

- Yo las canciones intento que sean uno. Los análisis siempre se hacen a canción hecha, y hacer un análisis mientras compones nunca funciona. Para mí lo más importante de una canción es lo que transmite, tiene que salir de un momento personal de emoción que has de capturar. Luego podrás hacer todos los arreglos que necesites, pero nace de algo muy simple. Y ahí también están las letras, nunca he separado una parte de la creación de otra. No hacemos poemas, hacemos canciones. La aproximación es muy diferente.

Por otra parte, a veces dejamos señales para hacer las letras comprensibles a todo el mundo, pero a mí eso me parece superfluo. Para mí la canción es algo completo, que no necesita una trama, porque tampoco hacemos películas.

- Sed recoge diferentes texturas que han estado presentes a lo largo de vuestra discografía.

- Es un disco que también nace de algo importante: justo montamos nuestro propio estudio y queríamos experimentar cómo funcionaba grabando este disco. Allí nos encontramos con sonoridades de otras épocas. Un grupo no deja de ser cuatro personas que van mutando. Esos son los cambios que a mí me parecen interesantes: escuchas un concierto de hace diez años y te das cuenta de cómo ha cambiado la manera en la que la tocamos de manera inconsciente.

Esto también refleja algo que es imposible en el momento de la industria pero sería bonito: el mejor para grabar una canción es cuando la banda lleva unos dos años tocándolas. Las canciones salen al mundo y el mundo las cambia. Lo que pasa es que ni la industria lo permitiría ni las costumbres del público tampoco: ahora a un concierto el público no va a escuchar música que no conoce; van más a cantar lo que ya conocen. 

- ¿Cómo capeáis a esa industria dentro de ella? ¿Qué licencia os permitís?

- Es un momento muy complicado para las bandas, sobre todo para la música de guitarra. La tendencia es que lleven muchas bases grabadas, y más electrónica. Ahora se busca una perfección sonora que a mí me parece algo árida. Sobre todo porque esa supuesta perfección sonora te hace perder el sonido que consigues tocando con tus amigos. Eso no quita el deber de hacer canciones que reflejen un ahora. Eso es crucial. No queremos ser un revival de nadie. Por mucho que me guste un sonido de una época, eso ya ha pasado. 

Nosotros somos una banda a la que nos diferencia especialmente nuestro sonido. Eso va en contra de una tendencia como la de eliminar amplis en la grabación porque acaban saliendo sonidos muy predeterminados, cuando lo que quiero es precisamente lo contrario. Ahí vivimos un choque.

El mundo contemporáneo entiende el sonido de una manera con el que nosotros no estamos muy cómodos. Los códigos cambian pero tienes que agarrarte a lo que entiendas que es algo propio. Los bombos y las cajas que puedes sacar en digital son impolutos, pero ¿sonar bien qué significa? Yo prefiero sonar peor y sonar a nosotros. Esa supuesta perfección tiene un precio. Y yo creo que si la música no viene del caos, me resulta aburrida. La música es algo visceral y tiene que reflejar lo que quieres hacer.

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