VALÈNCIA. (EP) El presidente de la empresa cárnica Cascajares, Alfonso Jiménez Rodríguez-Vila, celebra haber recibido el Premio Rei Jaume I al Emprendedor en un año en el que la vida les ha pegado "un guantazo" por el incendio de su fábrica en Dueñas (Palencia). Sin embargo, asegura que no dudó "ni medio minuto" en volver a emprender y que en septiembre estarán listos para abrir otra planta.
"Nos hemos dado cuenta de que, cuando hemos necesitado ayuda, hemos recibido un apoyo brutal de la sociedad porque todo ese cariño y ese empleo que hemos generado años atrás ahora nos ha venido multiplicado por dos", manifiesta sobre el proyecto de inserción laboral de personas con discapacidad que desarrollan desde hace casi 25 años.
Este emprendedor, que cofundó su empresa con menos de 20 años, recibe con "mucha ilusión" el Jaume I, un premio "muy prestigioso" y el "más importante" que ha recibido a lo largo de sus tres décadas de carrera. "Cuando me han llamado no me lo creía", reconoce en declaraciones a Europa Press.
A su juicio, supone una recompensa haberlo recibido unos meses después del incendio que sufrió la fábrica --sin daños personales-- el pasado 26 de enero, cuando le tocó "empezar de nuevo". "Estamos en un momento de reconstrucción. Son pruebas que te pone la vida, que nos ha metido un gran guantazo, y a base de esfuerzo estamos recuperándonos", asevera.
De hecho, el empresario prevé que en septiembre esté lista su nueva planta "más segura", que se sumará a las dos que tienen en Canadá y les permitirá recuperar las exportaciones a Francia e Italia: "En ocho meses hemos dado la vuelta a una situación complicada (...) Damos un paso atrás para dar tres adelante".
Según recuerda, cuando se produjo el incendio decidió seguir con la empresa porque hay "74 familias" que dependen de ella y otros tantos proveedores que "viven" de sus productos. "Mirándoles a ellos, no dudé en ningún momento que teníamos que volver a crear ese empleo y esa actividad", manifiesta, y lamenta que lo más duro fue ver cómo lloraban sus hijas de 12 y 14 años porque "tienen la ilusión de poderse ocupar del legado de su padre".
Respecto a otros futuros emprendedores, Rodríguez-Vila cree que este tipo de premios suponen una manera de animarlos en un momento en el que "tienen todos los ingredientes para tener éxito". "Ojalá se den cuenta de que es posible hacerlo (...) No me cabe duda de que les irá bien porque es una generación tremendamente preparada", afirma, y pide "que ningún joven se desanime" ni las administraciones les pongan "freno".
En el plano social, destaca la subasta benéfica de capones que organizan para ayudar a Fundación Cascajares a mantener su beca de inserción laboral de personas con discapacidad. Esta beca, para la que han recaudado dos millones de euros en los últimos 24 años, les ofrece formación remunerada durante dos años y otros dos años de acompañamiento en un puesto de trabajo.
"Tenemos muy claro que debemos devolver a la sociedad parte de lo que nos ha dado. El vínculo entre la empresa y la sociedad es un vínculo conyugal y los vínculos conyugales hay que cuidarlos, hay que dar y recibir", enfatiza.
Sobre sus productos, el empresario resalta que lograron recuperar la costumbre que había en Salamanca de criar pavos a base de bellota, al igual que los cerdos ibéricos, algo que hace casi un siglo hacían los niños durante el verano y que sus madres retomaban cuando volvían a clase. "Hemos adaptado esta historia tan bonita al momento de ahora para sacar un producto muy 'premium', un pavo ibérico", señala.
También recuerda el "sueño" que le supuso que su capón fuera escogido por Casa Real como el plato principal del enlace de Felipe VI y Letizia. "No nos eligieron solo por la calidad o porque nuestra carne es políticamente correcta en todas las culturas religiosas del mundo: lo que marcó la diferencia es que somos una empresa solidaria", remarca, y destaca que ahora cada Navidad "600.000 personas pueden cenar algo parecido" a los Reyes.