Pedro Sánchez anunció el otro día que en 2025 se va a celebrar algo así como el 'año del dictador Franco' coincidiendo con el 50 aniversario de su muerte y, supuestamente, la llegada de la democracia. Un centenar de actos culturales por toda la geografía española, esa es la pretensión. El problema que yo le veo a esto es muy simple: la democracia no se instauró en España en noviembre de 1975, con Arias Navarro de presidente, y, sobre todo, con todos los poderes del Estado en manos de los resortes de la dictadura (Ejército, jueces, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, medios de comunicación...). La postdictadura duró bastante más, por lo menos hasta la aprobación de la Constitución Española en diciembre del 78. Incluso la podríamos prolongar, como hacen algunos historiadores, hasta el triunfo absoluto del PSOE en las elecciones de 1982, casi dos años después del Golpe de Estado de Tejero y compañía. Todo ello sin menoscabo alguno de las etapas de Adolfo Suárez, artífice principal de la Transición.
Fue el PSOE -Felipe González y Alfonso Guerra- el que tras su triunfo arrollador del 82 desmanteló, entre otras cosas, la profunda raíz franquista que persistía en el Ejército. Ahí empieza la democracia/democracia pese a los atisbos antecesores de tipo cultural: el estreno en 1980 de Pepi, Luci y Bom y otra chicas del montón de Pedro Almodóvar, una gamberrada underground, cañí, que condensaba las ansias de libertad de toda una generación de post-adolescente, veinteañeros y treintañeros a los que lo rancio, el post-franquismo, les producía vómitos y escoceduras: así lo viví en primera persona, cuando estudiaba en una Universidad del Opus Dei en una ciudad, Pamplona, polarizada y esquizoide. La llamada Movida fue el gran antecesor de la democracia. Ayatola no me toques la pirola; que grande Germán Copini (la izquierda europea aplaudió en un primer momento el retorno de Jomeini a Teherán).
¿Por qué se ha sacado este conejo de la chistera Pedro Sánchez coincidiendo con el Día del Recuerdo y Homenaje a todas las víctimas del golpe militar [del 36]? Por mero oportunismo, por un “a ver si cuela”, y desviar la atención de la charlotada política que vive España. Pero no ha colado. Solo algunos analistas e intelectuales han mordido en el anzuelo: es el caso de Andrés Trapiello sacando a relucir los horrores de las checas rojas en Madrid, o lo que él considera un golpe de estado, 1934, con la Revolución de Asturias (cuestión muy matizable), Y de ahí, al toro que mató a Manolete.
No hay nada que celebrar porque Franco murió en la cama tras las torturas a las que fue sometido por su yerno, el marqués de Villaverde, Cristóbal Martínez-Bordiú. Entonces no se conocía el concepto de cuidados paliativos ni el derecho a una muerte digna. Franco no fue derrocado por una revolución, como sí ocurrió en Portugal en el 74, o como acaba de ocurrir en Siria con el exilio forzoso del genocida Bashar Al Assad a Rusia, acogido por Putin “por razones humanitarias”: entre pillos (tiranos) anda el juego.
Hay un segundo motivo esencial de Pedro Sánchez para celebrar esta especie de jubileo: la confrontación ideológica con la derecha y con lo que él mismo ha denominado como la 'fachosfera', sin ser consciente de que a mucha gente menor de 50 años Franco les trae al pairo. Que un diputado de la ultraderecha vomite en el Congreso que los 40 años de Franco fueron tiempos de prosperidad y de conciliación, sentir bastante generalizado en Vox, no justifica el cincuentenario. Es carnaza para los facciosos. Es también como matar moscas a cañonazos. Es volver a jugar a la confrontación de las dos Españas para ver si ahí existe un nicho, nichito, de rédito electoral (que es lo que le conviene a los de Santiago Abascal).
A mí estas cosas me atufan mucho, me aburren y me deprimen por momentos. Sacar a Franco en procesión, que es lo que se pretende, es como quemar brujas en la hoguera. Cuando lo que le preocupa de verdad al ciudadano es la economía, la vivienda, los precios del alquiler, el coste de determinados productos, los salarios bajos y las listas de espera en la sanidad pública con el vendaval de Muface que se nos viene encima. Y la racanería/ambigüedad del Gobierno con los afectados de la DANA, cuestión que quedó en el limbo en la Conferencia de Presidentes Autonómicos que se ha celebrado en el Palacio de la Magdalena en Santander. Nadie, salvo Díaz Ayuso, habló de un trato preferencial para con la Comunitat Valenciana para paliar el estrago provocado por la riada. Entenderán los lectores que en este contexto Franco me la sude (perdón por la vulgaridad).
CODA: Gan Pampols va a cobrar un poquito más que algunos consellers. 84.000 euros. No existe el escándalo que habían montado algunos a propósito de la supresión de topes en los salarios que perciben los altos cargos de la Generalitat Valenciana. Diez rosarios y cincuenta padrenuestros. El que se ha llevado el gato al agua es el Comisionado del Gobierno para la Dana, José María Ángel: 120.000 euros. Bingo.