CHIPS EN EL BELVEDERE / OPINIÓN

Salem, los emprendedores de Roig y Davos

2/02/2023 - 

Hay momentos en los que la discusión pública llega demasiado lejos y basta precisamente con exponer esa sobrerrepresentación para que una crítica quede desautorizada, por encima de cualquier otra argumentación inductiva, deductiva o de la dimensión lógica que se prefiera. Como cuando la niña Abigail Williams se dirige al comisionado del gobernador y le advierte de que puede ser el próximo acusado en Las brujas de Salem de Arthur Miller: “Cuidaos vos mismo, señor Danforth. ¿Os creéis tan fuerte que el poder del Infierno no puede desarreglar vuestro juicio?” ¿Cómo? ¿Danforth? Te has pasado de frenada.

Nuestra Abigail Williams particular se llama Ione Belarra y es ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030. Curiosamente sus palabras contra el presidente de Mercadona, Juan Roig, de las que solo quedan cenizas, coincidieron con la conmemoración de los primeros 10 años de Lanzadera.

Este proyecto personal de apoyo al emprendimiento ha permitido a probablemente más de un millar de microempresas, en su mayoría de internet y una parte de ellas de base tecnológica, startups en fin, desarrollar la etapa más compleja de su negocio, la inicial, sin preocuparse por los costes fijos de una oficina y con el añadido de recibir asesoramiento personalizado y visibilidad gratis.

Por eso quizás se haya echado en falta alguna voz, en el debate suscitado por las palabras de Belarra, procedente de ese ya numeroso colectivo de emprendedores beneficiados por Juan Roig. Testimonios que se sumen al de los grandes, esos Círculo de Empresarios y CEOE tan lentos de reflejos, y que expliquen lo difícil que les habría resultado como startups salir adelante sin ese dinero privado recibido para nutrir talento.

En los últimos meses, he podido conversar con aceleradoras globales como Techstars, Collide o The Next Web, llegadas a la ciudad atraídas, que nadie lo dude, por el ecosistema que germina en torno a Lanzadera. Bravo por el Valencia Digital Summit, que tanta admiración despierta en nuestro conseller Rafael Climent, ¿no tiene nada que agradecer a Mercadona? Ahora es el momento de dar un paso adelante, emprendedores.

Foto: A. ORTEGA/EP

Para evitar esas suspicacias a las que somos tan dados, aclaro que mi única relación con el ecosistema empresarial creado por Juan Roig es que soy usuario de Lanzadera. Nada más. De hecho, hay aspectos de la visión de Mercadona en materia de innovación que me parecen incluso nocivos, como su alergia a las patentes.

Pero no son tiempos para ahondar en el distanciamiento entre el mundo político y el empresarial como parecen buscar las palabras de Belarra. Andan los líderes de empresas, de entidades sociales y del sector público muy preocupados por lo que The Economist en un editorial magnífico describe como “Suma-Cero, la lógica destructiva que amenaza la globalización”.

En el Foro de Davos se ha puesto de manifiesto el potencial distorsionador de los enormes paquetes de ayudas estatales aprobadas por Estados Unidos y Europa, su impacto sobre el libre mercado y sobre esa visión multilateral vigente durante dos décadas. Leyendo entre líneas algunas decisiones políticas del Gobierno español es fácil reconocer el salmo: “después de salvar sus negocios pagando ERTE y rescates durante la pandemia y regándoles de fondos europeos con el Plan de Recuperación, como para que los empresarios me cuestionen ahora las subidas de impuestos y de cotizaciones”.

En Davos no ha habido dirigentes políticos de primer nivel, pero sí han estado presentes muchos más CEO de empresas, y ha resultado evidente que el sector tecnológico ya no es el que marca la agenda, como ya pudimos comprobar quienes asistimos al Web Summit de Lisboa. Estamos inmersos en una policrisis y asegurarse la producción y las materias primas en ámbitos estratégicos puede resultar ya más provechoso que tejer alianzas.

Atentos a la posible ‘OPEP’ del litio entre Chile, Argentina y Bolivia. “No hay antibióticos, se fabrican todos en China e India”, decía un muy destacado científico español recientemente en privado. ¿Despegará China como potencia en semiconductores con máquinas de litografía extrema ultravioleta (EUV) de la neerlandesa ASML, o no va a permitírselo Europa? ¿Tiene sentido reindustrializar los países avanzados para no depender de terceros en este mundo desorientado por la guerra en Ucrania? La polarización lo inunda todo mientras salen a la luz nuevos dilemas y contradicciones cada día.

“Davos is Woke”. Este titular de Politico.com ha sobresaltado a muchos (el desconcierto aumenta porque el término woke se venía asignando en Estados Unidos a grandes corporaciones y movimientos proTrump y en Europa a los antisistema de izquierdas). En realidad, evidencia eso que en el CES de Las Vegas resultaba ya empalagoso: compañías globales poniéndose la camiseta del Che y anunciando que su propósito era, en realidad, desde el principio, salvar al mundo.

En fin, no es el momento de separar los caminos del sector público y la clase empresarial, como pretenden algunos partidos políticos, como se desprende de las críticas de Ione ‘Abigail Williams’ Belarra y como se ha puesto de manifiesto esta semana con la ausencia de la CEOE de la mesa de diálogo del SMI. Porque tenemos que definir como territorio cuál debe ser nuestra estrategia en este complejísimo mundo al que nos dirigimos la próxima década.

Lo haremos en el marco de la UE, pero tenemos que responder a preguntas clave como cuáles deben ser las características de nuestro tejido productivo, si monocultivo o muy diversificado para cubrir todos los eslabones de la cadena de valor, cómo nos aseguraremos el suministro de productos esenciales para nuestra economía y para nuestro bienestar si nosotros mismos caminamos hacia el proteccionismo y la autarquía, cómo nos garantizamos el acceso al conocimiento de calidad y con quién debemos compartirlo, o por qué tecnologías deberemos apostar.

No es tiempo de frivolidades, Ione.

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