EN LA FRONTERA / OPINIÓN

Santa Amparo Navarro, rectora y mártir 

15/09/2024 - 

La izquierda toda ha llevado a los altares a la rectora de la Universidad de Alicante (UA), Amparo Navarro, como símbolo de la resistencia (al PP), como mártir del Consell de la Generalitat Valenciana ( PP), como redentora en síntesis del campus que regenta en su defensa numantina de la Facultad de Medicina; así se ha visto en el solemne acto de apertura del curso. Ya tengo escrito que lo mejor sería fusionar ambas facultades y adjudicar la resultante a la UA o a la Universidad de Elche Miguel Hernández (UMH), o a ambas en sana coalición cooperativa. Lo importante es la racionalización del gasto público y evitar duplicidades, más en el caso que nos ocupa: son estudios que cuestan un riñón y que los paga el erario y, muy parcialmente, la matrícula de los estudiantes.

El acto académico fue el apoteosis para Santa Amparo Navarro que habló de "humillación" por parte del Consell tras pronunciarse a favor de un campus inter-universitario de salud y tras retirarse de un pleito en el que la UMH, vía judicial, recurrió la creación de Medicina en la UA. La ministra de Ciencia y secretaria general del PSPV-PSOE, Diana Morant, vomitando soflamas por la boca: no se puede construir sobre la base de la destrucción. Por un momento pensé en la guerra de Gaza y la infame y genocida desproporción de Netanyahu en respuesta a los salvajes atentados de Hamas en octubre de 2023, pronto hará un año. A base de inflar el lenguaje generamos polisemias absurdas y metáforas bobaliconas: problemas del primer mundo.

Echo de menos en la ministra esos grados de vehemencia a la hora de defender una financiación justa (fondo de nivelación, quita parcial de la deuda) para la Comunitat. Y no es demagogia, ojo. Morant se crece donde le conviene, donde el buen rollito sopla a su favor, como en el paraninfo, y calla como una muerta sobre el concierto con Cataluña que en su criterio, son casi textuales, va a ser beneficioso para la Comunitat Valenciana. Y se queda tan ancha.

Pero no: aquí lo que cuenta es Medicina. La apertura del curso fue un desquite en toda regla de otra apertura, la de 1996, en la que Eduardo Zaplana abandonó el acto ante la mirada atónita del entonces rector Andrés Pedreño, cuando ya se estaba poniendo en marcha la Universidad de Elche sustrayendo Medicina a Alicante. Bien: desquitados están. No quiero ni ponerme en la piel del conseller de Educación, José Antonio Rovira, que tuvo que tragar quina y que aguantó el acto con estoicismo. Ya se ha ganado el sueldo del mes.

Los rectores son funcionarios públicos elegidos por profesores, alumnos y personal no docente. Es una excepción en el sistema. No se eligen los directores de las oficinas de Correos ni los directores de hospital. Tampoco se elige al presidente del Banco de España. Los rectores sí: en vez de hacer un concurso público en el que prime la meritocracia y la excelencia. Todo en aras a la autonomía universitaria, un concepto que emana en los albores de la Baja Edad Media para evitar la intromisión de los poderes públicos en la libertad académica. Es decir, para evitar que los señores feudales y la Inquisición metieran sus pezuñas con intenciones de coartar el pensamiento y la investigación; la tierra es redonda. Consagra pues la libertad de cátedra.

Algunos siguen confundiendo la libertad de cátedra con la autonomía universitaria, como si los campus públicos fueran reinos de taifas en los que se hace y deshace al albur del rector de turno, y a costa del dinero de todos. Eso no quiere decir que Zaplana no se confundiera pegándole el tajo a la UA. Se confundió, y mucho, al no crear un clima de consenso y motivado por varias venganzas personales, Pedreño incluido. Pero también se confunde la rectora de la UA en una hiper-victimización que un día de estos la va a llevar a la levitación, transitando por senderos de gloria. Y eso que me aseguran que es una persona bastante templada.

El Ayuntamiento de Alicante ha conseguido la cesión de la torre San José de Tabarca para usos museísticos. Bien. La isla es una joya patrimonial impulsada por Carlos III siguiendo los criterios arquitectónicos de los decretos de nueva planta: una especie de proto-racionalismo en el diseño urbano. También es un santuario de la biodiversidad marina. Al hilo de esto se reabre el debate sobre la limitación de visitas en los meses punta de verano: un mogollón exponencial. La concejala de Turismo, Ana Poquet, que ni sí ni no, sino todo lo contrario (lo mismo que cuando empezó a hablarse del exceso de apartamentos turísticos, legales e ilegales, en la capital de la provincia; aquí no tenemos ese problema ni hay masificación; son textuales).

El PSOE sí que pone encima de la mesa la necesidad de poner algún tipo de tope en aras a la sostenibilidad de Tabarca (incluidos los amarres de yates) y en aras a prevenir la sobre-explotación de los servicios. Tiene razón; eso habrá que afrontarlo tarde o temprano como ya han hecho en las Islas Cíes. Yo por si acaso no piso Tabarca en julio o agosto ni harto de vino. Tengo alergia a la masa; y al ruido. Por cierto, el alcalde Luis Barcala por fin ha decidido meter mano para limitar horarios y veladores en calle Castaños y adyacentes y Casco Antiguo (también Playa San Juan). Le quedan casi tres años de mandato para que los locales de ocio se vayan aclimatando en pro del descanso de los vecinos y de una óptima imagen de Alicante. La ciudad no puede ser paradigma de la vomitera, del griterío sin frenos...