CASTELLÓ. La castellonense Sara Sorribes, que junto a Cristina Bucsa se colgó el bronce en los Juegos de París, aseguró que ha cumplido "un sueño" que va "mucho más allá de lo esperado" porque su ambición desde niña era "simplemente ser tenista". "Recuerdo que en 2014 decía que lo único que quería era ser tenista, vivir de ello, disfrutar de mi pasión y lo he conseguido. Mi carrera ha sido mejor de lo que hubiese soñado (...) Esta medalla es el sueño de toda una vida", afirmó la española.
A sus 27 años, la castellonense se emocionó al recordar aquellos años y verse ahora en el tercer escalón del podio de los Juegos de París, tras haber conquistado la medalla en un escenario tan especial para el deporte español como la pista central de Roland Garros. "No voy a jugar el próximo torneo en Cincinnati, quiero saborear este momento en mi casa, con mi familia. Quiero estar un día entero con la medalla, voy a dormir con ella colgada. El tenis puede esperar", afirmó la española.
Quintas españolas que se cuelgan una medalla en dobles femeninos, Sorribes y Bucsa no ocultaron la emoción que supone inscribirse en la línea abierta por Conchita Martínez y Arantxa Sáncez Vicario. "Me parece algo alucinante, estar ahí, en la línea del éxito del tenis femenino español. Yo me considero una niña que le gusta el tenis, que ha ido haciendo camino, una privilegiada por poder competir en lo que le gusta, disfrutar de que estoy sana y feliz. Ganar esta medalla en el momento en el que estoy me hace estar superagradecida, llevo todo el rato con la piel de gallina", indicó.
La castellonense aseguró que han sido muchas las emociones del día, pero destacó lo que sintió cuando vio en la pista a Pau Gasol: "Me ha hecho una ilusión espectacular, tengo ganas de darle un abrazo". Sorribes, que empezó a jugar junto a Bucsa en el pasado torneo de Madrid, reconoció que para ella la medalla olímpica no era más que una quimera y le puso dosis de prudencia hasta el final: "Cuando ganábamos 5-2 en el segundo set le he dicho a Cristian que estábamos superlejos, con rivales de tanto nivel todo puede cambiar".
Bucsa fue más decidida y aseguró que desde que ganaron en Madrid pensó que la medalla en los Juegos de París era posible. A sus 26 años, la jugadora nacida en Chisinau pasa por ser la más lanzada del equipo y afirmó que nada más acabar el duelo de semifinales contra las rusas Mirra Andreeva y Diana Shnaider, la única derrota que han sufrido como pareja, pensó que ganaban el bronce.
"Cambié el chip superrápido, le dije a Sara que íbamos a ganr, estaba muy segura, hemos preparado muy bien la estrategia", indicó. "Yo soy más cauta, mi cabeza suele llevarme muy lejos, me hace sentir demasiada ilusión y trato de tener los pies en el suelo. Ella es la que me ha convencido de que era posible", indicó.
"Desde el primer punto les hemos dejado claro a las checas que íbamos a ser luchadoras, que haríamos lo que teníamos planeado y nos ha salido", señaló. Bucsa se acordó de su padre, que fue olímpico en biatlon en Nagano y en Salt Lake City y que le impulsó a tener una carrera de tenista que ahora da sus frutos.
"Estoy muy orgulloso de mi familia, de este gran éxito. Hemos trabajado mucho desde que soy una niña y mi familia siempre ha estado detrás de mí", señaló. Para la jugadora, el bronce conquistado saca la espina de su padre, que no logró medalla: "Estoy muy feliz ce este logro, de ser su hija, de tener esto en mente, esa lucha que me inculcó. Estoy muy agradecida a todos los que me han ayudado, que no han dejado de creer en mí".
Bucsa valoró la medalla y restó importancia que no sea el oro: "Lo importante es ganar una medalla, es el premio a todo el trabajo que hemos hecho, con nuestros entrenadores. Estoy muy agradecida de estar aquí y de haberla conseguido". Ninguna de las dos quiso confirmar si tras el bronce logrado se van a consolidar como pareja en el circuito: "Ya lo veremos, ni siquiera sabemos lo que va a pasar mañana".