VALÈNCIA. Ha sido como sigue. Ayuso se ha convertido en el mejor activo de la derecha. Quién iba a decir que Miguel Ángel Rodríguez iba a tener una segunda vida útil, pero la era de la información, la interconectividad y democracia tecnológica con lucecitas ha generado una opinión pública donde ha sabido desenvolverse como un maestro. La candidata triunfó como la Coca-cola y, en pleno éxtasis, ha ido a enfrentarse frente a frente con uno de los dos sectores que la derecha tiene en la mira, la Sanidad. El otro son las pensiones. Lo que pudiera suceder, que no es seguro, es que todo el capital político de Ayuso, toda su estrella, toda la atención mediática que genera, al orientarlas contra la Sanidad pública sirva precisamente para concienciar a la población de que esta es la herramienta más eficaz contra la desigualdad que hay en la sociedad española y de su maltrecho estado, infrafinanciada desde que se implantó en los años ochenta. Pero soy pesimista, no creo que ocurra gran cosa. Es muy fácil desviarse de lo más importante en la actualidad y, sin duda, ocurrirá con el próximo tuit de no sé quién.
La realidad es que el valor de la Sanidad pública nunca fue percibido por las generaciones que crecieron con ella universalizada. En 1985, La Polla Records lanzó en su disco Revolución la canción Chica Yeye en la que con su inconfundible estilo más chirigotero que punk relataban la vida y muerte de una persona ordinaria. Alguien que se casa, tiene hijos, compra un piso, tiene deudas y echa la quiniela hasta que llega el momento en el que, como decía en primera persona: "Seré asesinado en un hospital de la Seguridad Social". Ese mismo año se aprobó la Ley General de Sanidad presentada por Lluch que puso fin a los hospitales provinciales a los que posiblemente remitía Evaristo. Aunque también hay que poner en duda que sepa si hubo un antes y un después en la Sanidad, porque tras ser hospitalizado recientemente decía que se acordó de su canción y que ya no se identificaba con ella.
Con este desnorte vivimos durante años, concretamente, hasta que en 2008 comenzaron los recortes y le vimos las orejas al lobo. En el mundo del cómic tuvimos un ejemplo paradigmático, la serie Seguridadsosiá de la revista El Jueves realizada por Maikel. En realidad, su humor estaba más destinado al colectivo médico sin más ambición. La mayor parte de los chistes eran dobles sentidos, coincidencias o gags de humor elemental, pues no tenían texto salvo en muy contadas excepciones o cuando el autor se decidió por hacer manuales o desarrollar los personajes individualmente. Originalmente, era un humor mudo y su análisis debería realizarse desde el enfoque del ingenio y la imaginación, que eran lo que primaba.
A veces, incluso publicaba dibujos que invocaban el arte clásico, con, por ejemplo, una doctora que sale de un quirófano de vasectomías y la potente luz que proyecta crea una alargada sombra tras una mesa en la que se esconden, apelotonados, decenas de hombres. En los últimos años, también incluyó más texto para hacer seis chistes por página en lugar de un mismo argumento. Para alivio del autor, en verano la historieta pasaba a emular a Los vigilantes de la playa y el protagonista, un doctor con bigote, el Doctor Muñón, se convertía en socorrista.
La realidad social no se veía reflejada en el funcionamiento y los problemas de la Sanidad, que como hemos dicho nunca han estado en el prime time, sino en otros detalles. Se hablaba de la furia de los estanqueros cuando el Doctor Muñón prohibía el tabaco o del consumismo de la Navidad con una oleada de infartos cuando llegaban las facturas de las tarjetas de crédito... En la playa, aparecía otro fenómeno contemporáneo de calado, las pateras. Los inmigrantes le decían al protagonista que no querían un salvavidas, sino un permiso de residencia.
También se podía apreciar el machismo latente de hace unas décadas en chistes como el hombre al que le prohíben todo, pero está contento porque ya no tendrá que acostarse con su mujer. Chiste que se contó a la inversa con la mujer voluminosa que le partía la cara al doctor por prohibirle a su marido el sexo. Ese papel femenino de comparsa seguía presente en muchos casos, como la paciente que casi mata de risa al doctor pidiéndole una cirugía para ser como Pamela Anderson cuando ella no era nada agraciada.
Maikel es un dibujante bastante prolífico. A principio de los 80 ya estaba publicando en Hara Kiri "revista de humor bestia y sangriento", que lo cierto es que lo era, había tiras con chistes sobre violaciones que más que bestias y sangrientas, lo mismo hoy serían punibles por la ley. En estas páginas el autor de Seguridasosiá dibujaba páginas similares, pero de diferentes temáticas. Tenía especial predilección por los presos, con un enfoque ciertamente cruel, porque nunca conseguían su propósito de escapar. En una, a uno lo iban a ejecutar y había restricciones eléctricas, así que cuando creía que se iba a librar, lo hacían con pilas. También había muchos chistes de aborígenes, ya fuesen los indios del oeste americano o tribus caníbales de africanos.
Su trayectoria ha sido variada, pero si habría que destacar algo más especialmente, esos serían Los Especialistas, una serie para público infantil que parodiaba libremente a Los Cazafantasmas. Un inventor, un niño bromista y un tío cachas sin cerebro se enfrentaban a unos monstruos liderados por Drácula. De niño recuerdo disfrutarlos especialmente, puede que por el dibujo y porque los guiones rompían la pauta habitual. Maikel siempre tuvo un toque especial en su trabajo. Una pátina de originalidad, imaginación y humor quizá un tanto naif, pero agradecido. Un talento especial.