CASTELLÓ. La era Bob Voulgaris en el Castellón cumple seis meses con cambios que ya se pueden visualizar en su estructura y unas propuestas que empiezan a establecerse en todo su conjunto. La entidad albinegra no solo ha elevado su inversión con la llegada del nuevo propietario, sino que ha instaurado un modelo de gestión muy distinto a los de sus predecesores.
El anuncio de compra de la mayoría accionarial que poseía Capital Albinegro se hizo oficial el 20 de julio, día en que el Castellón celebraba sus 100 años de existencia. El nuevo hombre fuerte de la institución, un canadiense que hizo fortuna con las apuestas deportivas, no dio muchas pistas sobre el modelo que pretendía establecer. De hecho, tanto él como su equipo de trabajo han ofrecido pocos detalles sobre sus planes en las contadas comparecencias públicas que han realizado. Pero los hechos sí que han hablado en estos seis meses, lo que ha permitido descifrar el ideario que ha instituido el actual presidente orellut.
Lo primero que ha hecho Voulgaris a su llegada al Castellón tiene que ver con lo económico, al elevar la inversión en la plantilla del primer equipo y saldar deudas del pasado. Después, ha acelerado las mejoras en las instalaciones de Oropesa para volver a convertirlas en el lugar habitual de trabajo del primer equipo.
El modelo ha adquirido forma a continuación, con cambios relevantes en la estructura deportiva. Primero, con la destitución de Fernando Gómez y la posterior incorporación de Ramón Soria en el novedoso cargo de director de reclutamiento. Después, con la transformación del fútbol base, iniciada con el nombramiento de Santiago Parra como jefe de operaciones de la Fundació Albinegra.
La nueva propiedad ha escogido a estos hombres al entender que reúnen el perfil requerido para trabajar en la nueva filosofía del Castellón, basada en el Big Data. La aplicación de esta herramienta de generación de información es el primer e innegociable mandamiento de la doctrina Voulgaris y representa el eje del proyecto emprendido por el nuevo dueño de la entidad. Su éxito o fracaso está aún por ver. De momento, las bases ya están sentadas.
Los nuevos rectores del club no han vacilado en la toma de algunas decisiones, como el despido de Rubén Torrecilla como técnico del primer equipo. El extremeño, que fue fichado por la anterior propiedad, quedó apartado coincidiendo con el primer bache de resultados del equipo. Con su sustituto se lo han tomado con más calma hasta que, tras 32 días de incertidumbre, el club anunció a Albert Rudé.
Con la incógnita del banquillo ya resuelta, las grandes asignaturas pendientes de la nueva propiedad son las altas y bajas que resulten del mercado de invierno. Estas decisiones darán pistas más claras sobre el funcionamiento del club y serán claves en el futuro inmediato del primer equipo.