VALÈNCIA. A falta de poco más de un mes para las elecciones autonómicas y locales del próximo 28 de mayo, las distintas formaciones políticas de la Comunitat Valenciana afinan sus estrategias y afilan sus cuchillos para enfrentarse a una campaña que se presume dura por la igualdad que arrojan las encuestas entre los bloques.
Tras consultar a diversos analistas y estrategas de diferentes formaciones políticas, la mayoría parece coincidir en media docena de claves que resultarán fundamentales a la hora de determinar si el socialista Ximo Puig continuará como presidente de la Generalitat o si bien será el popular Carlos Mazón el que se haga con el timón en el Palau. Estos son los principales desafíos e incógnitas a los que se enfrentan en su particular carrera:
Tal y como ha ido informando este diario, las estrategias en este apartado han sido distintas entre PSPV y PPCV. Los socialistas valencianos, por orden del propio Puig, han tratado de evitar la formación de un clima de precampaña en los meses previos a la cita electoral. El convencimiento de que su líder y candidato va en cabeza, han empujado a que el presidente se centre en la gestión hasta el último momento y encare las semanas decisivas bajo el paraguas de un lema "El president", que centra el foco en su figura como garante de un gobierno estable y transversal. En este discurso, al PSPV le sobra cualquier injerencia nacional y, de hecho, las visitas del presidente del Gobierno y líder socialista, Pedro Sánchez, apuntan a ser pocas o ninguna al margen del mitin central en València que se celebrará el 20 de mayo, si bien la apuesta va dirigida a un recinto de corte popular como una plaza de la ciudad, y no a un macromitin como el que sí celebrará el PPCV en la Plaza de Toros al día siguiente.
Precisamente aquí se observan estas dos estrategias bien diferenciadas. Los populares valencianos, con Mazón y María José Catalá al frente, vienen apostando por una 'españolización' y 'madrileñización' de la precampaña. El objetivo es que poner el foco de los medios nacionales en la Comunitat Valenciana y fijarla como paso previo y fundamental para 'echar' a Pedro Sánchez de La Moncloa, una táctica dirigida a movilizar al electorado conservador o, simplemente, recabar el apoyo de los descontentos con el presidente del Gobierno. Por su parte, el PSPV de Puig trata de centrarse en la gestión llevada a cabo en la Comunitat Valenciana y evitar cualquier tipo de 'ruido' nacional
En este sentido, varios de los analistas consultados tienen claro que esta es una clave principal para el resultado final. Si el PPCV logra su objetivo de convencer al grueso de la ciudadanía de que el 28M es la primera vuelta de las elecciones generales de final de año, subirán sus posibilidades de gobernar en la Comunitat Valenciana. Si por el contrario, el PSPV logra que los comicios se lean en clave meramente municipal y autonómica, tendrá mayores posibilidades de retener la Generalitat.
Al hilo de este último argumento, si en 2019 las elecciones autonómicas coincidieron con las generales, en esta ocasión lo harán con las municipales. Los socialistas consiguieron en los comicios locales -celebrados un mes después- un buen resultado, incluso mejor que en las elecciones a la Generalitat. Así, los candidatos municipales del PSPV sacaron casi 90.000 votos de los que se llevó Puig, por lo que la intención del presidente ahora es vincular lo máximo su campaña a los alcaldes de éxito para que se produzca un arrastre de voto a su favor. Ahora bien, los populares también mejoraron su resultado en las locales (105.000 votos más) que en las autonómicos, pero quedando a más de 100.000 de diferencia del PSPV. En lo que se refiere a Compromís, desde la coalición consideran que la elección como candidato de Joan Baldoví, puede suponer un espaldarazo para las municipales y, de hecho, la precampaña del dirigente se está caracterizando por las numerosas visitas a localidades de toda la Comunitat Valenciana.
En cualquier caso, una de las claves será cuánto voto dual se produce: precisamente en el sondeo recientemente encargado y publicado por el PSPV, el 24% de los encuestados se inclinaba por votar a un partido en las municipales y a otro distinto en las autonómicas, mientras un 69% señalaba que apoyaría al mismo partido. Por tanto, en las líneas generales esto indica que, sin ser una ciencia exacta, las siglas que encuentren mayor apoyo en los municipios tiene mejores posibilidades de lograr un gran resultado en las autonómicas.
En este punto, es donde Puig y el PSPV se sienten más fuertes, especialmente en la provincia de Valencia, donde el convencimiento es de que retendrán todas las grandes alcaldías que ostentan ya sea en solitario o con ayuda de sus socios. De ser así, el rendimiento del PP tendría que ser superior al obtenido en 2019 tanto en Alicante como en Castellón para aumentar su dominio local -con ayuda de Vox en muchos casos- y beneficiarse del arrastre para darle la vuelta a la Generalitat. De no ser así, el otro modo pasaría por el voto castigo al PSOE centrado en la figura de Pedro Sánchez.
Estos serán dos aspectos clave en los comicios, aunque no todos se muestran de acuerdo en a quién beneficiará una baja participación. Algunas fuentes del bloque de izquierdas apuntan a que una participación inferior a la de 2019 (73,7%), podría beneficiar a las fuerzas del Botànic. En este sentido, desde Compromís recuerdan que la coalición siempre ha tenido buenos valores en lo que se refiere a fidelidad del voto, mientras que algunos dirigentes del PSPV confían en gran medida en el "poco rechazo" que a su juicio genera Puig en el votante conservador. Es decir, creen que un descenso de la participación respecto a 2019 podría significar que no hay un voto "en contra de" Puig y sí una abstención de la derecha. De hecho, esta es la estrategia que ha parecido adoptar Puig en la precampaña, aunque siempre podría producirse la temida papeleta "en contra de" Sánchez.
Sin embargo, en la formación socialista hay quien considera que Puig, bajo su paraguas de presidente, podría verse beneficiado y debería apostar por una participación similar a la de 2019 precisamente porque podría recoger votante no tradicional del socialismo pero que valorara su gestión al frente de la Generalitat. En este sentido, las citadas fuentes advierten que, en líneas generales, los primeros votantes que van a la abstención suelen ser personas de bajos recursos que tendrían sintonía con la formación socialista.
En esa línea de advertencia, en el último sondeo de Compromís en la ciudad se apuntaba a un bloque de derechas muy movilizado. Así pues, todo indica que será difícil intuir la victoria atendiendo al mero dato de la participación, con lo que la lucha por la movilización del electorado será la clave en las próximas semanas.
En la estrategia dibujada por el PSPV, donde el lema de Puig es "El president", se aprecia un refuerzo personalista hacia el líder socialista y una manera de enfatizar el institucionalismo del jefe del Consell. Todo ello bajo el paraguas que todos los sondeos señalan de un grado de conocimiento de Puig muy superior al del candidato del PP, Carlos Mazón. Ahora bien, esto debe traducirse en un ascenso en número de escaños de la formación socialista.
En 2019, el PSPV subió sólo tres escaños respecto al peor resultado de su historia. Un balance modesto tras cuatro años de Puig al frente de la Generalitat. Ahora, sin la oposición en el bloque de izquierdas de Mónica Oltra y un mayor asentamiento del líder, la obligación del candidato socialista es la de lograr un incremento de representación que le sitúe en una posición de luchar por seguir siendo la primera fuerza en la Comunitat. En las últimas semanas se pone el foco en si Compromís retendrá sus 17 escaños o si Unides Podem mantendrá los ocho diputados; pero para que exista un nuevo Botànic, Puig y el PSPV deberían ser capaces de rentabilizar el liderazgo presidencial con incremento notable.
Días atrás, los socios mayoritarios del Botànic respiraron con alivio cuando se hizo público el acuerdo entre Podem y Esquerra Unida para concurrir conjuntamente a las elecciones autonómicas. En 2019, con la celebración unificada con los comicios estatales, esta alianza logró un 8% de los votos y 8 escaños. La mayoría de sondeos le da menos representación aunque en casi todos supera el listón electoral del 5%: de no ser así, el Botànic sólo podría salvarse por un grandísimo resultado del PSPV que se situara por encima de los 35 diputados y con Compromís también resistiendo. Ahora bien, aquí también entra en juego la tesis de la participación: si disminuye la misma, Unides Podem necesitaría probablemente muchos menos de los 215.000 votos cosechados en 2019 para tener representación.
En cuanto a Ciudadanos, la pelea parece dirigirse al desguace del partido a cargo del PP con el objetivo de atraer el máximo de votantes posible. Ahora bien, el 2%, 3% 4% que consiga la formación naranja puede ser decisivo para las elecciones autonómicas: de lograr el 5% -que casi ninguna encuesta le otorga- y superar el listón electoral, podría tener la llave de la Generalitat.
Indudablemente, el resultado en la capital, donde reside el 30% de los votantes de la provincia en las autonómicas, resultará muy importante, aunque ya ha ocurrido con anterioridad que la Alcaldía de València sea para un signo político -incluso opuesto, como en 1991- y la Generalitat, para otro.
Ahora bien, más de un analista considera que si el PP logra dispararse en la capital esto será un indicativo de un incremento de la formación popular también en el ámbito autonómico que le situará como primera fuerza y, por tanto, como acreedora de los llamados restos, lo que supondría un paso clave para la Generalitat.