Tribuna libre / OPINIÓN

Solo el pueblo alimenta al pueblo

5/11/2024 - 

VALÈNCIA. Sols el poble salva al poble (sólo el pueblo salva al pueblo) es el lema más repetido desde la Dana que asoló la provincia de Valencia el pasado martes. Frente a la incompetencia e inacción políticas, miles de voluntarios atravesaron a pie carreteras y puentes de la ciudad para llegar a las zonas afectadas a echar una mano como fuese.

Mientras pueblos como Paiporta sí han obtenido poco a poco la ayuda de la UME, la Guardia Civil o los bomberos (aunque 72 horas después de la catástrofe), otros como Beniparrell, Guadassuar, Alaquàs o Llocnou de la Corona (entre muchos más) sólo han recibido hasta ahora, seis días más tarde, la visita de civiles 'armados' con palas, escobas y alimentos, tal y como han denunciado muchos vecinos. "Sin ellos estaríamos muertos", puede leerse en múltiples mensajes difundidos por redes sociales.

Además de las complejas y heroicas labores de limpieza, algunos civiles también se han dedicado a cocinar para las familias que se han quedado sin luz, agua o suministros en sus casas. Así ocurría el jueves en Picanya, donde, pese a los bulos racistas, decenas de migrantes procedentes de Afganistán, Siria, Georgia o Venezuela se lanzaban a la calle a preparar platos de sus países de origen para ofrecerlos a quien los necesitara.

World Central Kitchen, la organización sin ánimo de lucro fundada por el chef José Andrés, también lleva desde el jueves distribuyendo víveres a los damnificados. Asimismo, el cocinero valenciano Ricard Camarena llenaba este sábado tres tráilers con más de 25.000 raciones de comida para repartir en los lugares donde se requiriese. A su vez, Acción contra el Hambre está recaudando fondos gracias al apoyo de chefs como Quique Dacosta o Susi Díaz; todo esto por nombrar sólo a algunos de los muchos profesionales del mundo gastronómico que se están volcando en el mayor desastre natural de la historia de España.

Los puntos de recogida habilitados por los ayuntamientos se han visto desbordados por la solidaridad que demandaban las víctimas, pues en muchos sitios aislados la gente ha tenido que vaciar supermercados devastados para repartir comida y bebida entre la población, que se había quedado sin nada. Aun así, medios como el diario El Mundo han hecho gala de una insensibilidad miserable y han calificado de "saqueo" estas acciones a través de un tuit de lo más amarillista.

También la Generalitat ha 'afeado' la colaboración ciudadana y ha pedido a los voluntarios que se queden en sus casas porque, según ha dicho, 'obstaculizan' el acceso a los servicios de emergencia. Pero, ¿qué servicios de emergencia? Repetimos que muchos pueblos llevan desde el martes 29 sin recibir ningún tipo de auxilio político y que en muchos otros ese auxilio ha tardado hasta tres días en llegar.

Carlos Mazón rechazó la ayuda de bomberos de Cataluña, Navarra y Alicante. Mientras los valencianos se axfisiaban en un amasijo de coches, muebles, lodo y angustia, su president decidió primar la soberbia política. También Marlaska rehusó la oferta de Francia de enviar a 250 de sus bomberos a Valencia, no obstante, recordemos que en un estado de emergencia de nivel 2, este tipo de decisiones y gestiones competen a la Comunidad Autónoma y no al Gobierno central.

Paradójicamente, todo el delirante bloqueo burocrático y el cruce de acusaciones partidistas que han impedido una respuesta ágil y contundente, a la altura de la inmensa gravedad de las circunstancias, se 'disolvieron' por completo el domingo por la mañana con la visita de los Reyes, Pedro Sánchez y Mazón a las localidades arrasadas.

Como ha podido verse en vídeos e imágenes, decenas de coches policiales han acompañado la entrada de los monarcas a Valencia (en teoría, según se dice, se trata de coches de la Policía de Madrid que han acudido para ayudar, aunque, curiosamente, no se había visto un despliegue tan grande desde el inicio del temporal).

Entonces, ¿de repente sí hay urgencia y recursos? ¿Y si los vehículos que se han movilizado para que Felipe y Leticia se hiciesen fotos con el rostro compungido entre el fango se hubieran empleado en llevar productos de limpieza y de primera necesidad a los residentes? ¿Y si en vez de coches patrulla hubiesen acudido tractores, grúas, excavadoras, retroexcavadoras y otros vehículos especializados para despejar las aceras y localizar posibles supervivientes?

No sólo no se ha visto a ningún alto cargo doblando el lomo para quitar barro (tampoco se esperaba), sino que nuestros dirigentes se han dedicado a entorpecer y boicotear la ayuda de los ciudadanos. (Este sábado la Generalitat mandaba a los voluntarios a limpiar tiendas como Zara del centro comercial de Bonaire, mientras familias enteras seguían con sus hogares destrozados). No sólo no han socorrido a tiempo a quienes les votaron y a quienes deben su cargo, sino que siguen priorizando a las grandes empresas, las mismas que obligaron a sus empleados a permanecer en sus puestos de trabajo a pesar de la Dana.

Desde que comenzó esta pesadilla no consigo quitarme de la cabeza algunas frases de En la plaza de mi pueblo, una canción popular vinculada a la Segunda República Española. "Dime, compañero, si estas tierras son del amo, ¿por qué nunca lo hemos visto trabajando en el arado?", dice la letra. Nuestros políticos eliminan la UME y aprueban la construcción de viviendas en zonas inundables, pero es el pueblo quien construye esas casas destinadas a la catástrofe y quien las habita y muere en ellas. Por si fuera poco, también es el pueblo quien ha de levantar a sus heridos y difuntos porque los políticos no saben o no quieren ponerse de acuerdo, ni siquiera en situaciones tan extremas.

Cuando pasen los días, cuando un nuevo caso de agresión sexual o corrupción por parte del diputado de turno vuelva a copar los telediarios y las cámaras dejen de enfocar la tragedia valenciana, ¿Qué será de esas personas que han perdido a sus seres queridos, sus casas, sus calles, sus sueños, sus coches o sus negocios? ¿Qué fue de los afectados por el volcán de la Palma? Os los diré: miles de ellos siguen viviendo en barracones o caravanas, a la espera de un dinero que no llega. Y no hay subvención que cubra ninguna muerte.

Sólo el pueblo salva al pueblo (porque a veces no hay más remedio, aunque debería), sólo el pueblo alimenta al pueblo con una abnegación y una sensibilidad que, desgraciadamente, no se ha visto por parte de ningún alto mandatario estos días. Sólo el pueblo salva al pueblo, sí, eso me temo, pero no olvidemos que los servicios públicos son el pueblo y del pueblo, que para algo los pagamos.

No obstante, si nosotros trabajamos las tierras, si nosotros alimentamos a los hambrientos, si nosotros morimos por sus negligencias, si parece que ellos (por muy abstracto y populista que suene) sólo saben buscar rédito económico y político, ¿para qué sirve el Estado?, ¿quién protege a quién?, ¿en qué se invierten nuestros impuestos cuando más los necesitamos?, ¿qué está fallando? No todos los partidos son iguales, pero a veces se parecen demasiado y llevamos mucho tiempo con el agua al cuello sin que cambie absolutamente nada.

Adriana Calvo es una periodista valenciana