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EL INVERSOR ESTÁ DESNUDO / OPINIÓN

Solo para gente inteligente

17/11/2021 - 

 Bienvenido a este artículo reservado sólo para gente inteligente, pero dispuesta a cuestionar sus capacidades. Esta columna se dirige a personas interesadas por el ahorro y la inversión, así que seguramente estarán interesadas también en evitar errores garrafales. Aquí viene el primer problema: La mayoría de gente sobreestima sus habilidades. Un ejemplo son las habilidades al volante, estudio iniciado en 1981 y replicado una y otra vez: Más del 80% de las personas creen estar en la mitad superior de la población (algo imposible, por definición).

Esto tiene que ver con la ignorancia de las propias limitaciones, que también ocurre al invertir cuando, tras leernos un par de libros o asistir a un cursillo, nos hace creernos expertos. Si seguimos profundizando se produce el efecto contrario: nos da la sensación de que nunca seremos capaces de estar preparados. Hay que avanzar un poco más: poco a poco van alineándose nuestra confianza y nuestros conocimientos.

Todo esto y mucho más es lógico, teniendo en cuenta que nuestro cerebro lleva poco tiempo con la capacidad de pensar con hechos. Una brevísima historia de nuestro cerebro sería esta:

  • Cae un meteorito y arrasa con casi todas las formas de vida (hace 66 millones de años).
  • Esto nos permite a los primates evolucionar sin competencia.
  • Aparecen los primeros humanos con capacidad simbólica (hace sólo 60.000 años).
  • Usted lee este artículo.

Precisamente por lo limitado de nuestro cerebro tenemos problemas para manejar estas cifras, así que usaremos un ejemplo: Si desde el meteorito hasta hoy fuera un maratón (42 km), sólo llevamos unos 38 metros siendo humanos. El resto del tiempo hemos estado viviendo en un presente, y sólo muy recientemente hemos empezado a pensar más allá de la realidad tangible. ¿A qué se parecerá más nuestro cerebro?

Seguramente crea que lo anterior tiene que ver con otras personas, no con usted. El problema es que esto solo confirmaría lo anterior: todos somos presa de las mismas limitaciones, que nos impiden pensar con claridad y tomar buenas decisiones (o ejecutar lo que nosotros mismos hemos decidido).

Vamos a relatar una increíble historia real para tratar de grabar esto en la memoria. La historia de uno de los mayores genios de la humanidad: Sir Isaac Newton.

La historia de Newton

Newton tenía una modesta fortuna, ya que ganaba mucho dinero y gastaba muy poco. No le gustaba demasiado la inversión inmobiliaria, y prefería los mercados financieros (algo relativamente nuevo). Esto le llevó, casi con 80 años, a hacer una pequeña inversión en la Compañía de los Mares del Sur tras analizarla bien.

Esta empresa tenía los derechos de explotación de las colonias españolas de Sudamérica y las Indias occidentales, que había comprado al gobierno británico a cambio de asumir toda la deuda que éste había contraído en la Guerra de Sucesión española. Promesa para algunos, peligro para otros.

La inversión de Newton funcionó muy bien, y prácticamente dobló el dinero en poco tiempo. Siendo el genio que era, ¿recogió sus beneficios y siguió con sus quehaceres? No. El precio de la acción seguía subiendo y algunos amigos suyos estaban beneficiándose, así que hizo exactamente lo que se imaginan: volvió a entrar, esta vez con una cantidad muy superior. El resultado también se lo imaginan: acabó perdiendo casi tres veces lo que había ganado en la primera inversión, poniendo muy en riesgo sus finanzas.

No es necesario hablar de moraleja: ni siquiera Newton queda fuera del alcance de nuestras emociones, que pueden poner en juego la mejor de las decisiones. ¿Qué hacer al respecto? Creo que aceptar lo limitados que somos es un salto de conciencia, paradójicamente. Porque a la hora de invertir, las emociones van a ser nuestro principal enemigo y se van a presentar de muchas formas distintas, así que hemos de gestionar ese riesgo.

Una vez aceptado el hecho de que tenemos un cerebro primitivo, la mejor manera de gestionar nuestras emociones es generar sistemas que eviten nuestra intervención. La razón la conoce cualquiera que lleve tiempo invirtiendo: en el momento crucial haremos lo que no debemos, o bien no tomaremos la decisión que sabemos debemos tomar.

En un momento de pánico no compraremos, aunque hayamos reservado liquidez. En un momento de euforia bajaremos nuestras defensas, intentando participar de la fiesta. En un momento de aburrimiento tenderemos a operar de más, en lugar de quedarnos quietos. Para todo ello es bueno tener a alguien que nos asesore o que al menos nos cuestione. Es así de sencillo: contra millones de años de evolución no se puede luchar, pero sí evitar la ocasión.

Alejandro Martínez es socio director de inversiones y cofundador de EFE & ENE Multifamily Office

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