Cada día se aprueba otra prohibición, más ridícula que la anterior. La obsesión de los gobernantes por controlarnos carece de límites. El país se enreda en una telaraña de restricciones y normas absurdas que hacen inhabitable la vida. Es la dictadura cotidiana
Destaca que el panorama es "muy distinto" gracias a la vacunación y que la situación en las UCI está "contenida" y son menos graves