Tras la revolución musical de los 60 y el efecto que tuvo en grandes masas de jóvenes, la industria musical se apresuró a convertirlos a todos en clientes, a los artistas en productos y a las escenas en mercados. La ciencia económica pronto se mostró incompatible o reticente a la frescura del arte y algunos adolescentes de la época iniciaron una pequeña nueva revolución. Bomp! fue uno de los fanzines más importantes que hicieron de la autoproducción y los sellos independientes una cultura que estalló con el punk
Con la llegada del manga y la crisis de las revistas tradicionales de cómics, en los 90 muchos autores españoles tuvieron que o trabajar para el extranjero o crear proyectos autogesionados. Paté de Marrano, que luego se convirtió en Cretino, fue uno de los más exitosos dentro del underground, llegó a tirar miles de copias. Si algo causaba sensación, eran sus regalos, que podían ir de semillas de marihuana a tripis, o de petardos a hostias de misa. Por sus páginas pasaron las grandes celebridades, Mauro, Ata, Rabo...
Internet ha enterrado todo aquel mundo, aunque no lo haya hecho desaparecer del todo. Antes de la comunicación digital, todo lo que estaba al margen de los circuitos comerciales y oficiales de la cultura se desarrollaba fundamentalmente en hojas fotocopiadas y grapadas. Era el mundo del fanzine. En Estados Unidos, hay recopilaciones de iniciativas que, llevadas por el Do It Yourself, ahora constituyen verdaderas obras de arte inclasificables
Distintos colectivos y grupos recurren al fanzine como herramienta para que sus talleres, espectáculos y proyectos queden plasmados en algo imperecedero
La publicación denuncia mediante fotografías y mensajes distorsionados la necesidad constante de sentirnos productivos o el bombardeo mediático de los últimos meses