En su última reunión de julio, el Banco Central Europeo (BCE) se guardó sus cartas, subrayando su dependencia de los datos y absteniéndose de comprometerse de antemano con la futura senda de los tipos de interés. Los comentarios de miembros del BCE con posiciones claras sobre los tipos de interés también fueron más bien escasos. No obstante, esperamos plenamente un nuevo recorte de 25 puntos básicos del tipo de depósito, hasta el 3,5%, en la medida en que la situación de los datos lo permita.
Además de la esperada moderación del crecimiento salarial y del descenso de la tasa de inflación hasta el 2,2% en agosto, los principales argumentos vienen probablemente por las proyecciones: mientras que las previsiones de inflación seguramente se mantengan casi sin cambios, las expectativas económicas pasan ahora más a primer plano. Es probable que la debilidad de la demanda interna y la falta de mejora del clima industrial provoquen una revisión a la baja de las previsiones del PIB. Además, el nivel actual de los tipos de interés es superior en términos reales al de septiembre de 2023, cuando el BCE subió por última vez los tipos de interés oficiales.
Con la esperada bajada de tipos, el BCE debería entonces levantar un poco el pie del freno monetario. Aparte de eso, todo debería seguir igual: la atención seguirá centrada en la dependencia de los datos, sin ningún compromiso previo. Seguimos esperando que los nuevos recortes de tipos sean muy graduales. La próxima fecha importante para una decisión sobre los tipos será probablemente diciembre.