Amanece y en ese preciso instante suena en la radio la banda de soft rock Chicago. If you leave me now. Si me dejas ahora suena precedida por una melosa locución de Javier del Pino y te cae, de repente, todo el peso de la memoria. Estremece la ternura y grandeza de aquel primer amor, en los salones a oscuras de las casas sin madres ni padres donde se organizaban los míticos guateques, aquellas fiestas caseras que se regaban con los restos de un viejo mueble bar, horribles combinados de licor Cointreau, Calisay, licor 43, anís El Mono, Marie Brizad o Soberano, que era cosa de hombres. Y la luz apagada, aquellas ráfagas inventadas de tanto encender y apagar el interruptor. Oooh no, baby please don't go. Recuerdas, entonces, que aquellos tiempos fueron también los de la muerte, la represión, el lastre de la oscuridad de la dictadura. Y piensas en Yolanda González, asesinada la noche del 1 de febrero de 1980 por un comando de extrema derecha. Los mismos fascistas de Cristo Rey, de Fuerza Nueva, los mismos fascistas de hoy, de siempre. Yolanda era militante del Partido Socialista de los Trabajadores y, ahora, sus compañeros del PST han publicado el libro Los amigos de Yolanda (Andavira) donde comparten los recuerdos de un tiempo en el que todos queríamos ser revolucionarios, convencidos de que podíamos hacer la revolución.
Y piensas en Yolanda González, asesinada la noche del 1 de febrero de 1980 por un comando de extrema derecha. Los mismos fascistas de Cristo Rey, de Fuerza Nueva, los mismos fascistas de hoy, de siempre.
Dicen que fue la última víctima del franquismo pero no fue así. Yolanda fue asesinada por los militantes de Fuerza Nueva Emilio Hellín, Ignacio Abad, Félix Pérez Ajero, José Ricardo Prieto y el guardia civil David Martínez Loza. Un asesinato reivindicado por el Batallón Vasco Español, una de las bandas terroristas paramilitares que se dedicaba a cazar militantes de izquierda. No hay que olvidar estos nombres que acabaron sentenciados a varias décadas de cárcel, aunque Hellín se fugara y, después, hace cuatro años El País desveló que se dedicaba a dar cursos de formación a miembros de la Ertzaintza, Policía Nacional y Guardia Civil. Posteriormente, en 2017, también se supo que el asesino de Yolanda había sido contratado como perito judicial por uno de los abogados defensores del caso valenciano de corrupción del PP Taula. Aquellos peligrosos individuos siguen viviendo entre nosotros. Yolanda se convirtió en el símbolo de la brutalidad de los grupos paramilitares que operaban en los años setenta y primeros ochenta, sobre todo, en Madrid. Bandas repugnantes que usaban impunemente la violencia, con la connivencia policial, y que te increpaban por ser estudiante de Periodismo, por vestir diferente, por ser diferente. La violencia ambiental era insoportable en aquella ciudad que luchaba por encender todas las luces.
La memoria es imprescindible para seguir vivas. Y con la memoria a cuestas, decenas de mujeres supervivientes de la violencia machista asistieron el sábado a una sesión especial del espectáculo de Ananda Dansa, Âtman, el Comiat en el Palau de Les Arts de València. La obra, dirigida por la coreógrafa Rosángeles Valls, baila sobre la muerte, la vida, la esperanza, la supervivencia. Numerosos colectivos de mujeres maltratadas participaron en esta representación generando un ambiente cargado de emociones. Se produjo una comunión total entre música, danza, palabra y público. Una conmoción que unió a centenares de mujeres, respirando el necesario aire sano del feminismo. Nadie quedó indiferente tras las últimas notas musicales de la Orquesta de la Comunidad Valenciana, tras la despedida de Ananda Dansa. Este tipo de espectáculos debería recorrer el territorio autonómico y estatal por su aportación pedagógica, social y artística a la realidad, al sufrimiento de las mujeres y de las víctimas menores, sus luchas y su salida del terror de la violencia. El arte, la danza, la cultura valenciana, es un instrumento social imprescindible en el crecimiento de la ciudadanía y debería merecer el máximo apoyo de todas las instituciones.
El arte, la danza, la cultura valenciana, es un instrumento social imprescindible en el crecimiento de la ciudadanía y debería merecer el máximo apoyo de todas las instituciones.
Hay una cita de Confucio con la que me siento muy identificada y que lo explica muy bien: “¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.” El diseño ha sido el arroz, la profesión que me ha permitido vivir; el arte ha sido el motor, las flores, el motivo por el que vivir. Rossana Zaera responde así a una pregunta de la magnífica entrevista que realiza Sara Cano en Castellón Plaza a la artista castellonense. Zaera es experta en dibujar los sentimientos, memoria, dolor, esperanza. Mi historia, mis experiencias, mi memoria, son información de primera mano. A través de ellas construye su mundo y se construye a mí misma. Habla del laberinto interior que es la incertidumbre, lo desconocido, la creatividad que nace de la sombras, del silencio y la soledad. Ahora prepara una exposición en Toulouse, la serie titulada Varikino. La mirada de Pasternak. Mira a través de los ojos de Zhivago: Yuri escribe en la noche de invierno en su escritorio frente a la ventana. Arde una vela. El poeta escucha la tormenta, el bosque estremecido; observa la lluvia que golpea los cristales, los copos de nieve blanca, el frio hielo depositado en el marco de la ventana... Los viajes que comienzan en el imaginario y terminan entrando en la realidad. El arroz y las flores que compramos para mantenernos vivas.
Desde hace años hemos ido engendrando la rabia precisa para hacer frente ahora, una vez más, a EEUU y su reciente “acuerdo del siglo, acuerdo de paz”, esa maldita definición que ha dado Trump al trato/truco con el primer ministro de Israel Netanyahu y que busca oficializar la división de Cisjordania aumentando, aún más, el apartheid israelí que sufre el pueblo palestino. Esta decisión incumple las leyes internacionales y los diversos acuerdos de la ONU sobre los derechos de Palestina. Quieren impedir la continuidad territorial y amenaza gravemente la viabilidad del futuro Estado palestino. Nuestra estimada amiga y colega Lola Bañón, experta en Oriente Medio, ha definido los resultados de este acuerdo como la cartografía del desastre. “Y cómo las decisiones tomadas en despachos van a destrozar las posibilidades de paz en Oriente Próximo en los años venideros”. Esta imposición establece que Jerusalén Ocupada será la “capital indivisible de Israel” y además reconocerá a los asentamientos ilegales como parte del estado de Ocupación. Una ignominia más para una población acosada que fue expulsada de su tierra y que ha ido sufriendo la humillación cotidiana de la ocupación israelí en su territorio. Esta decisión de los dos increíbles mandatarios supone la anexión por Israel del treinta por ciento del territorio palestino. No puede tolerarse más impunidad.
El 'acuerdo del siglo' es una ignominia más para la población palestina que fue expulsada de su tierra y que ha ido sufriendo la humillación cotidiana de la ocupación israelí en su territorio.
Produce mucho frío tanta ignominia. La insolencia, los abusos y la violación constante de los Derechos Humanos es una pandemia que va mermando el futuro. Nos taladra los pulmones. Frente a esto, el refranero morellano y sus metáforas son incombustibles. Si la Candelera plora, l’hivern fora, quan la Candelera riu, si la Candelera riu, torna-te’n al niu. El frío sigue vivo con la normalidad de los meses de febrero. Este dos de febrero es luminoso, con un sol de invierno que arde y revienta la piel frágil, un clima castigado por el calentamiento global en este pequeño país mediterráneo que ha visto cómo recupera el mar su espacio robado. El agua se ha adentrado en nuestras playas una media de 11 metros tras el paso del temporal Gloria, datos que sitúan la del Pinar de Castelló con el máximo avance del mar en más de 30 metros, tal como muestran las fotografías del Satélite de la Agencia Estatal Europea. Las pérdidas en los municipios costeros han sido millonarias. También en los pueblos del interior. Algo habrá que reflexionar, decidir y aplicar. El medio ambiente es la segunda piel que nos permite vivir. El 2 de febrero también es el estadounidense Día de la Marmota. Escribiendo este artículo aún no se sabía qué ha hecho este año la marmota, si vendrá pronto la primavera o seguiremos instalados en el invierno. Según la ciencia, la marmota no confirma estas predicciones, sale de su madriguera porque comienza su ritual de reproducción. Según la realidad, no hay que fiarse de los símbolos yanquis. Pero, aquí, la Candelaria sí que nos representa. Permanecemos en el nido, acurrucados y en silencio. El frío no nos abandona.