CASTELLÓ. Una radiografía rápida de las Unidades de Salud Mental Infantil (USMI) de la provincia de Castellón revela que, en el campo de la salud mental, y en concreto de la salud mental en menores, los equipos de profesionales de Trabajo Social siguen siendo insuficientes para atender una demanda al alza. Es una de las reivindicaciones históricas que, desde el Trabajo Social, y canalizadas a través del Col·legi Oficial de Treball Social de Castelló, vuelve a ponerse sobre la mesa este 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental.
“La salud mental es un área en la que faltan muchas y muchos trabajadores sociales, una figura clave en la intervención con pacientes y sus familias”, indice el presidente del COTS Castelló, Jaume Agost. “Al menos serían necesarias seis profesionales más del Trabajo Social en este momento en las unidades existentes”, señala.
Sandra Adell, trabajadora social y terapeuta familiar en la USMI del Hospital Provincial de Castelló, corrobora esta realidad. En este momento, para las cuatro unidades de salud mental de adultos existentes en Castelló sólo existe la contratación de un profesional del Trabajo Social. “La situación es indignante; estas contrataciones precarias desprestigian nuestra labor profesional, que requiere no sólo de motivación, sino de tiempo y de dedicación exclusiva”, señala. Reconoce que dotar a algunos recursos asistenciales de salud mental con trabajadores sociales -una figura inexistente hace unos años- ha sido una buena iniciativa “aunque es insuficiente por el incremento actual de pacientes”.
“Seguro que es voluntad de las personas implicadas en la gestión y la atención de la salud mental velar por el respeto y los derechos humanos de personas afectadas de enfermedad mental y de sus familias. El impulso dado a la profesión en el campo de la salud mental ha sido importante, pero a partir de aquí debemos ver cómo se materializa y cómo se gestionan los recursos en cuanto a la falta de infraestructuras para albergar al personal contratado”, sostiene.
No obstante, y a pesar de que, dice, la provincia de Castellón, en relación con su población, “no es la más castigada de la Comunidad Valenciana” en esta materia, lo cierto es que en las Unidades de Salud Mental Infantil el baremo de profesionales no mejora en exceso, y este hecho preocupa especialmente en un escenario que recoge un aumento de casos de enfermedad mental en menores, fruto del postconfinamiento, el asedio de las redes sociales o la presencia de factores previos y posibles distocias familiares que derivan en trastornos ansioso-depresivos, trastornos de conducta, u otros.
“En concreto, en las USMI de la provincia contamos con una trabajadora social para el Departamento 2 (Gran Vía Castelló, gestión perteneciente al Hospital General) y el 3, donde me incluyo, y que da cobertura a todos los municipios atendidos por el Hospital de la Plana, aunque la gestión de esta USMI pertenece al Hospital Provincial de Castellón”. “El departamento 1, Vinaròs, queda desprovisto de esta figura”, lamenta Adell.
En el caso de la USMI del Provincial, el equipo suma a 2 psiquiatras, 2 psicólogas, 2 profesionales de enfermería “y sólo una trabajadora social que tiene que atender las cuatro consultas de los facultativos, con sus correspondientes coordinaciones, trabajo familiar y actividades de prevención”. “Este equipo da cobertura a todo un Departamento de Salud, el 3, integrado por 33 poblaciones, entre las que se incluyen localidades grandes como Vila-real, Onda o Borriana.
“Es decir, poco personal ante unas unidades desbordadas de solicitudes de atención”, señala esta profesional. “Todos los sectores profesionales están reforzados 2/2/2, que no digo que no sea poco, que también lo es, pero poniendo en valor nuestra profesión, el hecho de que siga habiendo una contratación de un/a solo/a trabajador/a social sin más refuerzo da lugar a la reflexión de hacia dónde vamos”, indica Adell.
Las enfermedades mentales en menores crecen. “Como trabajadora social y terapeuta familiar veo que los rápidos cambios sociales de las últimas décadas han traído consigo modelos de familia disfuncionales, con repartos de roles poco definidos y una falta de habilidades parentales para la disciplina educativa” que interfieren en el bienestar emocional de la población más joven.
La pandemia también ha pasado factura a la salud mental de niños, niñas y adolescentes. “Ha influido de forma negativa, absolutamente. Lo que hemos podido detectar todos los dispositivos de salud mental infantil es el aumento de pacientes postconfinamiento por la pandemia”, indica.
“Vemos muchos TDAH y se están diagnosticando muchos TEA, con menores que han empeorado después del confinamiento por tener que desprenderse de la seguridad y predictibilidad que les ofrecía su hogar”, señala esta profesional. “Y por supuesto tampoco nos ha ayudado en absoluto el asedio de las redes sociales y el fácil acceso de los menores a dispositivos electrónicos sin control parental. Esto no ha hecho sino aumentar las consecuencias negativas en su salud y bienestar emocional”, añade.
Desde el Col·legi de Treball Social de Castelló inciden en que la reivindicación de más profesionales del sector para la salud mental va ligada a la necesidad de poner en valor la profesión en estas unidades. “A veces es desolador oír a profesionales sanitarios no saber qué hace exactamente un trabajador o trabajadora social en un dispositivo de salud mental, o tener constantemente que justificar nuestro trabajo para que se nos escuche, cuando en mi opinión, no entiendo la salud mental sin Trabajo Social”, reconoce Sandra Adell. “Somos necesarios”, apostilla por su parte el presidente del colegio castellonense.
Las y los trabajadores de las USMI acercan y gestionan los recursos disponibles para lograr la satisfacción de las necesidades de los niños, niñas y adolescentes, focalizando su atención también en la familia, prestándole asesoramiento y orientación. “Tratar de paliar el malestar psicosocial que acompaña a los familiares, es una forma de prevención de la salud mental del paciente y de todos los miembros de su unidad familiar”, detalla Adell.
Prevención. Este es uno de los retos del binomio trabajo social y salud mental. “Hace falta mucha prevención primaria para sensibilizar a la población de qué es la enfermedad mental y que no está estrictamente relacionada con problemas conductuales graves; dotar a la ciudadanía de mayor conocimiento para que tenga una repercusión directa en su empatía y su forma de ver a estos y estas pacientes”, concluye.