El análisis del resultado electoral tras el 28-A no resulta muy complejo, España son dos bloques, más o menos parecidos en tamaño desigualmente repartidos dentro de ellos, la ley electoral hace el resto. Se da por hecho que Pedro Sánchez será presidente, lo fue con 84 diputados, con 123 no debería suponer un problema. Con abstención o sin abstención. Otra cosa serán los Presupuesto Generales del Estado que requieren de un posicionamiento más claro y se evidencian nítidamente los apoyos y las contraprestaciones. Ahí, y no en los debates televisivos, veremos la cara oculta de nuestra política, si pasamos del “no es no” a la figura del relator, otra vez. A socialistas y soberanistas les separa el concepto de España, para unos es discutido y discutible, siendo variable según la circunstancia política y, para los otros es lo que sobra sin discusión alguna. Fin de la divergencia, si quitamos ese punto de encima de la mesa, todo lo demás es similar, no dejan de ser políticos socialistas.
Los políticos negocian con dos cosas, nuestros votos y nuestro bolsillo. De los votos nos podemos hacer una idea, más o menos clara, del gobierno que vamos a tener, pero ¿y nuestro bolsillo?, la economía era un tema menor, la campaña electoral estaba planteada en términos de Cataluña y la ultraderecha, todo lo demás ha pasado un poco desapercibido y apenas ha tenido protagonismo. Todo vuelve corregido y aumentado, ¿Qué iban a hacer con los autónomos? ¿Y con los impuestos? ¿Quién llevaba lo de la renta básica? ¿Quién dijo lo de normalizar la presión fiscal con Europa?
El Partido Socialista junto con Unidas Podemos, que serán sus principales socios de gobierno previsiblemente, con o sin ministerio, coinciden en varios puntos de su programa por lo que no es de extrañar que vayan a conseguir, con el apoyo voluntario o involuntario del soberanismo, sacar adelante medidas que tenían en sus programas electorales y ya comentamos aquí en su momento.
El Partido Socialista tiene marcado como uno de sus principales objetivos la armonización fiscal con la media europea, pero eso puede ser una subida de 6 puntos de media en los impuestos.
El Partido Socialista tiene marcado como uno de sus principales objetivos la armonización fiscal con la media europea, eso es una subida de 6 puntos de media en los impuestos. Tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias se han esmerado mucho en resaltar que las subidas de impuestos y las nuevas figuras impositivas se van a centrar en las clases pudientes. En algún momento despertarán del dulce sueño y se darán de bruces con la realidad, solo con pudientes se mojarán las ganas en el café. Si nos fijamos en el caso alemán, paradigma de la media europea, sus recaudaciones son más abundantes en IVA y en IRPF, es decir, menos productos gravados en tipos de IVA reducido y en para el IRPF, la progresividad empieza en 8.000 euros y no 14.000 como ahora en España. Es decir, para alcanzar ese objetivo de armonización fiscal, el mileurismo va a empezar a contribuir con parte de su sueldo. No es un tema menor, la mayoría de las medidas que quiere implantar el Partido Socialista pasan por ese aumento en la recaudación.
Para los autónomos, finiquitar el último reducto de libertad que quedaba frente a la Seguridad Social, la capacidad de elección de las bases de cotización, pasando a cotizar según los ingresos. Esto iguala trabajadores por cuenta propia y por cuenta ajena, pero no todo el mundo cobra a final de mes con la misma periodicidad que reclama esta medida.
Por otro lado, tenemos subida de la Salario Mínimo Interprofesional y Renta Básica. Los objetivos marcados es fijarlo entre 1.000 euros y 1.200 euros, que es la preferencia de Unidas Podemos. Un 30% como máximo en 4 años de legislatura. Tampoco me haría muchas ilusiones con que esta subida de sueldo se vaya a traducir en un aumento neto para el ciudadano, primero veamos cómo quedarán los tramos del IRPF para armonizar nuestra fiscalidad a la europea.
De las pensiones se decidió no hablar, posponer y diferir para tiempos mejores. Una bajada del empleo agravaría de nuevo la situación de un sistema que hace aguas, las pensiones no se sostienen con eslóganes, por muy rimbombantes que suenen. Se requieren reformas, empezando por la contribución.
Mucho trabajo tiene por delante el futuro gobierno socialista si no quiere salir retratado en una foto subiendo impuestos a mileuristas y congelando pensiones para cumplir con su programa electoral.