La Unió despide un 2019 marcado por la "muy acusada" bajada de la producción en la Clemenules
CASTELLÓ. Un zumo de naranja importada de Brasil emite 17 gramos más de dióxido de carbono a la atmósfera que uno con fruta de países de la Unión Europea, mientras que uno de Argentina supone 15 gramos más y uno de Sudáfrica 13. Un racimo de uva de Chile supone hasta 48 gramos más, frente a los 18 de las chuletas de Nueva Zelanda o Australia, según un estudio de la Unió de Llauradors i Ramaders.
El informe, presentado en su comida de Navidad tras la XXV Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU (COP25), se basa en las importaciones de países del otro lado del globo que solo utilizan el transporte marítimo para traerlas a Europa. El objetivo es denunciar son las mercancías que más CO2 emiten, las quintas que más contribuyen a la contaminación del aire.
Como balance de 2019, el secretario general de la Unió, Carles Peris, ha llamado a seguir el ejemplo de la Cumbre del Clima para "hacer llegar a la sociedad que las importaciones tienen un impacto claro", defendiendo el consumo de proximidad, con productos de temporada y europeos, porque lo contrario "no tiene sentido". La Unió rechaza los acuerdos internacionales "sin ningún equilibrio" y advierte que lo contrario es "negar el cambio climático".
Respecto a la falta de exportaciones desde el puerto de Castelló, la entidad denuncia que la imposición de aranceles de EEUU a los productos valencianos "penaliza y mucho a los agricultores" y pide una reflexión y una apuesta clara por la promoción y consumo de la fruta y verdura europea.
La Unió de Llauradors despide un 2019 marcado por la "muy acusada" bajada de la producción en frutas como la variedad de mandarina 'Clemenules', de Nules, o la naranja 'Navelina', por lo que "difícilmente el precio podrá compensarla". En general, destaca los buenos precios en campo por la menor presión de otros países al haber producido menos este año.
La cláusula de salvaguarda de los cítricos valencianos está en "'stand-by'" para la entidad, que reclama a la Comisión Europea una mayor "presión política" y activarla en el arroz japónica al igual que en el de variedad índica. Más allá, 2019 continúa como un año con problemas y dificultades, con "penurias graves en el caqui o el sector apícola".
En concreto, las importaciones extranjeras generaron en 2018 un total de 378.008 toneladas de dióxido de carbono, con ejemplos como los 48 gramos más por racimo de uva de Chile, los 18 por chuleta de cordero de Australia o Nueva Zelanda, los 15 por una pieza de naranja de Argentina, los siete por un entrecot argentino o los dos por cucharada de arroz de Myanmar o Camboya.
Con estas cifras, la Unió quiere advertir que el futuro de la agricultura basada en importaciones es "inviable", ante la subida de las temperaturas, la escasez de lluvia, la salinización del suelo y del agua de riego, el aumento de enfermedades o la proliferación de plagas. Este cambio climático influirá "notablemente" en el conocido como 'desplazamiento de cultivos'; es decir, que en la Comunitat se tengan que producir cultivos de las zonas más cálidas del planeta.
Todas los productos que analiza el estudio no representan déficits en la Unión Europea, por lo que la entidad defiende que la bajada de las importaciones supondría una reducción de gases contaminantes, evitando que "los agricultores europeos tengan que echar sus productos al vertedero, ocasionando más emisiones".
Por contra, la Unió de Llauradors sostiene que una apuesta por los productos europeos repercutiría "sin duda alguna" a disminuir el calentamiento global, teniendo en cuenta que el transporte aumenta la huella de carbono. La apuesta por un modelo alimentario de proximidad implicaría una reducción del 72% en los gases de efecto invernadero y del 52% del consumo de energía, según una reciente investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
A esto se suma que el 55% de las emisiones de estos gases se generan actualmente por buques de gran tamaño: portacontenedores (23%), barcos de carga seca (19%) y tanqueros (13%). Por ejemplo, un gran navío de carga produce el mismo azufre que 50 millones de automóviles, como ilustra el estudio de la asociación agraria.
Por países, las importaciones de zumo de naranja de Brasil representaron el año pasado 92,84 millones de kilos de C02, seguidas por los cítricos en fresco de Sudáfrica (72,81), el arroz de Myanmar y Camboya (49,76 y 27,99), los frutos secos de Estados Unidos (28,42), la carne ovina y caprina de Nueva Zelanda (25,86), los cítricos en fresco de Argentina (23,53), la miel de China (23,1), la uva de mesa de Chile (16,11), la carne de vacuno argentina (9,42), los cítricos en fresco brasileños (6,3) o la carne ovina y caprina de Australia (2,55).
En cuanto a la distribución de emisiones en 2018, el 26% fueron emitidas por los cultivos de Brasil, el 19% por Sudáfrica, el 13% de Myanmar, el 7,5% de EEUU, el 7,4% de Camboya, el 6,8% de Nueva Zelanda, el 6,2% de Argentina, el 6,1% de China, el 4,2% de Chile, el 2,5% de Argentina y el 0,7% de Australia.
En conjunto, el total de emisiones de terceros países durante el pasado ejercicio supuso hasta 378,8 millones de kilos de dióxido de carbono. Por gases, 6.593 kilos de dióxido de azufre, 5.934 de óxido de nitrógeno, 5.809 de monóxido de nitrógeno y 21 de metano, de acuerdo al análisis de la organización agraria.