Sin tratar de conocer la autoría exacta de la frase “En este mundo no se puede estar seguro de nada, salvo de la muerte y de los impuestos" es muy triste reconocer lo veraz y acertada de la misma. Ambas palabras, muerte e impuestos, están ligadas irremediablemente a otra que es indispensable para que se produzcan ambas, y no es otra que la vida.
No hay muerte sin vida, ni vida sin muerte. Pero, ¿qué ocurre con los impuestos?, ¿puede haber impuestos sino hay vida?, ¿puede haber vida sin impuestos?
La vida o la muerte solamente se producen una vez mientras que los impuestos, desde que nacemos, se van sucediendo inexorablemente año tras año, día tras día, hasta nuestra muerte. Tal vez deberíamos preguntarnos cuándo aparecen los impuestos y cuándo desaparecen los impuestos. O aún mejor, ¿por qué aparecen los impuestos y hasta donde deberían llegar los impuestos?
La repuesta a porqué aparecen los impuestos debería ser para conseguir una sociedad que avance, prospere y sea lo más justa posible. Aunque la realidad y la principal razón es la de sostener los gastos públicos de una sociedad. Después ya vendría la redistribución de los impuestos para conseguir una mayor igualdad de renta y de riqueza. Pero ya estaría encima de la mesa la batalla dialéctica de usar a ricos y a pobres para reforzar la ecuación y la confrontación.
Aún no he conocido a ningún gobierno ni mandatario reconocer que aplica un impuesto determinado o acuñe un nuevo impuesto para justificar su mala gestión. Y digo “su mala gestión” porque la culpa de algo siempre parece que la tengan otros a la hora de entonar el mea culpa. Nadie es capaz de reconocer un error, o casi nadie, sin recurrir a un tercero que le salve de la situación. Por ejemplo, a partir del 1 de enero, los 20 millones de trabajadores españoles, ricos o pobres, pagarán un nuevo impuesto independientemente de sus ingresos. Un impuesto que recibirá el nombre de Mecanismo de Equidad Intergeneracional. Un nuevo impuesto que al fin y a la postre es para rellenar el agujero de la hucha de las pensiones. ¿Truco o atraco?
Aquí en nuestra Comunitat, el PSPV, o mejor dicho Robin Puig, tiene la oportunidad de blanquear una de esas tantas promesas incumplidas en estas dos legislaturas botánicas: la de bonificar el 99% del Impuesto de Sucesiones y Donaciones para todas las empresas familiares, con la enmienda que hemos vuelto a presentar desde Ciudadanos a los Presupuestos para 2023, para que se lleve a cabo tal bonificación. Pero también tiene la oportunidad de eliminar o bonificar en un 99% el Impuesto a los muertos, para los hijos, cónyuges ascendientes y adoptantes, tal como sí que hizo el PSOE en Andalucía de la mano de Ciudadanos.
¿Se imaginan un nuevo impuesto? ¿Un impuesto a la vida? Pues mucho me temo que este impuesto que gravaría los nacimientos ya está presente en nuestra sociedad hoy en día, al comprobar que en el año 2021 solamente se registraron 336.247 nacimientos en España y que desde el año 1946 es la cifra más baja de todas.