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CRÍTICA DE CINE

'Un nuevo mundo': Ética vs. Capitalismo

13/05/2022 - 

VALÈNCIA. En 2015, el director francés Stéphane Brizé estrenó La ley del mercado en la que un hombre de más de cincuenta años, después de quedarse en paro durante más de dos años, encontraba un nuevo trabajo que lo enfrentaba a una situación incómoda desde el punto de vista moral dentro de un entorno social y laboral miserable y despiadado. Tres años más tarde llegaría En guerra, que abordaba los recortes salariales y el cierre de las fábricas dentro de los grandes grupos empresariales desde el punto de vista sindicalista.

Ahora se estrena Un nuevo mundo, en la que el director vuelve a abordar estos temas desde una perspectiva complementaria. El protagonista, Philippe, es el jefe de planta de una compañía de electrodomésticos que pertenece a un conglomerado estadounidense que planea un despido masivo al mismo tiempo que exige un aumento en la producción. Su cargo le ha asfixiado tanto que se encuentra en proceso de divorcio. Su vida personal es una ruina y la profesional está a punto de convertirse en un infierno porque Philippe sabe que lo que están haciendo sus superiores no está bien.

Las tres películas han pasado a formar parte de una trilogía, ‘La trilogía del trabajo’. No fue algo intencionado por parte de Brizé, pero cada vez que empezaba una nueva investigación, iba profundizando en los problemas laborales y la precariedad de los empleados e iba encontrando nuevas historias que contar. Además de sus ideas de tesis que las vertebran, las tres tienen algo en común, están coescritas por el director y Olivier Gorce y están protagonizadas por Vincent Lindon, que logró en Cannes la Palma de Oro a la mejor interpretación masculina por La ley del mercado.

Sin duda la figura de Lindon se convierte en eje estructural de toda una película en la que vemos no sólo cómo su mundo se va desmoronando, sino también de qué forma empieza a tomar conciencia de que, de alguna forma, hay que plantarle cara al sistema. Brizé sigue con su cámara a ese personaje que va pasando por todo un proceso de asfixias (su divorcio, la enfermedad mental de su hijo, las presiones de las personas a su cargo, así como de las altas instancias) hasta que llega a la determinación de que la solución no es seguir tragando todas las órdenes y ejecutarlas sin rechistar, porque en algún lugar dentro de ese mundo hostil y despiadado, debería quedar la dignidad.

En realidad, ‘La trilogía del trabajo’, además de plantear todas las ignominias a las que están supeditados los empleados dentro del sistema fagocitador capitalista, habla de si queda algún resquicio de humanidad en todo este engranaje desquiciado. En ese sentido, las acciones individuales, por muy insignificantes que puedan parecer de cara a la galería, en la que nunca parece haber lugar para la lucha y la reivindicación porque alzar la voz supone una ofensa al liberalismo, al menos queda la recompensa personal y un sentido de la ética propio. En realidad, todo se resume en, ¿estás dispuesto a devorar o a ser devorado? Y, en ese sentido, Brizé plantea toda una serie de preguntas pertinentes que nos hacen repensar nuestra relación con el trabajo en un momento particularmente precario en el que los derechos sociales no se encuentran a la altura de las circunstancias.

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