La tragedia de los (bienes) comunes, es un dilema descrito por Garrett Hardin en 1968, y publicado en la revista Science (Vol. 162, No. 3859 el 13 de diciembre de 1968). Describe una situación en la cual varios individuos, motivados solo por el interés personal y actuando independiente pero racionalmente, terminan por destruir un recurso compartido limitado (el común) aunque a ninguno de ellos, ya sea como individuos o en conjunto, les convenga que tal destrucción suceda.
Normalmente para explicar este dilema, se utiliza como metáfora, un pueblo en el que cada pastor (individuo) tiene una vaca, que se alimenta en un pasto comunal (bien común). Si cada uno de los pastores piensa racionalmente pero de manera individual, llegaría a la conclusión que si tuviera pastando una vaca más, podría obtener el doble de leche para fabricar el doble de queso y venderlo, con lo cual obtendría el doble de ingresos, que a su vez podría invertirlos en su propio municipio, con lo cual además generaría el doble de riqueza para el pueblo de pastores.
Sin embargo, el resultado global de que cada pastor pensara de manera racional pero individualmente, sería que habría el doble de vacas en el pasto, lo cual extralimitaría la capacidad de regeneración de la hierba. Las vacas se comerían todo el pasto, dejarían el suelo sin vegetación, y la orina y excrementos de los animales que antes eran una fuente de alimento para los vegetales, ahora se convertirían en un problema de contaminación del suelo y de los acuíferos.
La salud es el bien más preciado, y ello justifica el importante desembolso público que todos los gobierno hacen –a costa de nuestros impuestos- para sostener un sistema sanitario, que en nuestro caso, además es universal y gratuito.
Ahora bien, pensar que la salud es algo que nos atañe de manera individual, equivaldría a pensar como ese pastor necio que cree que poner una vaca más en el pasto le beneficia a él y a toda su comunidad. Decidir no vacunarse, equivale a poner una vaca más en el pasto, porque la salud pública es algo social, no individual. Del estatus sanitario de un colectivo sabemos algo los veterinarios (nótese la sorna), a pesar que una pandemia de estas características no haya sido suficiente razón para que los gobiernos entiendan que la salud pública merece una mayor inversión y un enfoque ONE HEALTH con equipos multidisciplinares.
Acabar con esta pandemia es una misión colectiva, y por eso es un deber y una responsabilidad individual hacia nuestra sociedad, hacer todo lo que esté en nuestras manos. Poner una vacuna más, equivale a reducir la carga viral circulante en nuestra sociedad. Tú decides si vacunar a tus hijos o poner una vaca más en el pasto. Por cierto, piensa que esa decisión es un privilegio insolidario que solo tenemos los países ricos. ¡Cuántos millones de personas en el mundo no tienen esa oportunidad!
Miguel Ángel Aragón Dolz es funcionario del Cuerpo Nacional Veterinario