El pasado día 26 de marzo conocimos los datos de crecimiento del PIB de la economía española correspondientes al cuarto trimestre de 2023, publicados por el INE, que en su nota destaca que el Producto Interior Bruto registró una variación del 0,6% en este periodo respecto al trimestre anterior en términos de volumen, y que esa tasa fue de dos décimas superior a la del tercer trimestre. Con esos datos, la variación interanual del PIB fue del 2,0%, frente al 1,9% del trimestre precedente, creciendo en el conjunto del año un 2,5% y destacando que la demanda nacional aportó 2,1 puntos al crecimiento.
Rápidamente hemos visto como el Gobierno y los 'medios oficiales' han señalado las bondades de estas cifras, destacando que mientras muchos países europeos apenas crecen o incluso se encuentran en recesión técnica, la economía española 'va como una moto'.
Pero, ¿de verdad la economía española va 'como una moto'?
También en los últimos días, el Banco de España publicaba un informe sobre sus previsiones para los próximos dos años y de su lectura se deduce que no son las cosas tan maravillosas y que la economía española sufre importantísimos problemas, que son muy preocupantes. Ha sido curioso observar cómo, en este caso, el Gobierno ha obviado comentar los problemas señalados por el Banco de España y ha preferido seguir haciendo una interpretación profundamente optimista de los datos.
Lo primero, decir que el PIB es un indicador importante para observar el crecimiento económico de un país, pero también hay que tener en cuenta que se trata de un indicador retrasado… Es lo que ha pasado y lo importante es hacia dónde vamos, y lo que tiene que pasar.
Basta leer con cierta atención el informe del Banco de España, para concluir que la economía española disminuirá ese porcentaje de crecimiento en los dos próximos ejercicios y también que se sostiene exclusivamente por el crecimiento del Gasto Público (financiado con Deuda Pública), mientras que se observa una inversión privada en claro retroceso y un consumo privado estancado.
Los medios oficiales también se olvidan de que buena parte de ese crecimiento en porcentaje se produce, porque la economía española fue de las que más se retrajo dentro de la Unión Europea, durante la crisis del Covid, y de que España tiene un desfase del PIB per cápita del 15%, respecto a la media de los países de la Unión Europea.
También los medios oficiales se olvidan de señalar otras cuestiones que apunta el Banco de España, así como otros departamentos de análisis y estudios independientes: la baja productividad de nuestra economía, así como una situación de las finanzas públicas insostenible, en las que no hay ninguna expectativa de un plan de consolidación fiscal. El déficit público es estructural, tremendamente abultado y está lejos de solucionarse a pesar de haber disfrutado de unos años en los que, gracias a la inflación, se ha recaudado una cifra elevadísima de impuestos. La partida destinada a pagar los intereses de la deuda pública es una de las más elevadas del Presupuesto.
Otro argumento al que se agarra el Gobierno es al 'buen comportamiento del mercado de trabajo', algo completamente falso, ya que a pesar del maquillaje que reciben los datos oficiales de parados (disfrazando trabajos temporales como 'indefinidos discontinuos'), seguimos teniendo una de las tasas de paro más elevadas de la Unión Europea, en algunos casos de más del doble de los países de los que se dice que han entrado en recesión, según los datos publicados por la última Encuesta de Población Activa. En ella se observa que se está destruyendo empleo en el sector privado y que, gracias al aumento del empleo público, es sostenible la situación… por no hablar de que el conjunto de las horas trabajadas en el sector privado está por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, lo que hace concluir que si hay más personas afiliadas a la Seguridad Social no se explica cómo trabajan en conjunto menos horas… salvo que se trate de un empleo de menor calidad y menos estable y que concuerda con la baja productividad de la economía, que citábamos al comienzo de estas líneas.
Y podríamos hablar también de la oportunidad perdida para aprovechar el impacto de los fondos de ayuda recibidos de Europa. Los fondos 'next generation' eran la gran oportunidad para llevar adelante el cambio estructural, que necesitaba la economía española. Se sabe que el 88% de lo que se ha ejecutado (que es muy poco de lo que ha llegado, ya que en 2021 se ejecutó el 27% de lo recibido, en 2022 el 24% y hasta septiembre de 2023 se habla de un 6% de ejecución) ha sido destinado a las administraciones públicas (entes públicos y empresas públicas) y apenas el 12% ha sido destinado al sector privado.
No hemos mencionado otros asuntos como el evidente proceso de destrucción de tejido empresarial, el auténtico infierno burocrático al que se ven sometidos empresas y particulares o la inseguridad jurídica de la que hemos escuchado tantas quejas por parte de muchas empresas y que, lejos de remitir, se reaviva.
Y tampoco nos olvidemos del castigo excesivo al que se somete al ahorro.
Todo ello espanta a la inversión, a los grandes patrimonios y con ellos al efecto arrastre sobre la actividad económica.
Sinceramente estamos bastante lejos de 'ir como una moto'…