CASTELLÓ. Si naciste en los 90 o inicios de los 2000 y usaste walkman, sabes lo que es un Tamagochi, llevabas tiro bajo y leías miles de revistas adolescentes, déjame decirte que ya tienes la edad suficiente como para usar retinol. Si yo te escribo aquí “Yo, I'll tell you what I want, what I really, really want / So tell me what you want, what you really, really want” y me entiendes y en tu cabeza estás poniendo ritmo a la situación, te diré otra cosa: hablamos el mismo idioma.
Era 1996 y las Spice Girls no necesitaron de la globalización, ni de Internet, ni mucho menos de las redes sociales que vendrían después para hacerse universales. Cada una se hizo un hueco en el mundo a través de sus estilos tan definidos. Mel B era la excesiva. Era la salvaje, el alma de la fiesta y, de hecho, una de las mejores voces. Era negra, con pelo afro, lo que le daba una identidad potente. Después estaba Mel C, siempre siendo la deportista. Sus patadas voladoras se convirtieron en paso de baile esencial cuando volvemos a escuchar las canciones de las Spice y su cola de caballo perfectamente recogida en un must have de su apariencia. Llevaba chándal –mucho antes que Beyoncé–.
También estaba Geri, la abanderada de la sensualidad y que le daba sentido al nombre del grupo. Inolvidable es su minivestido con la bandera británica que llevó en los Brit Awards de 1997 o el body con la bandera de Estados Unidos en los MTV Video Music Awards de ese mismo año. No podría olvidarme de Emma, que era la Lolita de Nabokov en moderno. Era la niña buena, la niña de instituto. Llegó a inspirar a Britney Spears para su videoclip Baby, one more time con ese body rosa.
Y llegamos a la última: Victoria –lo de Beckham le llegó después–. La pija, la elegante, la aburrida (sí, tú también lo pensabas). Vicky representaba el minimalismo de los 90 que introdujo Carolyn Bessette-Kennedy y nos convenció, con el tiempo, de que un little black dress era la mejor inversión. Y, así es la vida, es la que mejor ha sabido reinventarse. Pero siempre siendo fiel a su estilo minimalista y sofisticado tan británico que la caracteriza.
Mango celebró el 23 de abril el lanzamiento mundial de su colaboración más esperada, Victoria Beckham x Mango. El lugar escogido fue la Casa Cruylles, una joya arquitectónica situada en Begur, una pequeña localidad de la Costa Brava catalana. Ella misma apareció vestida con uno de los trajes de su colección para la marca española.
Una piscina turquesa de una villa cercana a Saint-Tropez invita a pasar unas tranquilas vacaciones en pareja. Un remanso de paz rodeado de naturaleza donde las cosas marchan a la perfección. Todo parece fluir en ese entorno idílico que sirvió al director Jacques Deray para dirigir el thriller de culto La piscina (1969), protagonizado por una brillante, joven y desenfadada Jane Birkin. La película se convirtió en un éxito en taquilla y sigue inspirando con su impecable estética setentera a la industria del cine y la moda.
Victoria Beckham se pone en la piel de Deray para diseccionar con pulso de cirujana el vestuario de aquella época y, de la mano de Mango, ofrecer al público una colección tan astuta como emocionante, disponible a partir del 23 de abril. La diseñadora británica lidera su firma homónima desde su fundación en el 2008 y ha logrado alzarse como un referente sólido para la industria de la moda.
Sastrería de corte impecable, vestidos lenceros hiperfemeninos, prendas de punto ligeras y accesorios versátiles que elevan y realzan cualquier estilismo. “Quería crear un armario moderno y consciente, perfecto para los meses de verano, y dirigirme también a un público más amplio, manteniéndome fiel a mi estética y ADN”, fue lo que confesó la británica. Jane Birkin, a quien cita Victoria Beckham como principal fuente de inspiración, consiguió alcanzar el estatus de icono de estilo.
Tuvo mucho que ver su físico aniñado y su rostro delicado, pero a la vez pícaro, que reflejaba a la perfección la liberación de la mujer y una nueva forma de entender la moda. A este espíritu revolucionario se refiere la diseñadora británica creando un vestuario sin complejos para todos los públicos.
La sastrería es la piedra angular de la colección, con patrones de corte perfecto y hombros y cinturas afiladas, combinados con pantalones extralargos de corte acampanado relajado, seña de identidad de la firma de Beckham. Una selección de vestidos fluidos con cortes al bies y costuras exteriores o volantes de caracol también están presentes en la colección, al igual que las transparencias y los detalles de inspiración lencera. Todo ello para la española Mango, abanderada del lujo mediterráneo y estilo despreocupado de, a su vez, el buen gusto. Una combinación perfecta.
Y así, sin más, el retrato en llamas a través de las prendas y la evolución de la que fue Vicky y hoy, fiel al minimalismo desde sus orígenes, sigue siendo Victoria. Y no importa para quién diseñe o para ella misma, porque la elegancia permanece intacta.