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presenta su nueva película en valència

Viggo Mortensen: "Siempre hay lugar para algo cómico y humano, ya seas Aragorn o Freud"

30/04/2024 - 

VALÈNCIA. Falling no fue un capricho, ni una incursión experimental detrás de la cámarar para Viggo Mortensen. El famoso actor presenta ahora su segunda película, Hasta el fin del mundo, que se estrenará en cines el próximo 10 de mayo y que demuestra la capacidad de Mortensen por la creación fílmica, tanto en su dirección como en su guion. El autor empezó la gira de presentación de la película ayer en los Cines Lys de València.

Hasta el fin del mundo es un western inusual que deja la cámara en la casa de Vivienne Le Coudy en vez de seguir las aventuras de Holger Olsen en la Guerra Civil estadounidense. Es ella la verdadera protagonista, y el film cuenta cómo tiene que hacer frente a la soledad y a sus traumas, pero también a los peligros del pueblecito del lejano oeste y las fortalezas que le mantienen. 

“Ella es el centro de la película, es su historia la que vemos, no la de él. Las preguntas que me hacía era qué pasa, qué piensan y qué hacen las niñas y las mujeres cuando sus padres, sus hermanos, sus hijos o sus parejas se van a la guerra. En el western no solemos quedarnos con ellas y ver qué sucede en casa y eso era algo que me parecía interesante considerar”, explica Mortensen en conversación con Culturplaza.

“Toda guerra, crea desorden y tristeza; toda guerra es un desgaste económico, físico y psicológico”, recuerda a la hora de justificar que se puede hablar de las consecuencia de los conflictos armados sin necesidad de mostrar grandes batallas. Esa es precisamente la apuesta de Mortensen, hablar de la ausencia, pero también de ese seguir adelante obligatorio, del instinto de supervivencia familiar en un pueblo rural en un mundo sin las comodidades de ahora.

Mortensen se atreve en el fondo pero también en la forma, y lo hace a través de una estructura narrativa con saltos entre varias líneas temporales que se hacen de manera natural: “No es algo que hice en el montaje, sino que ya estaba en el guion. Este tipo de estructura de historia no lineal se suele ver mucho más en la literatura, y no se cuestiona. En el cine cada vez menos también, porque es muy común en las series de televisión. En este caso sirve para cuestionar el pasado, ver de dónde viene Vivienne, cómo era de niña. Cuando empecé a escribir la historia, la primera imagen que me vino fue de ella de niña, encontrándose con un caballero. Entonces me quiero ver los efectos antes de las causas de las cosas. Vamos al final de la vida, vamos a empezar”. 

El actor Viggo Mortensen, en la presentación de 'Hasta el fin del mundo' en los Cines Lys, de València. Foto: Rober Solsona / Europa Press

Precisamente, sobre ser valiente con la estructura narrativa en un género encorsetado con el western (aunque se reinventa continuamente), explica: “Yo hago la película para una persona: para mí. Yo soy el público y después espero que a alguien le guste. Confío en la inteligencia del espectador. He hecho una película que yo quisiera ver sobre una historia como esta; una película que me invita a pensar”.

La obsesión de Mortensen es la de explicar relaciones complejas con lo mínimo, evitando subrayados y redundancias. La historia, con todas sus aristas y su extensión temporal (porque abarca la infancia de dos generaciones), efectivamente cuenta mucho sin empacho: “Me encanta cuando hay una palabra o una imagen que ahí podrías hacer diez otras películas. Eso es la magia del cine, respetar al espectador y entender que la gente puede entender más allá y puede hacer su película”.

Una mujer que mantiene el frágil equilibrio de los estereotipos

Vicky Krieps se pone en la piel Vivienne Le Coudy, y le queda como un guante. La actriz luxemburguesa interpreta a una mujer que nació en una Europa de guerras y que está eminentemente atravesada por la ausencia del padre, que luchó y murió en una de ellas. También está curtida en el juego solitario en el bosque, y su independencia y determinación es una fortaleza.

La construcción de personajes femeninos, sobre todo en contextos machistas, se ha vuelto un tema muy resbaladizo conforme la sociedad ha ido adquiriendo más conciencia de las complejidades del sistema cisheteropatriarcal. El cine ha acabado generando, en su proceso de adaptación a esa toma de conciencia, otros lugares comunes que, aún bienintencionados, reproducen clichés y discursos planos. Mortensen tiene la capacidad de esquivar eso creando a un personaje con algunas fortalezas, pero también humana y atravesada por las relaciones de poder del far west.

Además, ni Vivienne ni Olsen son estadounidenses de origen, sino que son migrantes, con su propio idioma y cultura, que hacen de Estados Unidos su nuevo país, cuando este aún se está construyendo y luchando. “En los westerns, casi siempre los protagonistas son anglosajones. De vez en cuando hay personajes mexicanos, pero son estereotipados: o son muy malos, o muy graciosos, o son solo barman… A lo mejor una prostituta que tiene un acento alemán, o francés, pero nunca son protagonistas en general”, detecta Mortensen. El idioma precisamente es un aspecto que cuenta la historia de cada personaje, y lo naturaliza en el espacio del western. Una capa que demuestra otro ejercicio de valentía por parte del director.

También la incursión de cierto tono cómico en algunas escenas, a pesar de la crudeza de lo que cuenta: “Incluso en los personajes más serios que he hecho, siempre busco algo humano, que puede ser una torpeza o un giro cómico inesperado. Un momento que puede ser sutil, pero para el que siempre hay lugar porque es parte de la vida. No importa que fuera Aragorn, Sigmund Freud, o este personaje: siempre busco algo cómico, algo humano, que humanice a los personajes sin forzarlo”.

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