VALÈNCIA. "Exigiremos entrar en el Gobierno". La máxima de Vox es rotunda: si da la suma con el PPCV, quiere formar parte del Consell. Y de eso va a depender buena parte de sus expectativas a corto y medio plazo en la Comunitat Valenciana. La formación de Santiago Abascal tiene clara que su estrategia actual ha de ser la de entrar en los ejecutivos y que su estancia en la oposición no le beneficia si quiere seguir creciendo. De hecho, durante la actual legislatura no ha tenido un papel especialmente destacado en Les Corts.
Como cualquier partido, aspira a que su programa se lleve a la práctica, aunque sea consciente de que no tendrá los suficientes apoyos como para presidir la Generalitat. Se tendrá que conformar con dar respaldo a los populares y plantear sus exigencias.
Vox sacó 10 diputados en 2019 y el 28M aspira a quedar como tercera fuerza del Parlamento valenciano por delante de Compromís (que ahora tiene 17 escaños). Las encuestas no le dan un crecimiento tan destacado, así que las urnas hablarán .
Será un reto complicado. La formación tiene su fortaleza sobre todo en las elecciones generales. El hecho de que en 2019 éstas se celebraran junto a las autonómicas les dio mayor apoyo, por lo que el próximo domingo habrá que comprobar su nivel de crecimiento y su éxito, más complicado, a nivel municipal.
Vox se ha intentado mostrar a lo largo de la campaña como un socio fiable y serio para el PPCV. Tanto su candidato a la Generalitat, Carlos Flores, como su número uno al Ayuntamiento de València, Juanma Bádenas, han expuesto propuestas programáticas pero han evitado hablar de líneas rojas y exigencias de entrada.
Más allá de ideas difíciles de digerir para los populares como mostrarse prácticamente negacionistas del cambio climático, no querer asumir el discurso común contra la violencia de género o sus salidas de tono sobre la inmigración, Vox no ha centrado su campaña en condiciones hacia ellos. Una cara amable con la intención de aparentar moderación y de adentrarse en el pragmatismo negociador.
El modelo para la Generalitat es el más cercano posible al de Castilla y León. Allí Vox entró a gestionar tres consejerías y hay un vicepresidente que no dirige ninguna pero las controla todas. En su traslación a la Comunitat, sería una figura de vicepresidente sin cartera que supervisaría la actuación del Consell y tendría posición en la gestión en su conjunto.
Si Vox no sumara con el PPCV y siguiera en la oposición, un aumento en apoyos resultaría complicado para las siguientes elecciones en un contexto económico y social similar al actual. En cuanto a liderazgos, tanto Flores como Bádenas han llegado en los últimos meses como candidatos y su futuro dependerá de lo que decida Santiago Abascal, como ocurre en todos los demás territorios.