mar abierto / OPINIÓN

Vuelva usted mañana…

25/10/2022 - 

Si ha pasado usted cualquier mañana, en  hora y desde hace meses, por el  Ayuntamiento de Valencia junto a la calle Periodista Azzati, habrá visto las largas colas que se forman, paraguas en mano cuando hace calor, para acceder al servicio de Padrón.

Colas de pacientes vecinos que tienen el -aparentemente- sencillo objetivo, de hacer algo tan habitual como inscribir o modificar un empadronamiento, o simplemente obtener un certificado del mismo. Gestión tantas veces necesaria, cuando no urgente, para tramitar cuestiones relativas a colegios, centros de salud, ayudas, becas…

Quizá les sorprenderá saber, además, que esa “cola” es sólo para los afortunados que, quien sabe tras cuanto tiempo de tentativas continuadas, han obtenido por fin fecha para la atención presencial.

Porque el gestor on line de estas citas previas aparece habitualmente sin días disponibles en ninguno de los centros municipales habilitados, de forma que los ciudadanos no pueden, siquiera, tener una previsión de cuándo podrán atenderles.

Pero es que tampoco lo van a tener fácil si optan por gestionar telemáticamente el empadronamiento, porque están demorándose dos o tres meses, y eso si no se complican.

Y así tenemos a miles de ciudadanos desesperados, porque no se ponen medios suficientes para solventar adecuadamente una gestión tan habitual, mientras los funcionarios que atienden el servicio realizan un ingente trabajo, como demuestra que,  de las gestiones realizadas en la web municipal, las relativas a padrón suponen por sí solas un 30% del total.

Lo que hay que hacer es extenderlas a las Juntas de Distrito de la ciudad, especialmente las más alejadas de los actuales puntos de atención presencial; aumentar los recursos personales y tecnológicos; y garantizar un tiempo máximo de tramitación, que en el caso de las realizadas a través de Sede Electrónica, no debería ser superior a 7 días.

Pero claro, el colapso no están solo en el padrón. Lo hay en multitud de servicios públicos y de diversas administraciones: valoración de incapacidad, familias numerosas, INSS, INE, Consellerías… y hasta para renovar el DNI, que en determinadas épocas del año resulta imposible, lo que expone al vecino a multas por no tener lo que no se le facilita. Eso sí, en Hacienda, todo es rápido y está interconectado. Y no: no es casualidad.

Lo pero es que todos estos problemas se agravan cuando quienes intentan hacer esas gestiones son las personas mayores con, cómo es lógico, mayores dificultades para instalarse una firma electrónica, pedir citas telemáticas, usar una APP o hacer consultas por internet, si es que tienen wifi en su casa.

Que por ello se enfrentan a diario con esas barreras, en las administraciones y también en entidades privadas como las bancarias. Y que, pese a “Protocolos Estratégicos”. se sienten solas, impotentes, perdidas y sin poder realizar gestiones básicas, que esta sociedad está despersonalizando a marchas forzadas.

Lo que resulta especialmente intolerable cuando afecta a una generación que ha trabajado y -en no pocas ocasiones- sufrido tanto. Que se lo ha ganado durante toda la vida. Que merece ayuda y necesita soluciones. Comprensión y facilidades. Lo exige la más mínima empatía y el máximo respeto.

Así que, por ese respeto, hoy he decidido no escribir otras cosas, ni mencionar otros temas, que ya saben que los hay. Y poner sólo el foco en que la vida de los ciudadanos  transcurre entre demasiados colapsos, congestiones y frustraciones, para realizar las más elementales gestiones, que los poderes públicos deberían facilitar.

Y es entonces cuando recuerdo que, casi dos siglos después, seguimos viviendo como escribí Larra ya en 1833. O sea, en el “Vuelva usted mañana”… O quién sabe cuándo. Lamentable.