La grandeza de internet es que hace universal el acceso a la información y a las hemerotecas. Pese a que la memoria humana es corta y selectiva, el caché en las redes son la prueba irrefutable de la Historia. En febrero del Año III d.C. -después de la Covid-, el mundo Occidental se reunía en la 59ª Conferencia de Seguridad de Munich (MSC 2023), en el Hotel Bayerischer Hof con un ausente ilustre, Rusia, que ésta vez no fue invitado.
En el MSC 2023, China, potencia amiga y aliada del país más grande del mundo vencedor en las dos guerras mundiales que asolaron Europa en el siglo XX, puso sobre la mesa una palabra: paz. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, le propuso a Ucrania una “iniciativa de paz para que se ponga fin de una vez a la guerra iniciada el 24 de febrero del 2022, con el objetivo de evitar el retorno a la mentalidad a la Guerra Fría” y a un mundo dividido en dos bloques.
En el mismo marco, el embajador de la Unión Europea, Josep Borrell, adelantaba la inminente decisión del bloque occidental de acordar una compra conjunta de armamento entre los 27 Estados para proveer a Ucrania en su defensa de la guerra con Rusia.
En un año, el discurso había dado un giro de 180 grados. Bajo la nueva presidencia del MSC 2023 por parte del Embajador Christoph Heusgen, Olaf Scholz invitó a que los aliados aceleraran las entregas a Kiev de sus tanques Leopard, en clara contradicción a su propio discurso del mes anterior. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, también hizo un llamamiento en este foro a los europeos a “invertir masivamente en defensa” y “repensar la doctrina de seguridad”. En 2019, el mandatario francés había diagnosticado la “muerte cerebral” de la OTAN, mientras que en 2021 Scholz se negaba a cerrar el gasoducto Nord Stream 2.
El fin de semana en Munich, y a las puertas del primer aniversario de una guerra que tenía previsto alargarse hasta 2025, Scholz insistió en que “no es la hora del diálogo. No son nuestros envíos de armas los que alargan la guerra. Todo lo contrario. Cuanto más pronto Putin entienda que no alcanzará su meta imperialista, mayor será la posibilidad de un final de la guerra”. El MSC 2023 reunió a más de 30 jefes de Estado o de Gobierno, un centenar de ministros, docenas de líderes de organizaciones internacionales, altos mandos militares y expertos de un amplio número de países, pero no de Rusia ni de Irán, que no fueron invitados a participar.
El economista y analista estadounidense Michael Hudson ya había anunciado en 2015 “el escenario de pesadilla para EEUU que eran las materias primas rusas y la industria alemana y, por extensión, una Rusia democrática e integrada que dejaría obsoletos a la OTAN y la dependencia de EEUU” .
El 12 de febrero de 2022, a las puertas de una guerra anunciada, Michael Hudson advirtió de nuevo: “La rivalidad económica y bélica de Estados Unidos tiene como objetivo mantener a Europa y a sus aliados asiáticos dentro de su órbita económica. Se exige a Alemania, y a otros aliados, que impongan sanciones dirigidas contra el bienestar económico de sus propias naciones al impedirles comerciar con países fuera de la órbita del área del dólar estadounidense”.
Hudson recordaba las reticencias de Macron ante la OTAN, con su “muerte cerebral” y su crítica a los acuerdos comerciales favorables a Estados Unidos que imponían costes crecientes a Europa, mientras se les negaba las ganancias de un comercio con Eurasia. Por esta misma razón, añadía, “Alemania se resiste a que se prescinda del gas ruso bloqueando el gasoducto Nord Stream 2”. Hasta que el 22 del 2 del 2022, 24 horas antes de la invasión, Scholz bloqueaba la certificación del Nord Stream 2 previo anuncio del Presidente Biden.
Volviendo la vista atrás, el 8 diciembre de 2021 EEUU aseguraba que el futuro del gasoducto ruso Nord Stream 2, que iba a transportar gas ruso a Alemania por el fondo del mar Báltico, estaba en juego si Rusia invadía Ucrania, y citaba conversaciones con el Gobierno alemán. “Si Vladímir Putin quiere ver gas fluyendo a través de ese gasoducto, puede que no quiera asumir el riesgo de invadir Ucrania”, aseguró el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, en una rueda de prensa después de la cumbre en la que Biden amenazó a Putin con las "fuertes medidas" que Estados Unidos tomaría junto a sus aliados europeos. La Casa Blanca precisó que estaba en juego precisamente el futuro del gasoducto ruso Nord Stream 2.
Sólo cuatro meses antes de la guerra, Alemania afirmaba que el gasoducto ruso no representaba ningún riesgo para los suministros de gas en la UE. Así lo publicaba el diario digital Politico, después de que el gobierno alemán desclasificara una evaluación de seguridad de alto secreto en el oleoducto Nord Stream 2. En este documento se afirmaba que el suministro de energía “no se pondrá en peligro” por el aumento de la dependencia del gas ruso. Fechado el 26 de octubre de 2021, el informe fue adoptado en los últimos días del gobierno saliente de la ex canciller Angela Merkel.
Echando la vista más atrás, en las hemerotecas encontramos a Hunter Biden paseándose por Ucrania como CEO de la compañía ucraniana de petróleo y gas Burisma Holdings, entre 2014 y 2019. Sólo dos meses después de que los disturbios del Euromaidan derrocaran del Gobierno al presidente prorruso, Víktor Yanukóvich. Era mayo de 2014 cuando aterrizaba en Kiev el hijo del actual presidente de los Estados Unidos de América.
Hunter Biden, cuyo padre Joe Biden era entonces vicepresidente, se convirtió en miembro de la junta directiva de una de las mayores compañías privadas de petróleo y gas de Ucrania. Un artículo de Associated Press calificó la contratación de Hunter de “políticamente incómoda” porque la administración Obama estaba buscando “influenciar en las políticas del nuevo gobierno ucraniano, especialmente en cuestiones energéticas”.
En aquellas fechas, febrero de 2014, con Yanukovich aún en el poder, la entonces Secretaria de Estado y responsable de Estados Unidos para Europa, Victoria Nuland, -hoy Subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de los Estados Unidos con Biden- fue sorprendida en una conversación con el embajador de Washington en Kiev, Geoffrey Pyatt. La diplomática exclamó un sonoro “fuck the EU”, ante las acusaciones de espionaje e intervención norteamericana durante el Euromaidan ucraniano, la antesala de esta guerra.