EL MURO / OPINIÓN

Yo también visité Ganímedes

1/10/2023 - 

Desde que escuché a la vice Yolanda Díaz advertirnos de que los ricos van a huir de nuestro mundo mortal en sus cohetes particulares para ponerse a salvo y de paso su patrimonio, la verdad es que no duermo. Tengo las imágenes en bucle. Es más, como durante mi adolescencia leí muchos libros sobre terceras dimensiones, me lo he tomado tan en serio que ando locamente buscando amigos ricos a ver si quepo en un cohete sideral. Rápido y veloz. Y barato, por supuesto. Yo tampoco quiero continuar en esta dimensión.

El marciano debe de ser amable, y lo del metaverso me parece un poco frívolo, pero todo sea por la supervivencia y de paso la inmortalidad, aunque los últimos informes de longevidad me hayan dejado tranquilo. No sé si cobraré pensión, pero según esos informes me van a tener que aguantar muchos años más. Casi hasta el coñazo personal. No sé qué va a ser peor cuando quienes han de velar por mi futuro están tan preocupados/as por el marcianismo o la escapada sideral, que no sentimental, que por mi futuro laboral.

Decía lo de mi adolescencia porque el mundo está lleno de hipótesis y literatura fantástica. Asimov se ha quedado anticuado y Julio Verne ya es sólo literatura infantil, pero yo también visité Ganímedes, al menos de forma literaria. Y vi también la luz blanca. Fue a través de libros de oferta que, como ahora, continúo comprando en la librería París Valencia y son todo un descubrimiento para la imaginación. Pero hasta ahí.

Jamás imaginé que alguien con tanto poder en sus manos nos iba a hablar de marcianos y huidas estelares. Ni el CIS, el CNI, la CIA y menos Expediente X. Hay canales de TV de low cost, estilo À Punt, llenos de series de marcianos que nos invaden y atormentan los sentidos. Por lo visto, tendremos que ser muy amiguitos en el futuro más inmediato con lo desconocido.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. Foto: EDUARDO PARRA/EP

Para un servidor lo importante no son los cohetes. La noticia estaría en preguntar a nuestros ricos más cercanos si es verdad que tienen listas en Azerbaiyán, Guayana o Cabo Cañaveral algunas naves de Star Trek preparada para su lanzamiento, que esa es otra porque de cada cuatro, tres no despegan por fallos técnicos. Todo un riesgo entre maletas llenas de billetes, Rioja y jabugo para el viaje ya que aquello no será como entrar en Australia.

Yo lo que me pregunto ya no es si los ricos, como dice Yolanda, van a salir volando, sino algo más prosaico: ¿se los van a llevar en crudo o en maletas?, con los cual no sé quién les cambiará los billetes o a cómo estará el cambio por allí y de paso de qué van a vivir o quién les atenderá el moño cuando se quiten el casco. Porque la moneda será distinta, digo yo. Si es que hay moneda, aunque el euro ya no valga nada. Y más profunda e intelectualmente, dónde meterán el ajuar.  

Y luego. Supongo, que si salen en cohetes tendrán lofts y urbanizaciones dispuestas a su llegada con ropa de algodón. Y el servicio a su cargo. Si no, de qué van a vivir dando vueltas por el espacio sideral hasta que el mundo se vaya al carajo como dice nuestra vice. Al resto de los mortales el futuro ya le dará igual.

Creo que la noticia de todo este absurdo político sería preguntar a los ricos, que llaman, si ya han elegido destino. Que lo digan. Porque lo fácil es elegir Estepona o Agadir, pero claro, en Ganímedes, según aquel libro de adolescencia de Yosip Ibrahim, los marcianos daban un poco de yuyu, aunque uno se acoplará a lo que haga falta para sobrevivir entre ricos y marcianos díscolos o discóbolos, que dirían Luhiers y toda esa mitología y descontrol de la que nos hablaron de la luna de Júpiter, por no entrar en la cantidad de agua que por allí supuestamente habría. Como si las aguas de Montanejos se nos quedaran cortas.

Vista del Hemiciclo del Congreso de los Diputados. Foto: A. PÉREZ MECA/EP

Nuestra Vice Yoli nos lo ha dejado a tiro. Sabiendo cómo está el patio con lo de las investiduras, baterías, coches eléctricos, el Euribor, la deuda pública y todo lo demás… Vamos, cosas mundanas de ir por casa y escaso o nulo interés y que parecen estar de sobra.

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