En su día prometí a mis posibles lectores que debía escribir en prensa para combatir "el abandono de lo cotidiano". La promesa merece ser mantenida porque las declaraciones y los análisis de algunos políticos siguen ahogadas en el dilema que en su día denuncié: "Algunos dan la cara en los medios con un cierto descaro, otros sin ocultar la mordaza que soportan". Así pues, vayamos a lo cotidiano.
Tuve la suerte de poder prescindir del coche sin crear dependencias significativas de terceras personas. Mis desplazamientos de gran distancia los cubría con una comodidad espantosa, sin cansancio, sin riesgo y hasta con menor gasto. Todo era cuestión de subir al Alvia y de coger el taxi para acudir al hotel en mi destino en Oviedo o León. Contar con el tren era un verdadero lujo. Todo discurría con limpieza, puntualidad, buena atención. En estos meses cada día puede cobijar un desastre mayor que el día anterior. Para realizar un viaje de gran distancia sales de casa al amanecer, esperas en la estación o en un túnel hasta el mediodía y al anochecer puedes haber llegado a tu destino. Esa es la organización que nos ofrece el Ministerio de transportes y movilidad sostenible. En la tarde de hoy (20/08) vuelven los diarios digitales a dar cuenta de un nuevo caos en Chamartin.
Estoy cerrando uno de esos trabajos que te ocupan durante años y en los que el encuentro con el editor es inevitable para analizar los aspectos que más convienen a la edición. En el presente no me atrevo a emprender el viaje que antes era un verdadero descanso. Con mi limitada condición física no me veo con fuerzas para correr los riesgos que los viajeros soportan a diario en uno u otro punto de la red ferroviaria. Alguien de mi familia tendrá que ayudarme a cruzar la península en un automóvil; no me preocupará la movilidad sostenible.
En estas estoy cuando aprecio que el Sr. Ministro de Transportes habla de cualquier tema menos de los que debería hablar. La situación está tan deteriorada que el Sr. Ministro debiera estar dando cumplidas explicaciones en cada día de los retrasos y torturas a las que ha sometido a los usuarios del AVE o del Alvia; omitamos toda referencia a los trenes de cercanías. Al Sr. Puente se le debiera dedicar un apartado en los telediarios; más o menos como el otorgado a "el tiempo", a "los deportes". Pero no, este señor habla de cualquier cosa que ruede por nuestra piel de toro; no hay juez o tribunal que se le resista. Ante cualquier circunstancia, es el primero en saltar al ruedo. Eso sí, si da una explicación de la situación de las comunicaciones, es tan insuficiente para dar razón del desastre diario al que somete a los viajeros, que su explicación suena a mentira. Este es el caso cuando culpa a Talgo del desastre de todos los días o nos explica lo que sucede con una afirmación tan de detalle como esta: "Es una conjunción de circunstancias en un momento complicado, en plena renovación de nuestra red". Si aporta más precisiones, se refiere a "las obras de actualización de la infraestructura y de la llegada de nuevo material". Pero eso sí, la ambigüedad y la desinformación de este tipo de comunicados se complementan con palabras que muestran un descaro sin miramientos: "La red española es la más rápida del mundo, después de la china".
Ante estos análisis en programas de máxima audiencia y ante la proliferación de temas que parecen ocupar las horas de sus días, creo que, al menos, debería aplicarse el "Zapatero a tus zapatos"; esto es, ocúpese de los trenes o ceda el puesto a quien pueda atender los problemas de esa red.