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UN DOCUMENTAL RECUERDA SU rodaje

25 años de ‘Tierra y libertad’: el film que devolvió la revolución al Maestrat durante dos meses

José Carlos Díaz Martí recoge en un documental todo aquello que sembró el trabajo de Ken Loach. Tal vez la mejor película sobre la Guerra Civil jamás rodada

16/08/2019 - 

VALÈNCIA. Se cumplen 25 años del rodaje de Tierra y libertad, tal una vez una de las películas que mejor han contado la Guerra Civil en la Historia del Cine. El film del director británico Ken Loach no era una superproducción bélica; tampoco partió de un prisma manido, sino todo lo contrario: contó cómo la propia izquierda también estaba en guerra, dinamitando la propia defensa de la República. La voz narradora la contaba un inglés comunista que vendría a España para unirse a las Brigadas Internacionales y que acabó en el batallón de un pequeño pueblo del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).

Esta semana, el periodista cinematográfico Javier Zurro ha estado recordando algunas de las anécdotas de este rodaje, que durante dos meses revolucionó el Maestrat turolense y valenciano, basándose sobre todo en la localidad de Mirambel (Teruel). José Carlos Díaz Martí ya ha puesto en marcha un proyecto de documental, que está en la fase final de la búsqueda de financiación, en el que quiere recoger cómo el rodaje de Tierra y libertad supuso la pequeña revolución que supuso para la gente implicada en el rodaje y para los pueblos de la zona.

"Leímos el libro de Mario Ornat Bienvenido Mr. Loach, en el que cuenta anécdotas y episodios que se vivieron durante el rodaje, y me dio a entender que la manera tan especial y coherente con la historia en la que Loach se planteó asumir la grabación devolviera, de alguna manera, la propia revolución a Mirambel durante los dos meses de rodaje. Cuando empezamos a conocer algunos testimonios de personas que estuvieron en ese momento nos dimos cuenta que, de alguna manera, la huella de Loach ha sido más alargada y perdura", explica el realizador. También lo fue para el propio inglés, que siempre ha recordado Tierra y libertad como uno de los proyectos más importantes de su notable filmografía. De hecho, está pendiente (se ha retrasado dos veces por problemas médicos) la visita de Loach a Mirambel para recordar la efemérides y rendir homenaje a todo lo que ocurrió durante el rodaje.

Una historia que contagió el rodaje

¿Y si tuvo que venir un realizador inglés a rodar la mejor película sobre la Guerra Civil española? Sin duda, el enfoque de Loach es singular y cuenta el conflicto desde un prisma hasta entonces muy poco conocido. Pero con el director que mejor retrata los conflictos de la clase obrera es más importante el cómo que el qué. Así lo fue en Tierra y libertad.

A la hora de asumir ciertos procesos del rodaje del film, Loach quiso transformarlos para preguntarse cómo ceñirse a la verdad de lo que pudo pasar y pudieron sentir los personajes durante el conflicto armado. Por eso, el casting fue especialmente singular: el realizador quería en su película solo a actores y actrices que, si hubieran vivido en 1936, se hubieran ido a defender la República tal y como iban a hacerlo los personajes que interpretaran. Así, descubrió a unas hasta entonces desconocidas Rosana Pastor e Icíar Bollaín. La primera ganaría el Goya a Mejor Actriz Revelación por este film, mientras que a la segunda le marcaría de por vida, no solo en su carrera como actriz, sino también como la realizadora que es ahora.

Pero más allá de los papeles protagonistas, Loach quiso afinar más, y viendo que los castings de extras no daban los frutos esperados, decidieron buscar a los figurantes entre los sindicatos y los colectivos obreros de los pueblos de la zona y las ciudades que les rodeaban. De esta manera, la mayoría de las personas que se pusieron delante de la cámara pertenecían a partidos políticos, movimientos sindicales o reivindicaciones localistas, que trasladaron todo el furor de su lucha a esa representación de la trinchera de la Guerra Civil. 

Una de ellas fue Xelo Pérez, que después de vivir una vida nómada con su pareja y sus dos hijos, que les llevó por Australia y Francia, decidieron afincarse en una Masía en el término de Morella para construir una vida alejada de la ciudad, al cuidado de 450 ovejas. Formaba parte activa del colectivo de Mujeres dels Ports, a las que les pidieron implicarse en el rodaje. Aunque en un primer momento, Segura rechazaría participar por falta de tiempo, una de las asistentes de Loach volvió para pedirle que el realizador había pensado en ella para ser una de las anarquista del film. Ella volvió a rechazar el papel, y la asistente insistió días después enseñándole el currículum del realizador inglés, que estaba especialmente interesado en conocerle e intentar convencerle.

El momento personal por el que pasaba Xelo entonces, le impidió a última hora participar en la manera en la que estaba prevista. La manera en la que se había empoderado no gustó mucho a su familia. Su proyecto de vida se caía cómo el bando Republicano lo hacía en el film de Loach. Finalmente, participó como extra prácticamente imperceptible como amiga del personaje de Rosana Pastor, en una secuencia especialmente dramática. Cuenta Chelo Segura que su vida cambió radicalmente porque finalmente de poco sirvió rechazar el rodaje. Tuvo que empezar de cero.

Un rodaje basado en las ideas

Ken Loach quiso llevar hasta las últimas consecuencias la implicación del cuerpo actoral y la figuración. Fue su manera de trabajar la que acabó haciendo tan especial este film. Cuenta el libro de Ornat en el que está inspirado el documental que los actores y actrices hicieron huelga para exigir la diferencia de privilegios que permitía que ellos en comieran en el comedor mientras los extras lo hacían de bocadillo. Pero más allá de las anécdotas, el realizador inglés quiso trabajar con un guion abierto, en el que incluso los extras tenían que construir sus diálogos para hacerlo lo más auténtico posible.

De esta manera, exprimía hasta el final las posibilidades dramáticas de las interpretaciones. "Siempre rodaba seis tomas. La secuencia en la que yo aparezco tenía un peso dramático muy intenso, así que querían que llorara mucho. Yo estaba pasando por un momento personal especialmente convulso, así que lo conseguí con facilidad, pero aún así, Loach nos hizo repetir y repetir la secuencia al sol hasta que llegáramos las caras de dolor que necesitaba para la escena", cuenta Chelo Segura, que añade: "te empuja a sacar lo mejor de ti delante de la cámara. Creo que, de alguna forma, trabajar con él te transforma".

"Su técnica de rodaje acaba siendo una experiencia, en el que los actores asumen su papel y los personajes se acaban haciendo realidad. Las emociones durante esos dos meses estuvieron a flor de piel, y todos acabaron abstrayéndose y trasladándose, de manera natural, a la lucha republicana de la Guerra Civil" cuenta Díaz Martí.

La revolución intermitente

Uno de los aspectos más interesantes del film de Ken Loach es la cuestión de género, capital en Tierra y libertad: fue una de las pocas películas sobre la Guerra Civil en el que se ve a las mujeres tomar las armas y contestar y participar en las decisiones que se tomaban en la trinchera. "El film podría contarse muy fácilmente de manera coral, pero Loach decidió hacerlo darle un protagonismo capital a la voz femenina y empoderada", explica Díaz Martí. 

El feminismo es solo un ejemplo de todas las luchas que despertó el rodaje en la zona. Era habitual que el cuerpo actoral cantara las canciones revolucionarias fuera de cámara. Loach consiguió revivir la lucha por los valores republicanos 55 años después, aunque tan solo durante dos meses. A diferencia de lo que ha visto José Carlos Díaz mientras prepara el documental, Xelo Pérez cree que "muchos traicionaron las ideas que tenían y que intensificaron entonces": "incluso yo lo he hecho, aunque siga manteniendo mis ideales y haya seguido muy implicada en la lucha feminista", cuenta.

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