Vivimos tiempos difíciles para la razón y la verdad. Al menos para la aproximación desinteresada y objetiva a la verdad. Las burbujas de amiguetes cortados por el mismo patrón que generan las redes sociales, las fake news interesadas y el fanatismo intolerante se han convertido en el signo de los tiempos. Son más importantes las tripas que el cerebro, las emociones que la razón, las creencias del grupo que la verdad objetiva. No somos capaces de atender a los matices ni de mirar sin polarizar: blanco y negro, amigo y enemigo
De la capacidad de leer entre líneas, ya ni hablamos… Mejor interpretar literalmente, siempre que la literalidad nos dé la razón, claro. Aunque sea una interpretación analfabeta y falsa.
Homo Velamine es un colectivo español formado por intelectuales que lleva años intentando colocarnos ante el espejo de nuestra propia gilipollez como sociedad. Sus acciones performativas tienen como objetivo poner en evidencia las contradicciones de nuestro pensamiento, lo arbitrario de ciertas creencias compradas en pack y lo irracional (ellos lo llaman ultrarracional, más allá de la razón) de muchos de los principios que nos guían. Algunos de sus actos más conocidos son Hípsters por Rajoy o Cleroflautas a favor de Pablo Iglesias, donde juegan con las expectativas y los prejuicios: a priori, ni los hípsters votarían al PP ni los curas/monjas a Podemos. En el mismo sentido está Taurinos Veganos, Españoles por el Sí (en referencia al referéndum de Cataluña) o la acampada en Sol a favor del gobierno. Como puede observarse en estas performances, la intención del colectivo Homo Velamine es mostrar las grietas en nuestras creencias. ¿Está bien que los curas voten a Podemos? Ni los religiosos ni los podemitas saben bien qué pensar al respecto. ¿Puede ser vegano un taurino? ¿Puede un español querer que Cataluña se separe? Contra el pensamiento único y los fanatismos, Homo Velamine. Haciéndonos reflexionar más allá de la rapidez con la que solemos tomar partido por unos u otros.
Pero de pronto, una de las acciones del colectivo ultrarracional se les va de las manos y se convierte, sin ellos desearlo, en el mayor ejemplo de la gilipollez que ellos pretenden denunciar. De estos tiempos en que nos aferramos a nuestras mentiras porque estamos más calentitos abrazados a ellas que enfrentándonos a verdades que quizás contradicen nuestros deseos. Estoy hablando del Tour de la Manada. Cualquiera con dos dedos de frente puede ver la intención de este falso tour: denunciar los excesos mediáticos en el tratamiento de temas escabrosos como el de la manada, el niño del pozo, etc. Una web que propone un tour guiado por los lugares por donde pasó la manada, que vende camisetas e incluso calcomanías con el tatuaje de El Prenda -¡Calcomanías con su tatuaje, por dios!- solo puede ser una web irónica. Y si se investiga un poco al colectivo Homo Velamine, no puede haber duda de que se trata de una acción crítica. Y si encima en la web días después de que la noticia saltase se explica todo el acto con pelos y señales, denunciando con datos el tratamiento de algunos medios que denunciaron esta web pero ellos mismos utilizaron mapas para elaborar el recorrido de la manada esa noche (vamos, lo que se llama un tour), pues la cosa no puede quedar más clara. Puede gustarnos más o menos esta acción, pero es difícil ante tanta evidencia creer que el tour fue alguna vez un negocio serio.
Sin embargo, la abogada de la víctima de la manada ha acusado a Anónimo García, cabeza más visible de Homo Velamine a tres años de cárcel y 20.000 euros de multa por intentar lucrarse de una violación. No le importa la verdad, le importa lo que pueda sacar. O yo que sé lo que le importa. Igual ocurre con los medios de comunicación que a día de hoy siguen informando del tour de la manada como si hubiese sido un negocio real y no una web irónica que pretendía denunciar a los medios. A esos medios que se siguen retratando. Ana Pastor o Mamen Mendizabal continúan dando por buena la realidad del tour. Solo deben meterse en la web y leer, no es tan difícil. Supongo que se lo dijeron en la facultad de periodismo. O hacer caso de los múltiples tweets que les explican la trayectoria performativa de Homo Velamine. Pero parece que a estos programas les interesa que el tour sea real. Y contra toda evidencia, dan la razón al colectivo artístico: a los medios les importa más el morbo y el share que la verdad.
Desde aquí, todo mi apoyo a Homo Velamine. Todo este embrollo legal y mediático solo demuestra que sus acciones son más necesarias que nunca. Si alguien quiere profundizar más en este caso, aquí las explicaciones del propio colectivo al respecto.