La cantautora anglo-española presenta este sábado su último disco, Solar System, en el espacio Amstel Art de Veles e Vents
VALÈNCIA. Dicen que Solar System (Mont Ventoux, 2018) es el disco más disruptivo de Alondra Bentley (Lancaster, Reino Unido, 1983). El álbum con el que se ha tirado en tirabuzón a la piscina, apostando más que nunca por la experimentación y los sonidos sintéticos; arrimándose por momentos a la música de baile (quizás de salón, más que de discoteca). No obstante, si cavamos por debajo de las líneas de sintetizadores y las percusiones quebradas, encontramos en esencia a la misma cantautora de folk de voz cristalina y melodiosa que conocimos hace una década con Ashfield Avenue (Absolute Beginners, 2009). Tras ese primer trabajo, la artista inició una evolución gradual en The Garden Room (2012), Alondra Bentley Sings for Children, It's Holidays (también 2012) y sobre todo en Resolutions (2015), grabado en Estados Unidos junto a Matthew WE. White. En su música palpita siempre la voluntad de salirse por la tangente, aunque sea de forma sutil.
“Las canciones que nacen con voz y guitarra en un contexto muy íntimo, como ocurre en mi caso, pueden desarrollarse en muchas direcciones distintas. El folk concretamente es un estilo que puede convivir con cualquier género”, nos explica Bentley con motivo del concierto de presentación que ofrecerá este sábado en el espacio Amstel Art del edificio Veles e Vents de València. “La experiencia del directo es ahora muy distinta a la de mis discos anteriores, sobre todo por la presencia de los sintetizadores – advierte-. Soy consciente de que hay gente a la que le gustará más el formato clásico e íntimo de mis inicios. A mi padre, sin ir más lejos (ríe). Pero a mí me gusta saber que no todo el mundo está conforme, aunque mi sensación general es que mi evolución está teniendo muy buena acogida. Quizás es porque se aprecia que es el fruto de un esfuerzo extra por reinventarme y salir de mi forma de confort”.
Cuando uno sabe que puede desconcertar a sus seguidores, ¿cómo lleva los primeros días tras la salida del disco? “Al principio de mi carrera era muy susceptible a todo lo que se decía de mis canciones, pero por suerte o por desgracia al final asumes que tus opiniones no necesariamente coinciden con la de las personas que siguen tu carrera desde fuera. No sé si llamarlo madurez o no. El caso es que es positivo, porque al final descubres que no necesitas justificarte, y ya no esperas gustarle a todo el mundo. Sobre todo si quieres buscar constantemente nuevas maneras de decir las cosas. Yo me fijo en las carreras que han hecho artistas que me fascinan como David Bowie, que nunca se instaló en ninguna fórmula, aunque supiera que le funcionaba. Creo que es importante mantenerte a ti mismo interesado en tu propia carrera”.
De padre español y madre británica, Alondra Bentley creció en Murcia y reside desde hace años en Madrid, pero precisamente es en València donde se ha gestado la mayor parte de su carrera. “Todo mi grupo vive allí, así que viajo muy a menudo a la ciudad tanto para desarrollar las canciones como para ensayar”, apunta. Sus compañeros de aventura son Xema Fuertes (guitarra) y Cayo Bellveser (bajo), a los que conoció hace una década cuando ambos estaban grabando el disco Libro de viajes junto a Jorge Tórtel en el extinto grupo de pop Ciudadano. En esta gira se suma además Alfonso Luna, batería todoterreno al que hemos visto tocar junto a Tachenko, Micah P. Hinson, Maronda y tantos otros grupos. La formación de Solar System se completa con Amadeo Moscardó, un teclista curtido en el jazz que pone la principal nota novedosa en el directo.
Como la menor de tres hermanas dentro de una familia melómana, Alondra Bentley tuvo la oportunidad de beber de fuentes muy diferentes. Su padre fue cantante de un grupo de rock en los años sesenta, y su madre tocaba el arpa en su juventud. “Vivir en una casa en la que suena música todo el tiempo marca bastante. Yo escuchaba los discos de los ochenta de mi hermana mayor; la mediana estaba a tope con el grunge, y a mí me dio por el brit pop de los noventa”. “Consumo música de forma compulsiva, y aunque escucho de todo, siempre vuelvo al folk”. En su casa siempre suena Nick Drake, Donovan, Samuel and Garfunkel y Joni Mitchell. “Estos días ando muy enganchada de nuevo con Small Faces”.
En realidad, le comento, la referencia más clara que me viene a la cabeza con canciones como '45 Hours' son los Smiths -una referencia también muy clara en Heather, otro grupo contemporáneo con vocalista anglo-española-. “Es de hecho uno de los grupos más importantes de mi vida. Justamente hace poco rescaté la primera maqueta que grabé con mi guitarra española a los 16 años. Me hace mucha gracia ver lo descaradísimo que era mi intento de imitar las melodías y la cadencia de Morrisey. Con canciones con letras larguísimas y todo eso” (ríe).
Hay un meme circulando por ahí hace meses que sintetiza acertadamente las reflexiones que llevaron a Alondra Bentley a titular su quinto disco Solar System. Un nombre que casa bien con el punto caleidoscópico y soñador de su música, pero también con el discurso que lo acompaña. “No es nada novedoso, es algo que pensamos todos en algún momento. Vivimos totalmente ensimismados, pensando en lo mundano la mayoría del tiempo, y esto nos hace sacar las cosas de proporción; sufrimos por cosas que no valen la pena, se nos desordenan las prioridades. Estamos tan liados con lo urgente que olvidamos lo importante. El disco describe el asombro cuando tomas conciencia de lo pequeños que somos y el poco tiempo que vamos a estar aquí”.
No es la única línea temática del disco. La preocupación por el medio ambiente y la asfixia vital ante el materialismo y “las posesiones que nos poseen” queda patente en canciones como '45 Hours' y 'Beautiful Home'. “Mi padre daba charlas sobre ecología en colegios de Murcia cuando yo era pequeña, así que en casa hemos estado siempre muy concienciados. Pero en las letras no me gusta ser catastrofista, porque es muy fácil saltar de ahí a una actitud pasiva de quien piensa que para qué va a hacer nada si está todo perdido. Aunque estemos concienciados, al final siempre nos agarramos a las excepciones -tengo prisa, es que estoy de viaje, etc- para relajar nuestros hábitos y que se nos olvide nuestro impacto en el mundo. A mí me pasa. Creo que es importante que seamos estrictos con nosotros mismos y no prioricemos siempre nuestra comodidad doméstica”.
Bentley se ha mantenido siempre fiel al inglés como vehículo de expresión artística, aunque de unos años a esta parte la industria nacional apuesta claramente por las letras en español (se les presupone mejor salida comercial). Solo recientemente la artista ha publicado su primera canción en castellano -“Todo el mundo habla del Torgal”-, dedicada al bar de unos amigos en Ourense. “Entiendo perfectamente a los músicos que eligen cantar en inglés aunque no fluyan con el idioma igual de bien que con el castellano. El idioma determina en gran medida el estilo; cómo escribes las canciones, qué timbre utilizas, cómo modulas la voz.. Y hay géneros como el folk que tienen una herencia anglosajona tan grande que nos resulta difícil encontrarnos cómodos con una lengua distinta. Soy consciente de que seguramente hubiese sido beneficioso para mi carrera en España cantar en castellano, pero el orden de mis prioridades es diferente”.
Su interés no se centra únicamente en el mercado nacional, como demuestran sus múltiples salidas al extranjero. Entre todas ellas destaca la gira frustrada por China, que pasó de veinte fechas a cinco debido a la censura del gobierno del país. Le preguntamos pro lo ocurrido. “La verdad es que a día de hoy sigue siendo un misterio de alguna forma. Es un país que ha crecido mucho económicamente, pero nada en lo social y cultural. Es como un mini Show de Truman. Organizar la gira ya fue una odisea. Hay que pasar muchos filtros de censuras y hacer papeleos interminables. Lo que ocurrió es que el primer concierto que dábamos en China fue en una sala donde se llevaban a cabo “actividades políticas prohibidas” como proyectar un documental sobre Nelson Mandela o vender libros de Orwell. Nunca se nos explicó bien qué pasaba, pero una vez allí nos dijeron que nuestro concierto estaba penado con prisión. Así que nos fuimos a ver templos (ríe). Creo que era solo una forma de castigar a la sala, no a nosotros concretamente. El caso es que este veto se extendió después a varios conciertos más. Barajamos volver y suspender, pero da mucha rabia después de ir hasta allí y de todos los esfuerzos que habían hecho los promotores locales”.
La cantautora de Lancaster tiene muy claro cómo quiere gestionar su carrera, y qué parcelas no está dispuesta a sacrificar a cambio de fama o dinero. Lo demuestra el hecho de que hasta ahora siempre se haya decantado por sellos independientes. Comenzó con Absolute Beginners (con sede en València); de ahí pasó a trabajar con Gran Derby, y el último disco lo ha confiado a Mont Ventoux. “Así como salir de la zona de confort en lo artístico me parece necesario, en las decisiones que tienen que ver con la industria prefiero ser cautelosa. Y es muy fácil meterse en boca lobo, porque es muy goloso. Las discográficas grandes tienen mucha más llegada; cualquier medio les coge el teléfono, sus discos están mejor colocados en las tiendas… Trabajar con ellos puede ser determinante para que puedas vivir de la música o no. Lo que pasa es que para mí es muy importante ser dueña de las decisiones que afectan a mi carrera, y nunca me he sentido cómoda con las cosas que me han ofrecido sellos más grades. Con ello no digo que estar en un sello pequeño siempre es mejor. Depende de qué te hacen firmar, de quiénes son y de cuál es tu proyecto. El mío no es muy comercial y no aspiro a llenar pabellones. Quizás por eso no me he llevado por el momento grandes decepciones”.