entrevista

Antonio Praena: "Quiero cederme y ser medio para que la realidad llegue al poema"

25/01/2021 - 

VALÈNCIA. Antonio Praena cosecha sus poemarios a base de premios. Si con su último Historia de un alma (Visor Libros, 2017) ya se hizo con el premio Gil de Biedma, además del de la crítica valenciana y andaluza, ahora se ha alzado con el XIX Premio Emilio Alarcos que otorga el Principado de Asturias con su nueva obra, Cuerpos de Cristo, que se publicará próximamente en Visor Libros. Fraile dominico, granadino y afincado desde hace décadas en València, vertebra su obra en relatos sobre la otredad, contados -sin embargo- siempre desde focos distintos. En esta ocasión lo hace partiendo desde las ausencias y la muerte, pero también desde la fe y la esperanza. El poeta atiende a las preguntas de Culturplaza.

- Pasas de ceder tu voz a un personaje en Historia de un alma a hacer un poemario especialmente personal, aunque siga mirando al otro. ¿Qué ha cambiado en tu contexto literario para que suceda este cambio de mirada?
- Cada libro mío es bastante diferente. La manera de vivir la poesía mía no es tanto la de la búsqueda de una voz o un conocimiento mío propio, sino más bien la de una apertura. Y en esta, las circunstancias o una experiencia va abriéndose paso hasta que desemboca en un libro. El anterior empezó casi como un divertimento a través de ese personaje para hablar desde la ficción sobre el mundo contemporáneo, y fue una colección de poemas que fue cogiendo forma de libro. En esta ocasión, yo no pensaba escribir con el anterior tan reciente, pero la realidad de la muerte de mi amigo precipitó un grupo de poemas y, desde el asombro del primer confinamiento, llegaron y además tenía coherencia con otro grupo de poemas que ya tenían en común al otro como interpelación, como causa, como forma y estilo del poema…

- Uno de los grandes debates es la de no hacer sino vivir la literatura. En tu caso, parece el camino contrario, vivir para que lo que te rodea sea literatura. 
- Hay muchísimas poéticas: de la introspección, de la experimentación con el lenguaje… Pero en mi caso, la que suele permanecer es la de ser espejo y medio para que algo acabe llegando al lenguaje. No me interesa mucho buscarme a mí mismo o encontrar un estilo, sino cederme y ser medio para que algo llegue al acto del poema.

- Si en tu anterior poemario hablabas del hedonismo desenfrenado, aquí hablas de lo contrario: del dolor, de las ausencias, del sufrimiento. ¿Son las dos caras de la misma moneda?
- El anterior poemario era un libro-espejo en el que, a través de ese personaje, se reflejara el mundo contemporáneo. Y se reflejara, en vez de la luz, las sombras de ese mundo. Ahora lo que ha ocurrido es la invasión de una experiencia: la de la pérdida, la muerte, la enfermedad, la soledad más radical… La invasión de esta realidad. que no llega desde el aparato poético, sino desde el mismo sujeto poético que está directamente implicado. Y que, además, está implicado a través del lazo de la fe y de la esperanza en la resurrección. No es libro neutral, es una experiencia que es relato de aquello que nos toca vivir, pero con la mediación de una fe que es muy explícita desde el mismo título.

Foto: KIKE TABERNER

- Expresas en varios poemas la tensionalidad que existe entre la idea de Fe y la desesperanza que sucede a un hecho inesperado que nos golpea. ¿Cómo vives tú esa tensionalidad? 
- Lo importante de la fe es que hay momentos en los que no es una idea, sino una vivencia; y por lo tanto, es imprevisible e imprepensable. Cuando la sientes y la vives lo condiciona todo. Y si está activa, hace que todo lo que vivas quede teñido de esa mediación de fe que es una comunión y una experiencia antes que una idea. Y en esta ocasión ha estado muy presente. 

No creo que haya una tensionalidad entre lo vivido y lo creído, o una contradicción, sino que lo vivido ha puesto en acto y ha arrancado el motor de algo que estaba ahí y que se ha mostrado de la misma manera que vivirlo. Se ha derramado una gracia de comunión, y aunque está el dolor, está todo transido de una esperanza que no depende de nosotros, sino que puede estar o no estar.

- ¿Hay algo de pedagogía en exponer y explicar términos teológicos en tu obra? En este caso, hablas de los sacramentos como símbolo de aquello invisible. ¿Sientes así tu función como poeta y dominico?
- Sé que forma parte de mi función, pero es natural, no lo procuro. Si se filtra es porque forma parte de mi día a día. Nuestras circunstancias somos nosotros, y a través de ellas habla nuestra vida. Si las ponemos sobre la mesa de manera muy voluntarista o muy pedagógica, quizás no estén aún demasiado naturalizadas. Yo no quiero explicar qué es un sacramento, sino testimoniar qué sucede a partir de la comunión del otro. La voluntad es la liberarme del todo a través del poema y que entre en él lo que tenga que entrar.

- En la forma, combinas grandes disertaciones con ideas muy breves, muy potentes, casi lecciones. ¿Cómo pasas de la idea a la forma? ¿Tu proceso creativo parte de una escritura automática o de la materialización de unas ideas muy meditadas? ¿Cuánto de tu pensamiento cedes al momento de escritura?
-  Hay un elemento de la realidad que activa el poema. No hay una premeditación o un mecanismo del lenguaje del que partir. Es como el filón de una mina o un trozo de barro en el que encontrar oro. Tú vas cavando, buscando, cribando, discerniendo. En mi caso siempre tiene que partir de la realidad a través de una frase o de una imagen. Una intuición desencadena el poema y luego toca desarrollar y reescribir mucho para que se asiente, para limarlo, o para seguir tirando de un filón.

Al final te acostumbras a pensar en verso mientras suceden las cosas, así que los poemas pueden llegar al papel casi hechos, o todo lo contrario: ser un par de versos que dejar en el centro del papel para que se desplieguen. Lo importante es que partan de la misma realidad.

Foto: KIKE TABERNER

- No quiero dejar de preguntarte por el contexto poético de la ciudad de València. No parece haber una red que cree sinergias suficientes para destacar como colectivo en vez de nombres individuales. ¿Qué opinas tú?  
- Yo me siento muy acogido e identificado con la ciudad de València y su escena. Y, por ejemplo, Granada, que es una ciudad poéticamente muy potente, es mucho más cerrada y siempre ha habido peleas y puñaladas. Tal vez ahora esté todo más relajado porque también está más deslocalizado, pero las luchas de las escuelas granadinas de poesía en los 90 fueron muy importantes. 

En València tal vez también las hubo, pero volviendo a la respuesta, es una ciudad con una escena muy viva. Quizás de las que más en España, lo digo sin adulación ninguna. Hay nombres concretos, sí, pero hay muchos nombres concretos, y claro que crean una red muy profunda y tejida y una tradición. Coges a Carlos Marzal, a Vicente Gallego, a José Saborit, a Juan Pablo Zapater, a Juan Vicente Piqueras, y a poco que excaves, aparece Francisco Brines, o Antonio Cabrera. También está aquí viviendo Guillermo Carnero… Es muy potente, y no habría tanta poesía en València sin esta escuela, gusto y tradición. Más nombres: Bibiana Collado, Virginia Navalón, Pilar Verdú; y de repente aparece el taller Polimnia que lleva 22 años impulsando en la UPV Elena Escribiano y por el que han pasado cientos de personas (que por cierto, me consideran de su escuela, me consideran suyos). Está la editorial Pre-Textos...

Con todo esto quiero decir que hay una red debajo de los nombres. Jaime Siles, Ricardo Bellveser… Es que me vienen muchos. Tal vez lo que pasa es que, después de los maestros, solo queda la particularidad de cada uno. Por mucha escuela que haya, el paso hacia adelante lo tiene que tomar la obra de cada persona. Si no, todos seríamos muy iguales. Pero lo importante es que esté el trampolín.

Hay escena y es muy permeable, supongo que por el carácter mediterráneo… O tal vez por también por el carácter fenicio, ese “para qué pelearnos si no te beneficia ni a ti ni a mí, vamos a negociar”, ese sentido mercantil del que también nace el diálogo y la convivencia.

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