Hoy es 16 de diciembre

el muro / OPINIÓN

Año Berlanguiano

14/03/2021 - 

El “Año Berlanga, y que me disculpen ortodoxos y disciplinados del sistema, tiene maneras de convertirse en algo muy berlanguiano. Lo de siempre, Conociendo al personaje, hasta le divertiría, Era así. Algo caótico y anárquico. Todo muy coral y hasta repleto de improvisación. Quienes hemos tenido la suerte de compartir algunos de sus rodajes, en mi caso “Todos a la cárcel” y “París Tombuctu”, podemos dar fe de que el trabajo del realizador era muy participativo y tenía mucho de improvisación. Muchas escenas nacían de esta manera y sin determinación preliminar. Todo el mundo tenía derecho a opinar e incluso a improvisar. Él lo pedía. Luego decidía. De ahí la genialidad de juntar tanto actor/actriz de primera y obtener un resultado tan hilarante como genial. Así lo viví. “Siéntate ahí, mira, pero no hables”, me dijo en la antigua cárcel modelo de Valencia con Torrebruno sentado al lado y a la espera.

Apuntaba lo de berlanguiano porque tiene toda la pinta. Me explico. Berlanga nació en junio de 1921, pero la declaración del Año Berlanga no se decretó hasta terminado el 2020. Hasta ese momento todo eran valoraciones. Hasta entrado 2021 no se nombró a una comisionada del proyecto por parte de la Generalitat, o más concretamente del presidente Puig, que ha querido tomar el asunto como algo personal. Así que, se nominó para tal fin a la actriz Rosana Pastor, que para más casualidad es diputada de Podemos en el Congreso de los Diputados. Meses antes, desde el ayuntamiento, la vicealcaldesa, Sandra Gómez, se empecinó en celebrar en Valencia la entrega de los Goya pese a un coste de dos millones de euros socialistas. Está obsesionada por salir en los medios. ¡Qué ganas tienen de alfombras rojas! No se hizo por asuntos pandémicos, pero tampoco la gala de entrega de galardones, celebrada en Málaga,  tuvo muchos detalles de recuerdo al director de Plácido. A Pastor le tocará organizar un Año que el Ministerio de Cultura ya tenía cerrado desde hace meses. Además, el nuestro debe celebrarse de junio de 2021 al de 2022, ya fuera de plazo, en el que meses antes, supuestamente, se celebrará desde el Palau de les Arts la entrega de los Goya en memoria de Berlanga. Dicen. Dos millones.

Pero continuemos con lo berlanguiano. A las pocas semanas del nombramiento de la comisionada, el MuVIM inauguraba una exposición dentro del “Año Berlanga”, pero enmarcada en el conjunto de los actos gubernamentales.  Hasta el ministro Uribes, el hombre de las palabras amables y el confeti testimonial, vino a la inauguración. De lo de aquí poco se sabe, aunque el Consell Valencià de Cultura, del que Berlanga fue miembro divertido y cuyas ocurrencias animadas por el Cardenal Tarancón, despertaban de los plúmbeos debates, ya se adelantaba con una biografía y otras instituciones, desde universidades a otras entidades, anunciaban sus respectivas actividades individuales. Lo que por aquí llamamos coordinación o siendo berlanguianos, descoordinación. Esto es Berlanga.

Por lo visto, empezamos muy bien. De momento, sólo hemos escuchado sugerencias, promesas, buenas intenciones. Pero por el camino parece que la propia Conselleria de Cultura de ese tal Marzà que vive en otra dimensión, ha quedado algo arrinconada. Estos políticos de claqué carecen de memoria histórica. Como si no estuvieran, con lo teatrales que se definen.

No sé por qué no se les ocurre recuperar la producción que Teatres de la Generalitat montó de Tres forasters de Madrid, el divertido sainete de Escalante, dirigido por el propio Berlanga. Igual ni lo sabían. Bueno, más que Berlanga, Juli Leal fue el motor escénico de un espectáculo teatral que lució muy bien. También me cuesta creer que  teniendo como tenemos esa producción millonaria y adaptación musical de Bienvenido Mr Marshall, que, por cierto, costó una riñonada de añojo para estrenarse en Valencia y nunca salir del teatro Principal, nadie se haya acordado de su posible reposición. Con lo que nos están dando en el Principal o el Rialto y lo que tenemos guardado en armarios. ¿Nadie tiene memoria histórica? ¿Van entendiendo lo de berlanguiano? Yo reclamaré mis derechos intelectuales. Aviso.

Nunca he sido de centenario, ni de conmemoraciones. De hecho todas aquellas que por aquí se han plateado han sido un blandiblu. Las únicas que funcionan son las musicales. Sólo es necesario poner a actuar a una orquesta de las dos que tenemos bastante aburridas, y todos contentos.

Nunca he sido de centenarios porque son gestos políticos en los que los propios políticos buscan un rédito inmediato. El resto, les da igual. Así lo han demostrado en los últimos años: desde las conmemoraciones del Tirant o los congresos de intelectuales y antifascistas, a los Años Ovidi o Pinazo, por ser escuetos. Fuegos artificiales.

Dicho esto. Empezamos el Año Berlanga fuera de plazo y con todo el que pueda manoseando pero, como siempre, nadie poniendo orden. Esto es como una carrera de obstáculos. Son tan cuestionables que al mirar en cada valla tropiezan en la suya propia.

Espero equivocarme, porque Berlanga merece mucho. Es nuestro cineasta. Y creó generación, lo que permite una nueva relectura. Pero si  estos gobernantes no lograron hacerle caso cuando el asunto de Ciudad de la Luz, poco confío en sus resultados. Espero equivocarme. Porque van a su reparto con plañideras y palmeros a gran precio.

Pero Berlanga sí era querido en esta ciudad, la suya. Berlanga era patrimonio social, no político, aunque bendecido por la política que en la que él supo navegar.

Contaré una anécdota. Coincidiendo con la primera Mostra de Valencia que dirigió su hijo, Jorge Berlanga, asistí un sábado en la FNAC a una mesa redonda sobre el realizador. Al acabar, me pidió que le esperara y le acompañara al hotel Astoria, donde siempre se alojaba habiendo sido la familia titular del hotel Londres. Quería contarme por el camino cosas de Ciudad de la Luz. Tuve que esperar media hora a que se fotografiara con todos y firmara no sé cuántos autógrafos. Cuando comenzamos a caminar por la plaza de San Agustín, la calle San Vicente y la Plaza del Ayuntamiento la admiración de fans, seguidores, caminantes que lo reconocían fue interminable. Un agobio. Y eso que era ya de noche. Tardamos dos horas en llegar. No perdonó ningún gesto de proximidad. Yo parecía su escudero. Al llegar al fin, Berlanga entró en el hotel y se encontró en el hall al resto del equipo de la Mostra. No se cortó. Los recibió con una afirmación en voz alta: “Sois unos cabrones, me habéis dejado colgado”.

Si Berlanga no es social y sólo impostura, no es nada. Es fachada. Lo que gusta en Presidencia.  Gestos mediáticos en los que no participa ni À  Punt.

Sólo deseo conocer qué escondió nuestro director en la caja 1403 de la Biblioteca Nacional. Será desvelado en unos meses. Yo de todos estos modernos empezaría a preocuparme. Nos podemos divertir si lo que un día me contaron resulta ser cierto. Ya se sabe, un ácrata nunca deja de serlo.

PD. Aún conservo una portada de la Turia dedicada a Berlanga y firmada para mí por el director, y el libro que le dedicó mi querido Joan Álvarez. ¡Qué tiempos! Qué tiempos.

Noticias relacionadas

next