El profesor de EDEM tiene claro que Google y otras grandes tecnológicas como Amazon y Facebook -las llamadas 'BigTech'- podrían convertirse en entidades financieras, que no bancos, y elevar la competencia
VALÈNCIA. Fijémonos en estos dos movimientos de Google. Primero, el pasado 21 de diciembre el Banco Central de Lituania le adjudicó a Google Payment Lithuania la licencia para emitir dinero electrónico. Tres días después, el Banco Central de la República de Irlanda le otorgó a Google Payment Ireland el permiso para ser una institución de pago en este país. Ambas licencias combinadas le dan a Google la posibilidad de realizar pagos, transferencias, domiciliar pagos o gestionar tarjetas en toda Europa, con lo que 'de facto' Google ya es una entidad financiera.
Estas dos concesiones se enmarcan dentro la PSD2, la 'Second Payment Services Directive' o 'Segunda Directiva de Servicios de Pago', una norma europea que entró en vigor el 13 de enero de 2018 y que propone aumentar la competencia en el ámbito financiero europeo. Para ello, obliga a las entidades financieras tradicionales a abrir sus servicios de pago a terceros, con el objetivo de abaratar y simplificar los procesos. ¿Cómo? Hasta ahora si un ciudadano quería comprar un libro en una web debía pagar con su tarjeta de crédito, por lo que entraban en juego varios intermediarios financieros como el proveedor del pago electrónico y la empresa de la tarjeta, la cual cargaba al final el importe del libro en una cuenta corriente. Sin embargo, con la nueva normativa el cliente podrá autorizar directamente a la librería online a ejecutar el pago en su nombre desde su cuenta bancaria, con lo que desaparece la intermediación anterior.
Así, los bancos deberán de crear una plataforma API (Application Programm Interface) que ofrezca libremente el acceso a sus clientes a terceros. A esos nuevos 'puertos' de datos llegarán dos tipos de nuevas empresas, las PSIP (el Proveedor de Servicios de Iniciación de Pagos) y las AISP (el Proveedor de Servicios de Información de Cuentas). Por ejemplo, un 'Google Proveedor de Servicios de Iniciación de Pagos' permitiría a un usuario pagar sus facturas de luz, agua, impuestos a través de su cuenta bancaria de toda la vida. Mientras que un 'Google Proveedor de Información de Cuentas' podría darle al usuario la posición global de sus cuentas en varios bancos tradicionales, previsiones de pagos e ingresos y recomendaciones sobre productos y servicios.
Realmente, esto ya está sucediendo porque este tipo de nuevas empresas ya existe. Si recuerdan habrán visto que los bancos tradicionales -como BBVA, CaixaBank o Banco Santander- ofrecen este servicio de agregación para que sus clientes conecten todos sus bancos en una sola web, con lo que el usuario se ahorra el ir saltando de una web o app a otra. Para ello, ese cliente sólo ha de facilitar a la entidad financiera las claves de acceso online de los otros bancos, pero no las claves que se usan para las transacciones financieras. Igualmente, otros nuevos jugadores como la startup Afterbanks, acelerada en València en Lanzadera y participada por Angels, luchan también por ese mercado de agregadores personales que ofrecen en una sola pantalla toda la información, así como la posibilidad de servir de pasarela para la iniciación de pagos electrónicos.
Sin embargo, volviendo a Google, ¿cuál va a ser su estrategia en el campo financiero? ¿Aspira a convertirse en un banco y a entrar en el sector a competir con los grandes? Personalmente, pienso que no por dos razones. La primera es que el sector bancario está muchísimo más regulado y supervisado que el sector tecnológico. Por ejemplo, un banco ha de mantener unos altos niveles de solvencia capaces de soportar distintos escenarios de stress, los cuales serán revisados periódicamente por el supervisor, con lo que el cumplimiento normativo es extenso y costoso. Un aspecto que, en definitiva, actúa como una disuasoria barrera de entrada. La segunda es que un banco, por definición, es una entidad que por un lado toma depósitos de sus clientes a los que paga una remuneración y por el otro presta ese dinero a cambio de un tipo de interés a otro tipo de clientes. Un negocio que hasta ahora no ha sido el de Google.
Efectivamente, Google se ha aproximado al sector financiero desde otra perspectiva. Como en marzo de 2018 explicaba Florence Diss, directora de Partnership Comercial de Google en Europa, Oriente Medio y África, al Irish Times la compañía está colaborando activamente con varios bancos para explorar las oportunidades que surgen de la directiva PSD2. Según ella, "nuestros socios bancarios desean tener las mejores relaciones con los clientes, por lo que nos interesa promover la integración de nuestras soluciones con sus propias aplicaciones". A lo que añadió que Google estaba colaborando con más de 1.000 bancos en 18 países.
Actualmente parece que Google se decanta por hacer todo ese trabajo 'pesado y poco glamuroso' que consiste en asegurarse que los centenares de tipos de aparatos (teléfonos móviles, tabletas y ordenadores) que operan con Android y que los clientes usan para conectarse con sus bancos funcionen correctamente.
Por tanto, ¿qué puede hacer Google en el futuro? Si se lanza a la arena financiera con un 'Google Proveedor de Servicios de Iniciación de Pagos' y un 'Google Proveedor de Información de Cuentas' tiene, a mi modo de ver, dos enormes ventajas competitivas. Primero, la capacidad de recabar y crear datos, gracias a que posee el navegador más usado en internet (Google Chrome) con una penetración que supera el 60% del mercado, a la vez que cuenta con el sistema operativo (Android) más instalado en el mundo, con más de 2.000 millones de usuarios mensuales activos. Segundo, con esos datos y con herramientas de Big Data puede personalizar mensajes y recomendaciones de compra a sus usuarios con un tremendo nivel de precisión, por lo que podrá ganar dinero con cada transacción que favorezca.
Dicho todo esto y para recapitular, creo que Google y otras grandes tecnológicas como Amazon y Facebook podrían convertirse en entidades financieras, que no bancos, y elevar la competencia. Aunque pienso también que deberían de ser reguladas por un nuevo paquete de medidas legales acordes a la nueva situación de mercado. Es cierto que su reputación entre los nativos digitales es muy superior a la de los bancos tradicionales. No obstante, cada vez se asemejan más a enormes monopolios cuyo beneficio se sustenta en la gestión masiva de datos de sus clientes que son conseguidos como 'cobro' por el uso de servicios aparentemente gratuitos. Es por ello que muchos economistas y reguladores discuten nuevas medidas a aplicar sobre estos gigantes en aspectos como competencia y privacidad de los usuarios.
Cómo hacerlo es material para otro artículo, pero, por último, reflexionen sobre cuán diferente sería el considerar a un usuario como un 'autor' de datos, asimilable a un artista como un escritor o pintor. ¿No se podría razonar entonces que sobre sus datos se aplican 'derechos intelectuales'? A la vez, ¿por qué los bancos deben de abrir sus datos a terceros y las grandes tecnológicas no? ¿No es eso asimetría?
Felipe Sánchez Coll es profesor de Grados y Postgrados de EDEM Escuela de Empresarios